Muere Ernestina Herrera de Noble, la gran editora de prensa argentina

Convirtió el legado de su marido, fundador del diario Clarín, en una seña de identidad de Argentina

BUENOS AIRES Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

«La señora», como se referían los periodistas de «Clarín» a Ernestina Herrera, se fue en silencio a los 92 años. La mujer más rica de Argentina, con una fortuna estimada en unos ochocientos millones de dólares, descansa después de una vida llena de éxitos y, en la recta final, de amarguras inesperadas. La viuda de Roberto Noble, fundador del periódico, convirtió el legado de su marido en una seña de identidad de Argentina.

Bajo su mirada, la de la primera y última dama de la prensa, «Clarín» pasó de ser un diario, –el de mayor circulación en español en sus mejores épocas–, a convertirse en un emporio de comunicación con influyentes emisoras de radio, televisión, cable, productoras y otros medios y sociedades compartidas.

Lo hizo de la mano de Héctor Magnetto, actual Ceo del grupo.

El destino le tenía reservado a Ernestina Laura Herrera su entrada eterna en el mundo de la empresa periodística. Tras la muerte de su marido, Piti, como la conocen entre los suyos, tuvo que tomar las riendas de un negocio para el que no había sido formada. Con Guadalupe Noble, hija del primer matrimonio de Roberto Noble, tuvo sus más y sus menos por la distribución de la herencia. Con sus hijos adoptados, Marcela y Felipe, disfrutó del placer de la maternidad aunque estuviera en soledad. Por ellos sufrió lo que, quizás, nunca imaginó.

La Asociación de Abuelas de Plaza de Mayo la denunció en 2002 advirtiendo que los hermanos podían ser hijos de detenidos desaparecidos durante la última dictadura militar (1976-83). El juez Roberto Marquevich, destituido dos años más tarde por su intervención en este caso, ordenó su detención sin libertad bajo fianza. La medida fue anulada posteriormente por una instancia superior, la Cámara de Apelaciones. Aquel episodio sería el primero de una serie que alcanzaría su punto más cruel durante los gobiernos de Cristina Fernández de Kirchner.

A partir del 2007, cuando la línea editorial de «Clarín» se opone a la política agropecuaria del Gobierno, los hermanos Noble se convirtieron involuntariamente en víctimas de la guerra política desatada desde la Casa Rosada. Los análisis de ADN, a los que se resistían inicialmente los jóvenes, demostraron que estos no eran hijos de desaparecidos, pero el aparato de propaganda del Gobierno, con su presidenta a la cabeza, nunca dejó de ensañarse con ellos.

Algunas declaraciones como la de la titular de Abuelas, Estela de Carlotto, quedan para la historia y la memoria de un país: «Las pruebas del delito las llevan en su cuerpo y no las pueden ocultar», sentenció en referencia a los hermanos y su presunto parecido con una pareja de desaparecidos. Otras como la del por entonces jefe de Gabinete, Aníbal Fernández, resultaban difícil de entender por la accionista principal del «multimedio» y por cualquiera con un mínimo de sensibilidad y sentido de la justicia. «Los chicos no tienen derechos», dijo públicamente el ex ministro hoy procesado en diferentes causas judiciales.

Los amagos de expropiar el diario, la redacción de una ley de medios de comunicación que hacía saltar por los aires al grupo, las inspecciones con desembarco de inspectores y la campaña sistemática de acoso y derribo de Clarín, fueron un calvario para «La señora», y para sus hijos. Pero el destino, le dio a Ernestina una última satisfacción, el kircherismo hoy es una caricatura de lo que fue y la ex presidenta, fuera del poder, camina a paso ligero en su particular maratón por los banquillos de los tribunales de justicia.

Murió Ernestina Herrera de Noble. Lo hizo en paz y su recuerdo quedará en la historia de Argentina y del periodismo.

Ver los comentarios