Karl Lagerfeld
Karl Lagerfeld - Reuters
Moda

La modernidad de Lagerfeld, a su manera

En una temporada en la que muchas marcas presentan colecciones desprovistas de su ADN histórico, abrazando a fondo una excesiva modernidad y acabando por parecerse unas a otras, Chanel ha combinado a la perfección el pasado y el futuro, manteniendo su individualidad.

París Actualizado: Guardar
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«Ir a la moda es el paso previo a la vulgaridad». Lagerfeld «dixit». Y esto es lo que le ha ocurrido a muchas de las grandes casas que han desfilado en la Semana de la Moda de París. Han presentado sus colecciones para la primavera verano del 2017 adoptando directamente - y a menudo sin filtro- los nuevos elementos que los «bureaux de tendences» venden cada temporada. Es así como Balenciaga o Saint Laurent han vuelto a exagerar las hombreras hasta límites insospechados que superan con creces las siluetas de los años 80. Del mismo modo, Stella McCartney o Sonia Rykiel se han lanzado al mundo sideral y al blanco y negro. Ni Celine ni Dior han pasado por alto los atuendos de hospitales mentales y quirófanos, adoptando accesorios esperpénticos y zapatos de corte galáctico.

Las transparencias, los atisbos de ropa interior, corsets y negligées, así como los grafismos más extremos, también han campado a sus anchas por las pasarelas de la ciudad de la luz. Y los accesorios tamaño Goliat han coronado los desfiles de Balenciaga o Rykiel, que no han dudado presentar bolsos que más que accesorios de mano eran bolsas de repartidores de pizzas o enormes macutos de soldado de la extinta mili.

Olvidan los contendientes a esta suprema Semana de la Moda, aquella estupenda frase que dejó Coco Chanel, que prevenía a las señoras contra la uniformidad: «La belleza comienza cuando se decide ser una misma». Es por ello que Karl Lagerfeld, un verdadero maestro de la reinvención que sabe siempre preservar el ADN de la casa Chanel, ha combinado con tino pasado y futuro, tradición e innovación. Por ello, no han faltado futuristas botas blancas del corte de guerrero de «La Guerra de las Galaxias», ni zapatos con tiras como si de vendas blancas se tratase. Pero no deja Lagerfeld atrás los clásicos salones bicolor con puntera negra, un invento tan de Coco como la Camelia o las chaquetas de tweed para ellas.

La colección de Chanel, llena de transparencias, mostraba también las tradicionales «combinaciones» que hasta los años 60 poblaron los armarios de las europeas más púdicas. Pero Lagerfeld ha sabido darles un toque elegante y atrevido a la vez, de semi transparencia en tonos nude, con discretas bandas translucidas de una prudencia impensable en estos tiempos.

Que se usen las gorras de beisbol de lado o los tops-sudadera con capucha e incluso los cierres de estilo adhesivo fluorescente -elementos actuales de una moda rabiosa que retoma prendas deportivas de los años 70 y 80-, no quiere decir que se abandonen los cuellos a la caja, los trajes sastre de punto ceñidos, las faldas a la rodilla ni los collares de cuentas de bisutería de corte femenino. Todo cabe en una colección que sabe cambiar, para que todo siga igual. Como suele decir Lagerfeld, con su mezcla de humor y superioridad, «lo que hago es trabajar más que los demás, para demostrarles lo inútiles que son». Genio y figura en París, a la manera Lagerfeld.

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