Joshua Velázquez, diseñador de Paris Hilton: «Cualquier bolsillo se puede permitir mis diseños»

La historia de Joshua Velázquez tiene los ingredientes necesarios para convertirse en la de «aquel que un día sorprendió al mundo de la moda». Todo comenzó hace algunos años gracias a la máquina de coser de su abuela. De manera autodidacta, y sin tener la más ligera idea del asunto, echó mano a las tijeras, el hilo, las agujas... y así nació su primer vestido. Ahora sus creaciones las lucen personalidades de la talla de Soraya Arnelas, Nalaya Brown, Azúcar Moreno o Patricia Yurena, aunque la última y más sorprendente «superstar» en llevar uno de los diseños del canario ha sido nada más y nada menos que la siempre «chic» multimillonaria Paris Hilton en su paso por Ibiza.

—Fran Larrañaga, el estilista de Paris Hilton, vio sus diseños y contactó con usted

—Él conocía mi trabajo desde hace tiempo. Le hice dos: uno con transparencias en color carne con blonda gris plata y aproximadamente 1700 piedras blancas y boreales intercaladas en tamaños muy pequeñitos; y un bañador triquini en azul agua con transparencias y piedras de diferentes formas y tamaños.

—¿Cómo sabía que a Paris le quedarían bien?

—Están hechos completamente para ella. Todo fue a través de su estilista, me dieron su talla, se los envié y él se los enseñó. Me dijo que le gustaban bastante, que le parecían divertidos por la pedrería. Son vestidos de espectáculo, no son vestidos de diario.

—¿Paris ha contactado con usted personalmente?

—Paris es una «celebrity», no tiene tiempo para enviarme un mensaje a mí personalmente. Tiene más diseñadores que la visten.

—Pongámonos en situación. En un momento dado le tiene que hacer unos vestidos a Paris Hilton ¿qué es lo primero que le viene a la cabeza en ese momento?

—Mi intención es que le gusten. Lo primero que me viene a la cabeza es: «hostia, ¿qué hago?». En ese momento te dan nervios, deseas estar a la altura.

—¿Por qué decidió hacer vestidos «personalizados»?

—Hay muchísimos diseñadores que hacen colecciones y te puedes encontrar con que son muy parecidas las unas a las otras. Yo me he intentado diferenciar en el mundo del espectáculo, que es el que más me gusta. No descarto hacer en el futuro una colección, pero no de momento.

—La pasada Nochevieja, Cristina Pedroche lució un diseño que muchos creyeron suyo cuando en realidad era de Pronovias. Pasado el tiempo ¿cuál es su visión de lo ocurrido?

—Fueron las redes sociales, yo en ningún momento denuncié ni dije nada. Sí hablé en directo en Televisión Canaria, pero a día de hoy fue algo que ya pasó. Muchísima gente me ha apoyado, otra no. Estoy tranquilo.

—¿Fue realmente «una copia»?

—La gente dice que es un supuesto plagio, pero es la gente quien lo dice. Yo puedo tener mi opinión personal, que no la voy a dar, pero ha sido cosa de ellos. Si se volvió viral en un día, es por algo.

—Pronovias nunca se pronunció

—Nunca.

—Pero sí lo hizo Pedroche y Josie, su estilista

—No recuerdo bien qué dijeron.

—Afirmaban no haberse «copiado»

—Si la gente lo comparte, es por algo.

—De haber sido suyo, también hubiera sido polémico. Se criticó mucho...

—Hay gente a la que le gustó el vestido y gente a la que no.

—En la moda siempre se ha hablado de «quién copia a quién»

—Todo está inventado. Sí existen las copias. Unos lo pueden modificar, otros no. Puede gustarte más uno o más otro. Si no lo llamamos copia, llamémoslo inspiración. Pero no me refiero en mi caso, yo me informo, leo mucho y me empapo, pero no para copiar, sino para intentar no hacer lo mismo. He hecho diseños en papel, los cuales tengo guardados, y tras ver a alguna cantante con algo muy parecido, los he echado abajo.

—¿Usted en qué se inspira?

—Me gusta mucho la creatividad que sale sola cuando te pones a trabajar. En mi día a día, durante las labores diarias fuera del trabajo, se me van ocurriendo los diseños. Mientras nado, que es mi único pasatiempo desde pequeñito, me vienen muchas ideas.

—¿Qué opina del cambio del canon de belleza?

—Se vende la ropa, pero también se vende la imagen. El modelo cuenta, sino las marcas no recurrirían a los famosos. Los cánones varían desde hace muchísimos años.

—¿Ha escuchado hablar de las «curvys» o «gordibuenas»?

—Tengo clientas de todo tipo, desde la talla 32 a la 42. He hecho vestidos para certámenes de belleza XL. Las apoyo, todos no tenemos la misma anatomía ni el mismo cuerpo. Hay quienes no pueden permitirse hacer dietas o cuidarse como quisieran.

—También ha diseñado para la orquesta El Combo Dominicano

—Hice 22 vestidos para la cantante principal y su cuerpo de baile. En su gira tienen casi 400 conciertos por toda España durante un año y medio. Davinia Fleitas estuvo años detrás de mí. Hoy en día nos llevamos súper bien y estoy preparando la nueva gira.

—Trabaja de manera autodidacta y artesana

—Todo lo coso yo, aunque tengo máquinas y he ampliado mucho en cuanto a variedad de materiales.

—Sus vestidos son como una joya, una segunda piel para la mujer

—Es importante que se sientan cómodas. Deben ser mujeres atrevidas, una persona que quiera pasar desapercibida no se va a poner este tipo de vestidos.

—¿Ha pensado en viajar y formarse fuera de Canarias?

—No es miedo a salir, puesto que es mi objetivo, pero ahora tengo bastante trabajo aquí. Todo esto no lo puedo desaprovechar, porque está saliendo solo. Estamos en un mundo en el que fácilmente te quedas en el olvido. He mejorado con los años, y más que mejoraré, supongo. Hay quien sabe hacer muchísimas cosas, pero nunca se atreve por miedo. Yo me atreví, lo hice, me contactaron y un vestido me llevó al otro. Al principio también tuve miedo de que no gustaran, ahora voy a tiro hecho.

—Desde las islas ha tenido dificultades para encontrar materiales, telas...

—En Canarias estamos bastante limitados. Tengo que viajar y comprar fuera. Cuando llegas a un punto, no quieres bajar el listón, buscas materiales mejores y deseas superarte.

—Cualquiera podría pensar que son diseños excesivamente caros...

—Mucha gente me contacta pensando eso, luego se dan cuenta de que no es así. Cualquier bolsillo se puede permitir mis diseños. Entre cada uno de ellos varían los precios, depende del presupuesto de cada persona.

—Fuera del ámbito laboral, ¿cómo le trata la vida?

—(Risas) Esa pregunta me encanta. ¿Qué puedo responder a eso? No me puedo quejar. Tengo 24 años y se reconoce mi trabajo. Es de agradecer. ¿Qué más voy a pedir? La vida me trata bien en todos los campos.

—¿Cómo ha sido su verano?

—El verano viene fuerte. Sin pisar a nadie, con los pies en el suelo, lo único que quiero es trabajar.

—Si tuviera que pedir un deseo ¿cuál sería?

—(Se lo piensa) Ser feliz. Lo tengo tatuado en el pie derecho: «be happy». Es lo más importante. Con dinero puedes ser la persona más infeliz del mundo. ¿Quién sabe dónde vamos a estar mañana?