Gulnara durante un pase de modelos
Gulnara durante un pase de modelos - EFE
GENTE

La glamurosa heredera del ex dictador de Uzbekistán podría haber sido asesinada

Según un testigo, Gulnara Karímova

Moscú Actualizado: Guardar
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Gulnara Karímova, la otrora poderosa y mundana hija mayor del difunto dictador uzbeko, Islam Karímov, podría estar muerta. Así lo asegura una fuente anónima del SNB, los servicios secretos de este país centroasiático rico en hidrocarburos. La cautivadora «princesa» uzbeka de 44 años llevaba dos años desaparecida, al parecer bajo arresto domiciliario, tras ser acusada de distintos delitos económicos.

La filtración del SNB sobre la supuesta muerte de Karímova se ha propagado como la pólvora. El informador que la ha difundido sostiene que pereció por envenenamiento el pasado 5 de noviembre y fue enterrada el mismo día en el cementerio Minor de Tashkent, la capital de Uzbekistán, en una tumba sin nombre. La persona que ha desvelado los hechos sostiene haber tomado parte en el enterramiento.

Esta fuente asevera también que su intención consiste en que todo el mundo sepa la verdad a fin de proteger a los hijos de Gulnara, Islam (23 años) y su hermana Imán (18). El primero, sin embargo, afirma desde Londres en declaraciones a la BBC que su madre está viva. «Son todo rumores, ella sigue bajo arresto domiciliario», asegura el joven.

La cuenta de Twitter «Muestren a Gulnara» insta a las autoridades uzbekas a confirmar o desmentir su muerte y, de estar viva, dejar que comparezca o envíe algún mensaje que lo certifique. Existen otras cuentas, supuestamente de la propia Karímova, que los periodistas de la radio Free Europe/Liberty descubrieron como falsas.

De hecho, todas las fotografías de ella publicadas en las últimas semanas son antiguas. La actividad de las cuentas se ha intensificado últimamente con la evidente finalidad de desmentir su muerte. Las únicas entradas en la cuenta que parecen auténticas fueron las aparecidas inmediatamente después de su arresto, hace más de dos años y medio, pidiendo auxilio y denunciando malos tratos de parte de sus vigilantes. Ciertos rumores sostienen que se encuentra confinada en un psiquiátrico.

El silencio de la madre

Fuentes del Gobierno que dirige Shavkat Mirziyóyev, el candidato con más posibilidades de convertirse en presidente en las elecciones del 4 de diciembre, dicen no tener ninguna información sobre el paradero de Gulnara, algo que nadie se puede creer. Su madre, Tatiana Karímova, y su hermana menor, Lola Karimova-Tilliáyeva, no han dicho nada todavía, pero, según el politólogo próximo a la familia, Kamoliddín Rabbímov, Gulnara «no ha muerto y se está discutiendo ahora entre sus parientes qué hacer con ella».

Lola y Tatiana (hermana y madre de Gulnara) con Putin
Lola y Tatiana (hermana y madre de Gulnara) con Putin - EFE

«La familia, los representantes del poder y toda la élite de Uzbekistán creen que Gulnara es una persona caprichosa, impulsiva y descontrolada. En la actual situación política es mejor que continúe bajo arresto para impedir que ejerza su negativa influencia», declara Rabbímov a la agencia de noticias uzbeka CA-NEWS. Insiste también en que «el Gobierno del país respeta y aprecia a la familia Karímov».

El dictador falleció el pasado 2 de septiembre después de 27 años ininterrumpidos en el poder. A sus funerales, celebrados al día siguiente, no asistió su hija mayor, pero sí la pequeña y su viuda. El próximo 4 de diciembre tendrán lugar los comicios de los que saldrá el nuevo presidente de Uzbekistán, muy probablemente Mirziyóyev.

Gulnara llegó a ser la mujer más rica e influyente de Uzbekistán y una de las asiduas de los saraos más glamurosos del planeta. Era la preferida de su padre y se daba por hecho que heredaría su trono. Todo se malogró por criticar los brutales métodos de su progenitor, a quien comparó con Stalin.

Opiniones peligrosas

Expresaba sus opiniones a través de las redes sociales, algo que causó verdadera indignación entre la élite de un país anclado todavía en el feudalismo. Entendieron que era una campaña para acelerar la renuncia de su padre, enfermo ya del corazón, y ponerse ella al frente del país.

Manejaba grandes negocios, era cantante, diseñadora de moda y diplomática. Fue embajadora de su país en España y ante la ONU. Pero, en 2013, fue acusada de corrupción por aceptar un soborno de 300 millones de euros de la empresa de telecomunicaciones fino-sueca TeliaSonera para acceder al mercado uzbeko.

Después, la Justicia helvética inició una investigación por blanqueo de dinero y fueron bloqueadas sus cuentas bancarias. Su arresto se produjo en febrero de 2014, en Tashkent, y fue digno del guión de una película de Hollywood. Un destacamento de fuerzas especiales de la Policía irrumpió en su domicilio, echando abajo la puerta de su lujoso apartamento, y llevándose detenidos a ella y a todos los que allí se encontraban, incluido su marido, el músico Rustam Madumárov, y su amiga y socia empresarial, Gayane Avakián.

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