Famosos que descendieron hacia el olvido o acabaron viniéndose a menos

Aramis Fuster

La vidente, que fue encontrada el pasado martes con lesiones y está ingresada en el Hospital La Paz, siempre presumió de codearse con las altas esferas. Los jefes de Estado, contaba, acudían a ella antes de tomar decisiones de peso. Algunos, incluso, se convirtieron en sus amantes. O eso dijo ella. Ninguno se acuerda ya de la bruja, ahora que vive su etapa más dura.

Aramis prefirió encantar a la cámara, en busca de mágicos minutos en antena. También sacó unos minutos para realizar varios aumentos de pecho. Dedicaba sus ratos libres a un canal de Youtube de imposible definición, que difícilmente le aporta los beneficios que seguramente recibió de los mentideros televisivos hace ya veinte años.

En 2015, su precaria situación económica la llevó a ser desahuciada de su piso de Barcelona por no poder pagar el alquiler. Una situación crítica que la obligó a ofrecer servicios sexuales como dominatrix.

Tamara Ámbar Yurena

Anteriormente conocida como Tamara, luego como Ámbar y actualmente como Yurena, es una cantante y artista televisiva, cuya popularidad comenzó a crecer en el verano del 2000, gracias a los sencillos «No cambié» y «A por ti».

Con el lanzamiento de su tema ‘No cambié’ aumentó aún más su popularidad y consiguió publicar su primer disco, ‘Superstar’, bajo el nombre seudónimo de Tamara. Sin embargo, tuvo que vérselas en los juzgados con Tamara Macarena Valcárcel por su nombre artístico y después de perder el segundo recurso, decidió cambiarlo por Ámbar. Sin embargo, éste también estaba registrado, por lo que finalmente se adjudica el de Yurena.

Después de retirarse temporalmente, montar un bar ambientado en la movida y ser pupila de Alaska y Mario Vaquerizo… Yurena, que así se llama ahora, ha vuelto convertida en toda una estrella internacional que triunfa en el mercado asiático. Yurena, hecha a sí misma es uno de los personajes que más favor del público aglutinó en su paso por el reality Supervivientes y eso se merece un repaso por una vida que algunos han preferido olvidar.

Tony Genil

Este artista cordobés había acariciado las mieles de la industria discográfica con «¡España, cuánto te quiero!». Un éxito de 1975 que le funcionó tan bien, que sus próximas creaciones fueron una versión del mismo tema para el Mundial de fútbol de 1982 y, un año después, el single «Hasta siempre España». Genil peregrinaba en la Transición a su manera y la apertura del país a Europa él la hacía suya en esta última canción, donde decía «adiós» en tres idiomas distintos en perfecto acento cordobés.

Lo último que se sabe de Tony emana de sus redes sociales. La tradición arrastra a Tony, que se ha reinventado lo justo porque ni rastro de «selfies» en Facebook ni Twitter. Un conservadurismo creativo salpicado de historia porque quizá Genil no dejará huella en la biografía de la música, pero en ese relato asegura que le cocinó unos macarrones a Michael Jackson en compañía de Joaquín Luqui.

Leonardo Dantes

Leonardo Dantes (no hemos olvidado la tilde en su apellido, es que se la ha quitado) se mudó a su pueblo, San Vicente de Alcántara (Badajoz), en 2006. Volvió a casa. «Soy hipersensible y en Madrid empecé a agobiarme y a deprimirme», explica. «Me comí el coco porque vi que no me tomaban en serio», matiza.

El objetivo de su vida se construye de madrugada porque Dantes afirma ser «bastante bohemio». «Me acuesto de madrugada, me levanto a la hora de comer, después paseo, salgo con los amigos. Tengo una vida sencilla pero nada monótona», señala. Alejado del Madrid que le puso en la oficina de empleo más incontrolable del mundo, que no es otra que la televisión, habita recluido donde es libre.

Bárbara Rey

Bárbara Rey fue una de las mujeres más deseadas de la España de los setenta. Películas y más películas del destape la encumbraron. Portadas de revista, espectáculos... y boda con el domador de fieras Ángel Cristo.

Abandonó de su profesión para dedicarse a la familia y al circo de su marido, con una vida conyugal que no fue la esperada y un posterior regreso a la vida pública en la televisión, armando escándalos, por supuesto. Aunque realmente Bárbara Rey nunca se fue, porque su vida siempre ha sido objeto de interés para la prensa, pero su carrera como actriz, vedette, presentadora ¡y, ojo, también cantante! se esfumó.

De vez en cuando reaparece en la pequeña pantalla para hablar de su vida. De hecho, en la pasada década sus apariciones eran constantes. Si los menores de 35 años la reconocen, es por los «pollos» que ha montado en televisión.

Nadiuska

La historia de Nadiuska es quizá la más impactante de todas las reseñadas y una de las más comentadas por los fans de los mitos de otra época. No se trata de una simple artista venida a menos, sino de una mujer que no supo sobreponerse a las adversidades.

La actriz alemana, conocida especialmente durante la época del destape en España por sus apariciones en diversas películas que perduran en el pensamiento colectivo, pasó de ser una de las mujeres más deseadas del país a acabar durmiendo en la calle.

Encarnó en 1982 a la madre de Conan en la película protagonizada por Arnold schwarzenegger, pero se rompió de la noche a la mañana como un juguete por los azares del destino y una serie de desgracias personales y familiares.

Sin trabajo y deshauciada, en los noventa se llegó a alimentar de lo que recogía de los cubos de la basura. Entonces permaneció durante largo tiempo en paradero desconocido y le sería diagnosticada la enfermedad de esquizofrenia. Actualmente se encuentra en un centro psiquiátrico de Ciempozuelos.

Sonia Monroy

Sonia Monroy fue el cuerpo del deseo, la perfección hecha mujer, pero ya nadie se acuerda de eso. La que un día intentara hacerse un hueco como cantante y formara el grupo Las Sex Bomb junto a Malena Gracia y Yola Berrocal (quienes también podrían estar aquí incluidas), ahora necesita hacer todo tipo de «montajes» o provocar cualquier polémica para mantenerse en el candelero.

Pese a querer ser considerada como actriz, su carrera se ha estancado en películas de «serie B». Tampoco ha logrado el éxito como cantante, pues no ha tenido ningún éxito reseñable en solitario.

Hay que reconocerle dos méritos: ser la famosa con más portadas de Interviú (superando a Sabrina, que ya es decir) y haber dejado para la posteridad grandes momentos televisivos desde sus comienzos en «Esta noche cruzamos el Mississippi» o «Crónicas marcianas» hasta «Supervivientes».

Vicky Larraz

No es cualquier «personajillo», pero lo de Vicky Larraz es reseñable. Después de formar parte de Olé Olé, uno de los grupos más importantes de la música pop española, se aventuró a una carrera en solitario. Hasta entonces fue una cantante de éxito. Tenía presencia en el escenario y una garra nunca antes vista. Incluso en solitario consiguió el apoyo del público, que hizo éxitos varios de sus temas.

Lo que pasó después ya es historia. La cantante lo dejó todo para viajar a Estados Unidos. Se enamoró, formó una familia y por estos lados del hemisferio no se volvió a saber nada más de ella. En Miami hizo cosas, pero sin demasiada repercusión. O no al menos la esperada para la intérprete de «No controles», ese hito ochentero que muchos creen de Mecano.

Vicky Larraz volvió a la televisión en la pasada edición de «Tu cara me suena» pasando por el programa sin pena ni gloria. No corrió la misma suerte que su sustituta en el grupo: Marta Sánchez. Ahora intenta resistir gracias a sus viejos éxitos. Las operaciones estéticas también han hecho lo suyo.

Las Ketchup

En el mundo de la música se cuentan a montones aquellos que lograron tener un «one hit wonder» y después desaparecieron del mapa. Exactamente eso es lo que les pasó a Las Ketchup. «Aserejé, de já, de jé» y descenso al olvido más absoluto tras ser conocidas desde España hasta Japón. En 2002 todo el mundo bailaba la coreografía, como si de la nueva «Macarena» se tratase. Catorce años después no han vuelto a repetir un éxito así.

Lo intentaron en Eurovisión en 2006 y quedaron a la cola. Nada reseñable, si no fuera porque la canción y la puesta en escena dejaron mucho que desear. «Un bloodymary» es la típica canción que los eurofans incluyen en las listas que recopilan las peores canciones de la historia del certamen.

Hace un tiempo «Las hijas del tomate» actuaron en el Melodifestivalen sueco, como no, con el «Aserejé» en riguroso «playback». Al menos, es la canción que en los karaokes y chiringuitos nos pone nostálgicos.