Esther Doña, mujer de Carlos Falcó
Esther Doña, mujer de Carlos Falcó - Adriano Conte/romapress

Esther Doña, la primera «marquesa de hecho» en España

La flamante mujer de Falcó no puede llevar el título. Su caso es una novedad para la nobleza

MADRID Actualizado: Guardar
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« El amor no es un privilegio de la juventud», decía Carlos Falcó (79 años) a este periódico el pasado mes de febrero. Días antes, la revista «¡Hola!» publicaba las primeras imágenes de su nueva novia, Esther Doña, una modelo malagueña de 38 años. «Estamos encantados. Nosotros no notamos la diferencia de edad», comentaba el marqués de Griñón a ABC. Durante aquellos días, el teléfono de Falcó no paró de sonar. Esta semana no habrá sido distinto, sobre todo a partir del miércoles, cuando la «biblia» del corazón reveló que el aristócrata había firmado los papeles de divorcio con su tercera mujer, Fátima de la Cierva -con quien compartió 23 años de matrimonio y por la que se resistía a la rúbrica

- y ya se había inscrito ante notario como pareja de hecho con Doña.

Aunque la ley reguladora de las parejas de hecho se elaboró para que esta figura fuera igual que el contrato matrimonial, lo cierto es que estas dos opciones de unión no son equiparables. De hecho, la jurisprudencia que dicta el Tribunal Supremo, en línea con el Constitucional, ha precisado que la unión de hecho es una institución que nada tiene que ver con el matrimonio. «Las parejas de hecho tienen unos derechos muy limitados», han comentado fuentes jurídicas a ABC. Las mayores diferencias se encuentran en las cuestiones hereditarias, fiscales y de liquidación del patrimonio común. Pero, ¿qué pasa con los títulos nobiliarios? ¿Puede Esther Doña recibir el tratamiento de marquesa de Griñón?

«La ley no recoge el derecho de las parejas de hecho a utilizar el título nobiliario», han comentado las mismas fuentes jurídicas. El caso del marqués de Griñón es el primero que se da en España desde que se estableció este tipo de unión. «La legislación española, tradicionalmente, ha establecido que el cónyuge puede usar los derechos honoríficos», cuentan desde la Diputación de la Grandeza de España. Esta regulación quedó consagrada en el Código Civil de 1889. Pero en 1981 hubo una reforma de este Código Civil en materia de matrimonio y filiación y se suprimió este artículo. En España el marido o mujer gozaban de los honores de su consorte por costumbre -porque se ha hecho así desde hace 127 años (y antes)-, pero lo cierto es que la figura del consorte (esposo o esposa, al que se ha dado el «sí, quiero» en un juzgado o una iglesia) no equivale a la de la pareja de hecho y el tratamiento es distinto.

A lo largo del tiempo, en España no se ha encontrado que una pareja de hecho utilice un título nobiliario, por lo que desde el punto de vista social no existe tal costumbre. «El Código Civil reconoce unos derechos parecidos, que no iguales, a los del matrimonio para las parejas de hecho. Sin embargo, este caso no se había dado todavía», cuentan fuentes jurídicas. Y añaden: «Además, este tipo de títulos son personales y no se hacen extensivos al consorte ni a la pareja de hecho». Si el consorte no tiene derecho legal a llevar el título, una pareja de hecho tampoco. Cuestiones legales a un lado, en la Diputación de la Grandeza de España afirman que «desde el punto de vista social no está prohibido que el consorte utilice este título». De hecho, lo normal es que se haga extensivo. Pero ser consorte es una cosa y ser pareja de hecho es otra y en estos casos pesa más la tradición, la costumbre o la antigüedad.

Con el caso del marqués de Griñón se genera una incógnita. Una especie de vacío legal que ni en la Diputación de la Grandeza de España se atreven a analizar. «Este caso es muy novedoso, tenemos que mirar bien la regulación de parejas de hecho y ver qué pasaría exactamente en su caso. Por eso no nos atrevemos a hacer una valoración». Sin embargo, las fuentes jurídicas consultadas sí parecen tenerlo claro. Hasta Duarte Falcó, el hijo del marqués con Fátima de la Cierva lo dice: « Casado no está. El matrimonio es otra cosa».

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