La elegancia contenida de Carmen Franco

El estilo de Carmencita se adaptó con sobriedad y sin aspavientos a las modas de cada década

Carmen Franco ABC
María Luísa Funes

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Podría haber brillado como una princesa o presumido como una actriz de Hollywood . Hubiera conseguido tener a grandes modistos de todo el mundo a sus pies y aparecer en todas las revistas de moda y sociedad de varios países. Si lo hubiera deseado. Pero nada más lejos de la realidad. Carmen Franco Polo , Carmencita para los españoles durante muchos años, escogió la prudencia sin desatender la renovación lógica de su guardarropa a través de los tiempos. Probablemente guiada por sus padres, acabo forjando un estilo correcto y sin pretensiones.

Carmen Franco, que no era alta ni tenía un físico tan espectacular como el de sus hijas, supo sacarse partido al arreglarse, sin buscar excesivo protagonismo . Tras sus austeros trajes de chaqueta oscuros poco después de acabar la guerra, Carmen se fue adaptando a los tiempos con naturalidad, sin por ello dejar de seguir ciertas consignas de su madre. Cuando Evita Perón visitó España en 1947 , en lo que se convirtió en un verdadero duelo de formas y valores con o contra Carmen Polo de Franco, Carmencita acudió a varios actos de aquellos 18 eternos días de visita ataviada con los clásicos vestidos cruzados de gran caida y seda azul de lunares blancos que la misma Evita llevaba en la época.

Tanto su vestido de puesta de largo como el de novia los llevó a cabo con maestría y sencillez Cristóbal Balenciaga , y la novia portó una diadema de brillantes y perlas regalo de sus padres, unos pendientes de perlas y su pulsera de pedida. La peinó, como tantas otras veces, la peluquera Rosita Zabala. Doña Carmen Polo, su madre, más que gastar mucho en ropa, «invertía» en joyas, perlas, brillantes y accesorios que dieran un giro de sofisticación a sus a menudo sencillos atuendos. Su hija, que heredó la trousse de Doña Carmen Polo, no abusó a la hora de utilizar sus joyas.

Durante los años 50, ya casada, se contentaba con escoger trajes de chaqueta de manga tres cuartos, tocados con algunas flores monocolor y sencillos twin-sets. Siempre correcta, pero sin salirse del guión, durante los años 60 lo mismo se fotografiaba en el campo de sport con una simple camisa blanca , que con un precioso abrigo recto de paño cuando llegó la excéntrica y enigmática Imelda Marcos a Madrid.

Durante los años 70, la entonces Marquesa de Villaverde, que «tiraba» mucho de modista casera , se aventuró a comprar en sus frecuentes viajes al extranjero prendas y accesorios vistosos y coloridos. Sus bolsos, las flores en los vestidos y sus atuendos de playa, mezclaban perfectamente las tendencias con su estilo discreto. Carmen Franco iba impecable de mantilla, con traje regional, vestida de caza o a las fiestas del verano en Marbella. A partir de los años 80, y tras la muerte de su padre, el General Franco, Carmen simplificó aún más su vestuario. Se ha ido una mujer valiente, elegante, realista y optimista, que dedicó sus últimos años a estar cerca de familia y amigos, sin dar nunca un motivo de polémica. Carmen Franco, desplegaba la elegancia contenida de quien a sabiendas de quien es, no quiere hacer ruido por ello.

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