Daniel Brühl, muy afectado por la situación de Cataluña

El actor ha reconocido su preocupación y la brecha que ha causado en su entorno personal

Daniel Brühl REUTERS

ROSALÍA SÁNCHEZ

Caramelizados de cebolla, pan tumaca deconstruido, vinos del Penedés… la oferta de tapas de autor de Bar Gracia no ha contado con el apoyo de la clientela berlinesa y el local ha cerrado sus puertas tan solo nueve meses después de la inauguración. «Sencillamente no funcionaba, no había público y ha decidido cerrarlo», explica brevemente una portavoz del actor Daniel Brühl , de padre alemán y madre barcelonesa, que renuncia así a este negocio que se apoyaba únicamente en su imagen. Icono español en el cine alemán, debido a su ascendencia materna, el protagonismo de «Good By Lenin» se metió a hostelero en 2011, con la apertura de un primer bar de tapas en el distrito de Kreuzberg en el que nunca falta el jamón ibérico y una buena tortilla de patatas, por lo que sigue siendo muy apreciado tanto por la clientela alemana como por la colonia española en Berlín. Este año, aprovechando el tirón, Brühl dio un paso más en esa dirección y abrió, esta vez en el distrito de Prenzlauerberg, un local de cocina más sofisticada que, por el contrario, no ha cuajado entre el público.

«Después de esta quiebra, ¿debería Brühl intentarlo otra vez y abrir un nuevo restaurante?», pregunta la revista alemana Promiflash a sus lectores, a lo que 843 responden que no, que «debería concentrarse en su trabajo», mientras que 224 afirman que sí, que si le da una vuelta a la idea puede resultar. Lo cierto es que si está expandiendo su actividad en el ámbito de la hostelería es precisamente porque en otras áreas vive momentos confusos. A punto de cumplir 40 años, ha reducido su actividad porque en diciembre de 2016 fue papá por primera vez y deseaba tiempo para su familia. El estrés de tener un bebé en casa, sin embargo, ha creado tiranteces en casa con Felicitas Rombold. Y Brühl solo ha salido para rodar una serie estadounidense de TNT, «The Alienist», en el papel de un psicólogo criminalista que se enfrenta a un asesino en serie, basada en la conocida novela de Caleb Carr y bajo la producción de Cary Fukunaga. Como contrapartida, ha sido nombrado miembro del jurado de la Academy-Award y presidirá las votaciones del jurado de la Berlinale.

Los acontecimientos en Cataluña le han afectado personalmente, tal y como reconocía en un artículo sobre el asunto que firmaba recientemente en el periódico «Süddeutsche Zeitung». «No quiero pintar ningún escenario alarmista, pero me estremezco cuando observo y me doy cuenta de cómo el conflicto me alcanza, cómo veo en mi entorno personal brechas que cada día son más profundas». En un texto en el que se pronunciaba abiertamente en contra de la independencia de Cataluña , reconocía que «la situación se ha tensado tanto que divide a mi propia familia . Hay algunos que están extremadamente a favor de la independencia, y no hablo solo de los nacidos en Cataluña. Otros son radicalmente contrarios». Hace tiempo, su mujer y él sopesaron la posibilidad de mudarse por un periodo largo a Barcelona, reconoce, pero ahora se pregunta si la capital catalana puede ser aún patria «o si una vez que esté allí me quitarán algo».

Paralelamente al desarrollo de estos sentimientos, se venía abajo su proyecto gastronómico , que había inaugurado una vez más junto a su socio Atilano González y apoyado por La Pepita, el negocio de Sofía Boixet y el chef Sergio Andreu ubicado en el corazón de Barcelona. «Daniel se había comprado un apartamento en Gràcia y fue uno de nuestros primeros clientes. Le gustaba mucho venir, charlar sobre nuestras propuestas y terminamos haciéndonos amigos y así fue cómo surgió la idea de abrir este bar de tapas en Berlín», cuenta Boixet, explicando también que su equipo aportaba conocimiento y experiencia en el mundo de la restauración y la importancia de la atención personalizada al cliente sin distinciones. Los clientes, sin embargo, escribían en las redes sociales «el personal no es ni mucho menos tan simpático» o «la comida está más o menos, pero los precios por las nubes ». Estos comentarios han llevado acríticos gastronómicos de la capital alemana a escribir que el bar era «lieblos», algo así como sin amor.

Nadie de su entorno desea confirmar que la hostilidad de las redes sociales esté relacionada con su artículo contra la independencia de Cataluña, ni que tenga que ver eso con la desafección del mismo público que hace unos meses jaleaba la inauguración, aunque a micrófono cerrado sí admiten la relación. Toda la prensa catalana se hizo eco de la apertura del local, al que avanzaban un sonado éxito . La trayectoria exprés de este negocio, que no ha sobrevivido más de nueve meses, supondrá sin duda para Brühl una oportunidad de aprendizaje y profundización, tanto en el mundo del negocio gastronómico como en la realidad de lo que él considera todavía su «media patria».

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