Cristina Onassis con el constructor Joseph Bolker, con quien se casó en 1971
Cristina Onassis con el constructor Joseph Bolker, con quien se casó en 1971 - ARCHIVO ABC

Los cuatro divorcios exprés de Cristina Onassis

Liquidó con rapidez sus matrimonios, pero su hija Athina aún no ha resuelto su ruptura con Doda Miranda

CORRESPONSAL EN ATENAS Actualizado: Guardar
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Cristina Onassis contaba 20 años cuando se casó por vez primera. La misma edad tenía su hija Athina el día en que selló su unión ante el altar con un apuesto jinete brasileño, Doda Miranda, en una boda tan blindada como multitudinaria. Hasta aquí las semejanzas, en terreno marital, entre la malograda madre y la hermética hija. Cristina, fallecida el 19 de noviembre de 1988, fue desdichada en asuntos del corazón y aunque Athina no parece correr mejor suerte, es poco probable que atesore la misma colección de maridos que su difunta madre.

La primera boda de la hija de Aristóteles Onassis fue en 1971 con un constructor norteamericano, Joseph Bolker. Él era un judío de 47 años, divorciado y con hijas.

Entre ambos mediaban casi tres décadas. La heredera se instaló junto a Bolker en Los Ángeles, pero el matrimonio tan sólo duró nueve meses. Entre la propia familia Onassis se comentaba que, con aquella boda, Cristina logró llamar la atención de su padre, quien hizo todo lo posible, chantajes incluidos, para que su hija abandonara a su marido, aunque precisamente este no pretendía aprovecharse de ella: Aristóteles Onassis ya amenazó con desheredarla.

El segundo matrimonio tuvo lugar en julio de 1975. Entretanto, la rica heredera había sufrido grandes pérdidas: la muerte de Alejandro, su querido hermano pequeño, en accidente de aviación en 1973; la de su madre Tina en París, en 1974, por sobredosis de drogas o edema pulmonar (nunca se aclaró); y la de su padre en el Hospital Americano de Neuilly, en marzo de 1975, debido a un fallo respiratorio a consecuencia de su enfermedad, la miastenia gravis.

Se dice que Cristina había prometido a su moribundo progenitor que se casaría con Alejandro Andreadis, heredero de otra gran saga naviera griega. Al parecer, para el armador suponía dejar a su hija en buenas manos. Y Cristina cumplió su palabra. Aquella segunda ceremonia tuvo lugar en Glifada, a pocos kilómetros de Atenas y contó con la presencia de Jacqueline Onassis, viuda del armador. Cristina ya tenía 25 años y su nuevo marido, 31. Pero las cosas no fueron bien: Alejandro necesitaba dinero y dio por sentado que el patrimonio de su esposa era de los dos. Cristina quería seguir siendo independiente en los negocios y tras muchas peleas públicas, se separaron 14 meses después. El dato más irónico fue que Alejadro tuvo un grave accidente de moto en la isla de su esposa, Skorpios, donde trataban de reconciliarse. Pero Cristina le dejó plantado y voló en su jet privado a Montecarlo. Antes, escribió un mensaje en su escayola: «Buen viaje, Alejandro, que tengas más suerte la próxima vez». En julio de 1977, firmaron el divorcio.

Tras una temporada de viajes, trabajo y diversión, llegó el tercer marido para la hija de Onassis. Durante una reunión de negocios celebrada en Moscú, en 1976, le presentaron a un modestísimo ciudadano soviético llamado Sergei Kousov. Jefe del departamento de petroleros de la agencia marítima Sovfracht y con un ojo de cristal, era un hombre casado. Pero consiguió ilusionarla de nuevo. Sergei se divorció y en agosto del 78 desposó a Cristina, en una ceremonia civil en Moscú. Una de las condiciones de Kousov es que ambos tenían que residir en la capital de la URSS, pues él no tenía permiso para instalarse permanentemente en el extranjero. Además, se rumoreaba que era un agente de la KGB, aunque a su enamorada esposa le daba igual. Pero sólo resistió un invierno: rompió el matrimonio 17 meses después, en 1979. Sin embargo, Cristina siempre mantuvo excelentes relaciones con Sergei. «Fue el marido al que más quiso», según su íntima amiga Marina Dodero. Como regalo de despedida, Onassis le entregó a Kousov dos petroleros y las autoridades soviéticas le concedieron un permiso de salida para instalarse fuera de la URSS. El humilde funcionario soviético cimentó así su fortuna.

Gastos e infidelidades

El cuarto cónyuge de Cristina fue Thierry Roussel, un conocido playboy francés. Se conocían de antiguo, pero tras su reencuentro se casaron en 1984: él tenía 31 años y ella, 37. Se divorciaron en 1987, al parecer no sólo porque Roussel fuera un manirroto con la fortuna de su esposa, sino porque mantenía una relación paralela con la bella sueca Marianne Landhage. Y fue Marianne quien ejerció como segunda madre de Athina, nacida en enero de 1985 y única hija de Cristina, tras la muerte de esta en Argentina.

Precisamente en ese país Onassis había encontrado el refugio tras tantos desencantos amorosos y hasta había planeado una quinta boda, esta vez con Jorge Tsombetsoglou, el hermano de Marina Dodero. Empresario textil, cariñoso y optimista, junto a él Cristina recuperó la ilusión y perdió peso. Fue Jorge quien más la lloró durante su entierro en la isla de Skorpios.

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