La breve pero intensa amistad entre Donald Trump y el rapero Kanye West

El marido de Kim Kardashian afirma «sentirse utilizado» por el presidente y promete alejarse de la política

El presidente de Estados Unidos Donald Trump con el rapero Kanye West, el pasado 11 de octubre AFP

DAVID ALANDETE

No ha habido con toda seguridad pareja más extraña en el Despacho Oval que Donald Trump y Kanye West . Dos egos desmedidos, dos millonarios con una clara tendencia a la verborrea y dos astros mayores que la vida misma unió en conjunción interplanetaria. Y, claro, no podía acabar bien. Después de haber proclamado que Trump le hacía sentirse Superman, ahora el rapero ha denunciado que se siente utilizado y, para lavar su conciencia, ha donado 126.000 dólares a una candidata izquierdista en Chicago.

West, uno de los artistas más galardonados y exitosos de esta década, sorprendió a propios y extraños al proclamar en un concierto en noviembre de 2016 que «si votara, hubiera votado a Trump». Se subía el rapero al caballo ganador, pues Trump ya era presidente electo. Al mes siguiente fue recibido con honores en la Torre Trump de Nueva York y el nuevo líder del mundo libre le acompañó en persona al lobby a despedirse de él. Fue el inicio de una corta pero intensa amistad.

Casado desde 2014 con Kim Kardashian , West es uno de los pocos artistas de raza negra que ha apoyado públicamente al presidente . Tal vez es cierto que Trump y otros políticos republicanos hayan querido utilizarle, pero su éxito es dudoso, porque el rapero es incontrolable. La reunión de West y Trump en el Despacho Oval el 11 de octubre fue un desastre sin medida, sobre todo para la imagen del artista. Allí este, con la gorra roja de la campaña electoral de Trump, dio un improvisado y apasionado discurso sobre su raza, la reforma del sistema penitenciario, Corea del Norte y qué significa apoyar al presidente.

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«Mi padre dejó a mi madre, y no tuve mucha energía masculina en mi hogar» , dijo como razón principal para estar allí, frente a Trump, que por una vez se quedó sin palabras. Las críticas no tardaron en llegar. «Ha avergonzado a todos los americanos, pero sobre todo a los de raza negra» , dijo después en CNN Don Lemon, uno de los más reconocidos presentadores afroamericanos.

Relación con el «Blexit»

Luego llegó el Blexit. Este termino imita al del Brexit pero juega con las palabras «black» (negro) y ‹exit› (salida), y defiende que los votantes de raza negra abandonen al Partido Demócrata, una tarea de gran envergadura, porque en 2016 sólo un 8% de ellos optó por Trump. La semana pasada una activista republicana que además es amiga de West, Candance Owens, presentó en Washington la iniciativa, con unas camisetas en las que se leía ese lema, «Blexit», con varios motivos y diseños. «Este logotipo, estos colores, fueron creados por mi gran amigo y héroe Kanye West», dijo Owens.

Estar con Trump es una cosa. Oponerse al partido que en la segunda mitad del siglo XX acabó con la segregación racial es otra. West se distanció inmediatamente del «Blexit»: «Presenté a Candance a la persona que diseñó el logo, que no quería que se empleara su nombre, así que usaron el mío. Nunca he querido que se me asocie con el Blexit.». El martes fue más lejos. Según dijo en Twitter: «He abierto los ojos y ahora me doy cuenta de que se me ha usado para difundir mensajes en los que no creo. Me voy a distanciar de la política para centrarme en ser creativo».

Después le donó los 126.000 dólares a la candidata a la alcaldía de Chicago Amara Enyia, que, como él, es de raza negra, y cuyas propuestas son netamente izquierdistas. West es, como Trump, impredecible. Y como muchos artistas, fascinado por el poder. Ya hubo en el Despacho Oval otro encuentro similar hace casi medio siglo. En 1970 Elvis Presley se presentó a las puertas de la Casa Blanca para que Richard Nixon le diera una placa que le reconociera como agente de narcóticos. El presidente accedió. Y se apuntó un tanto: dos años después fue reelegido. Puede que Trump quiera repetir esa jugada.

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