El «A», símbolo de la plutocracia rusa, al que la crísis no le afecta nada a pesar de su gran coste
El «A», símbolo de la plutocracia rusa, al que la crísis no le afecta nada a pesar de su gran coste - ABC

Andrey Melnichenko, el millonario ruso que asombra al mundo con un megayate de 143 metros de eslora

Es el octavo más grande del mundo y el primero a prueba de bombas

MADRID Actualizado: Guardar
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Solo le ha costado 422 millones de euros y lo ha construido en Alemania. Con 143 metros de eslora, cuatro cubiertas, una sala de máquinas para albergar un partido de baloncesto y tres mástiles de carbono de 90 metros cada uno (más o menos de altos como la Estatua de la Libertad), se ha convertido en el octavo megayate más grande del mundo y en el número uno en cuanto a tecnología, tanto exterior como interior. Esta semana, ha zarpado desde los astilleros alemanes de Kiel para hacer unas pruebas de navegación, antes de ser entregado a su propietario. Según los medios ingleses, se dirige al sur de España.

Ya apuntaba maneras Andrey Melnichenko mediada la década de los 90 cuando iba a tomar copas y a bailar al Club de Mar Mallorca, una famosa discoteca de Palma, a la que llegaba embutido en un Maserati último modelo de la época acompañado de la rubia de turno e invitando a copas a todo lo que se movía.

Mucho dinero le estaba dando su negocio de cabinas de cambio de monedas y su empresa de venta de ordenadores como para comprar todas las acciones del banco ruso MDM, que para los mortales puede ser un gran desconocido, pero es el que mueve las fortunas más relevantes de Rusia como las de Román Abramóvich o de Oleg Deripaska. Más tarde, a finales de la década se asoció con Sergei Popov para hacerse con el imperio del carbón y la energía de Rusia y fundar en 2000 la TMK. Al final, después de unas pocas de vueltas por los negocios del acero y del petróleo, compraron el 50 por ciento de Gazpron.

Casado con Aleksandra, una modelo croata de mucho renombre en los Balcanes, Melnichenko se aficionó a la náutica a mediados de la década de los 2000, cuando apareció por Valencia con un Transpac 52 patrocinado por Gazpron, naturalmente, y descubrió que a parte de Abramovich había varios magnates americanos como Larry Ellison, que funcionaban con megayates.

El «A», que así se llama este engendro de motovelero sin velas, en honor a su mujer, dicen que es un barco a prueba de bombas con unas formas muy vanguardistas que ha diseñado el prestigioso Starck, el mismo que diseña los barcos de Abramovich. Cuenta con un helipuerto, tres piscinas, cristales tintados, inhibidores de radar, sensores de movimiento y más de 40 cámaras de seguridad. Está dotado con un sistema de seguridad, tanto para acceder como para moverse por él por huellas digitales, al que solo tienen acceso sus 37 tripulantes, entre los que hay diez cocineros.

Para mantener este megayate hace falta un presupuesto de 20 millones de euros al año, sin contar los gastos de uso y disfrute cuando se pone en marcha. El barco, que tenía muchas papeletas de invernar en el Real Club Náutico de Valencia, se afincará en Baleares, aunque aún no se ha decidido el lugar.

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