Alaska y Mario Vaquerizo
Alaska y Mario Vaquerizo - KMJ/KMA

América Jova Godoy: «Nunca le he pedido un nieto a Alaska»

La madre de Alaska promociona su libro «Memorias de América: de Cuba a Alaska» junto a su hija y con ganas de contar muchos capítulos de una vida especial

Madrid Actualizado: Guardar
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Tiene 86 años, juega al póker dos días a la semana, los viernes va al casino y es completamente independiente y autosuficiente. América Java es mucho más que la madre de Alaska. En plena promoción de su libro «Memorias de América: de Cuba a Alaska» acude a una de las comidas de la peña «Cuarto Poder» en Casa Lucio y lo hace junto a su hija y con ganas de contar muchos capítulos de una vida especial. América es diferente a casi todas las señoras de su generación, podría ser la musa de cualquier cineasta o mecenas de artistas al estilo Peggy Guggenheim aunque solo sea en su gusto por las gafas.

Es auténtica, única y no se preocupa en maquillar sus respuestas ni inventarse otra vida cuando habla de sus amores, dos maridos y varios amantes, «en España tuve varios amores pero están tan viejos que ya no vale la pena dar sus nombres», y asegura, «yo no he amado mucho, he cogido lo que me ha gustado

y lo he pasado bien. El mal de amores solo lo tuve de jovencita cuando estaba gordita». De sus rupturas no habla con rencor, «Nos dejábamos mutuamente», afirma. «¿Quién no ha sido infiel?», pregunta a la hora de responder a esa cuestión.

América vivió la movida madrileña a través de su hija Alaska «pero era muy niña y yo lo veía como un juego. Siempre le inculqué la idea del trabajo y de ahí que hoy siga trabajando a ese ritmo», cuenta. Evidentemente la estética de Alaska no era del gusto de su madre en esos años de adolescente y aún recuerda divertida cómo en un viaje a Londres se cruzaron con una manifestación de punkies y ella vestía un abrigo de visón. «Nos hicieron un montón de fotos porque yo iba del brazo de mi madre y era un contraste genial. Ojalá algún día encuentre esas imágenes», apostilla Alaska.

A su llegada a España madre e hija estuvieron a punto de regresar a México porque las niñas del colegio no se lo pusieron fácil a la cantante cuando llegó con acento mexicano. «Le dije a mi marido que nos íbamos porque no habíamos venido a España para llorar, pero nos pidió unas semanas y cuando dijo de regresar ya estábamos las dos muy adaptadas. Al final regresó él solo», confiesa América.

América es feliz con su yerno Mario Vaquerizo, se llevan fenomenal desde el primer día. La química que hay entre ambos hace que a veces hasta la propia Alaska se sienta «marginada» pero con mucha dosis de felicidad de ver cómo las dos personas que más quiere se entienden a la perfección. «Nunca le animé a que tuviera un bebé, no le he pedido ser abuela, más bien todo lo contrario. Este mundo no es fácil para tener hijos y a veces no son sinónimo de felicidad porque tengo amigas que lo están pasando muy mal con los suyos. Mi madre también hubiera preferido que yo no hubiera tenido», dice América antes de recordar lo infantil que era Alaska cuando con 10 años seguía creyendo en el ratoncito Pérez. «Por eso se reían las niñas de ella en el colegio. Allí aprendió todo, que los niños no venían en cigüeñas y Papa Noel tampoco en trineo», cuenta mientras su hija disfruta como una niña viéndola recordar una biografía que tiene muchos capítulos por escribir.

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