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Acaba ante la policía en Alicante por un chupito de vodka en un vuelo

Una peluquería inglesa acusa a una compañía de bajo coste de humillarla por beber su propio alcohol en un avión

CORRESPONSAL LONDRES Actualizado: Guardar
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Lucy Yallop, de 32 años, madre de tres hijos y dueña de una peluquería, decidió escapar del frío de su tierra, Durham (Noroeste de Inglaterra) y pasar unos días con una amiga en Alicante. Pero sus vacaciones españolas han acabado en las páginas del diario sensacionalista «Daily Mail», donde acusa a easyJet de humillarla tras sorprenderla intentando verter en un zumo de naranja media botellita de miniatura de vodka, que había comprado en el aeropuerto de Newcastle.

La peluquera se bebió la mitad de la miniatura de vodka en el aeropuerto de salida, tal vez para darse ánimo. Ya en el avión rumbo a Alicante, compró un zumo de naranja con la idea de enriquecerlo con la mitad del alcohol que le quedaba en la botellita.

Un azafato la sorprendió, le retiró la botellita sin darle tiempo a beberla y la amenazó con informar al comandante, para que a la llegada a Alicante compareciese ante la policía española. En efecto, al llegar a tierra, tripulantes del avión la escoltaron hasta el control donde estaban dos agentes españoles, que la dejaron marchar sin problema alguno. «Cuando me vieron los policías se encogieron de hombros y se quedaron sorprendidos al ver que yo estaba tan normal, porque esperaban a alguien que había causado problemas en el avión. Me dejaron ir y seguir con mi viaje».

El azafato que la sorprendió intentando animar el zumo de naranja con vodka privado asegura que le advirtió cuatro veces de que no se podía consumir alcohol de posesión propia en el avión. La peluquera replica que no hubo esos cuatro avisos personales, sino que dos de ellos se dieron por la megafonía del avión, pero pretexta que no pudo oírlos porque había mucha gente hablando.

Lucy reconoce que sabía que estaba prohibido lo que intentó hacer, que lamenta como «una travesura colegial», pero considera totalmente desproporcionada la reacción del tripulante. «Me reprendió en voz alta y me sentí humillada». Cuando la escoltaron a la llegada a Alicante rumbo a la policía asegura que iba «llorando y temblando». Alega que en el vuelo «podía haber comprado dos vodkas dobles sin problemas, como algunos pasajeros» y sostiene que «me disculpé y no discutí». Al final todo se quedó en una anécdota.

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