La fama en la peluquería

A los peluqueros, durante una época, no remota, se les llamó estilistas, porque no sólo recomendaban un cardado sino una estampa completa de la señora o señorita atendida

Marcel Granteau

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Vidal Sassoon fue un peluquero célebre, antes que un champú popular, porque peinaba a Mary Quant y Antoine fue el peluquero de la gran Coco Chanel . Antoine inventó lo que hoy es costumbre: lavar el cabello antes de acometer el arreglo. Hablamos de dos peluqueros de archifamosas, pero también de dos peluqueros famosos, como Marcel Grateau, que descubrió la permanente ondulada; o Christian Hontenbros , un holandés que le dio al movimiento punk su peinado de retrato, incorporando la barbería salvaje al cabello de las chicas.

Hemos citado algunos nombres de oro del escalafón de los peluqueros de siempre, unos peluqueros que cumplieron también de confidentes de las estrellas de su clientela. El peluquero ha tenido siempre algo de poeta de las melenas y consejero, incluso espiritual, de las propietarias de esas melenas de foto. En España hemos tenido algunos peluqueros ilustres, que empiezan o acaban en Llongueras, que es un artista.

A los peluqueros, durante una época, no remota, se les llamó estilistas, porque no sólo recomendaban un cardado sino una estampa completa de la señora o señorita atendida. Circula por ahí la frase, no exenta de sutil veneno, de que «el mundo cambia si te vas a la peluquería». Por la peluquería de algunos de los citados han pasado famosísimas al que un corte de bucles les cambiaba el ánimo y, por tanto, el universo. En España hemos tenido a Llongueras, pero también a Ruphert, y más cerca todavía a Lorena Morlote, Natalia de la Vega o Alberto Cerdán. Cerdán ha puesto estilo en las melenas de Cate Blanchet, o Claudia Schiffer. Por el templo madrileño de Lorena Morlote han pasado Johnny Deep, o Leonardo DiCaprio. Lorena le inventó a Victoria Beckham el corte bob, cuando la Spice fichó por el Madrid, vía marido. Natalia de la Vega gobierna Tacha Beauty, y ahí se encomiendan Paula Echevarría o Maribel Verdú. David Beckham ha venido poniendo de moda todos los peinados despeinados, y cuando se decidió por la «cresta Mohawk», que fue la sensación en el Mundial de Corea, el autor, Aidee Phelan, peluquero irlandés, se hizo famoso con tijeras.

Los peluqueros se hacen famosos por su clientela famosa, obviamente, y así en lo alto del género está Mister Kenneth, cuyo talento se empleó en el mismo tiempo en la melena de Jacqueline Kennedy y en la de Marilyn Monroe . A la primera le preparó su corte mítico, retrato de la elegancia, y a la segunda le afinó el color rubio platino, que ya historia del cine, y del erotismo. A Nancy Reagan y a Tina Turner las peinaba Arthur John, una leyenda del oficio, con salón en Los Ángeles, y ahí ha ejercido de estilista Adir Abergel, el culpable de las coletas de Gwyneth Paltrow en los Oscar, por citar alguno de sus alardes populares. Arthur John perpetró los rizos de Jennifer Beals en «Flashdance», y Adir Abergel es el hacedor de los peinados de la chica de moda, Emilia Clarke. Son la fama en la peluquería, ellos, los ejecutantes, y ellas, la entregada clientela.

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