Una villa romana entre los búnkeres de la Guerra Civil de la Casa de Campo

Las monedas, fíbulas y cerámicas halladas permiten datar el yacimiento en el siglo II

El delegado de Medio Ambiente y Movilidad junto a los arqueólogos en el hallazgo de la Casa de Campo ISABEL PERMUY

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Excavar en la Casa de Campo es como pasar las páginas de un libro de historia. Vestigios de diferentes épocas se solapan en cada estrato. Desde los romanos hasta las trincheras de la Guerra Civil . Todo bajo un mismo suelo. El empedrado de una casa, tejas, monedas y cerámicas del siglo II quedaron selladas bajo un solar situado entre las vías del metro y el arroyo de Meaques. Siglos después, este mismo lugar, frente al cerro de Garabitas , fue escogido por las tropas republicanas para situar sus posiciones de tiro. La historia más pretérita y la contemporánea solapadas en un terreno de apenas una hectárea.

Hace dos años que se retomó la excavación que el prestigioso arqueólogo y antropólogo José Pérez de Barradas inició en 1933 y que se interrumpió por la contienda. En aquella expedición ya se detectaron huesos de animales, cerámica tosca, tierra sellada (térra sigillata), teselas de mosaico , algún fragmento de estuco y trozos de vidrio y de metal. También se descubrieron restos de un pavimento tosco formado por un empedrado de cantos rodados y el muro de una piscina.

Repasando las notas del experto, los miembros de la Plataforma Salvemos la Casa de Campo dieron la pista clave para encontrar el yacimiento romano dentro del parque. Esta nueva campaña, dirigida por el arqueólogo Manuel Silvestre, pretendía revelar con mayor precisión qué se escondía bajo la maleza.

Aunque aún se trabaja sobre el terreno, el equipo de arqueólogos ha encontrado las improntas de los trabajos realizados por Pérez de Barradas. También detectó una gran bolsa de cenizas que él documentó, entre las que había fragmentos de cerámicas romanas (tipo térra sigillata), una moneda romana, fragmentos de una posible fíbula (un broche para la túnica), así como material de construcción.

Futuro bosque

Como estas ruinas no son susceptibles de alojar un museo o de incorporarse a la colección, una vez que concluya este trabajo se realizará una fase de restauración medioambiental protegiéndolas con una capa geotextil. Alrededor de la zona, en el terreno afectado, se procederá a la plantación de 400 plantas autóctonas para convertir el lugar en zona forestal.

«Lo más importante es que este suelo de piedra tosca demuestra que aquí ha habido una presencia humana asentada en el siglo II; es decir, muchísimo antes de lo que siempre damos como fundación de Madrid, del Magerit árabe», expresó el responsable de reforestar la zona, Santiago Soria. Aunque el yacimiento no se expondrán al público -salvo el material recogido, que se llevará al Museo de San Isidro -, sí tiene interés científico e histórico, por lo que el Ayuntamiento de Madrid ha solicitado a la Comunidad permiso para seguir con las excavaciones. Y así poder seguir destapando nuevos capítulos de la historia.

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