Día del vendedor de prensa: «Los quiosqueros somos los psicólogos del barrio»

Los vendedores de prensa celebran hoy su día reivindicando la «función» social que cumplen los quioscos con su fiel clientela

Mariano Mayo, en su quiosco de la glorieta de Ruiz Jiménez José Ramón Ladra
Adrián Delgado

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Cuando Mariano Mayo empezó a vender periódicos por las calles de Chamberí no existían los quioscos de prensa . «A los 13 empecé a trabajar en el negocio familiar voceando y repartiendo por las casas, pero ya desde muy pequeño estuve siempre metido entre periódicos. Ahora tengo 65 años». Casi todo el barrio –aquellos vecinos que han nacido y crecido en él, como este quiosquero– le conocen y le han pedido «algún favor» en más de medio siglo que lleva abasteciéndolo de prensa y revistas. Desde su quiosco, un templete del papel y la tinta en la castiza glorieta de Ruiz Jiménez , Mariano celebrará hoy el día de su gremio junto al resto de colegas. Con la jubilación en el horizonte, este quiosquero ha dedicado su vida a un oficio que no atraviesa su mejor momento , pero que tiene fuerza para «reinventarse».

«Somos un servicio público. Cumplimos con una función social en el barrio. Somos un punto de encuentro, una parada agradable en mitad del ajetreo e, incluso, los psicólogos del barrio », enumera este veterano vendedor, acostumbrado a escuchar pacientemente las alegrías y las desgracias ajenas. «He visto y escuchado de todo», explica sin querer revelar ninguna confidencia. Como un sacerdote, Mariano guarda sigilo sacramental para tranquilidad de sus clientes.

A pesar de lo duro que resulta este ritmo de vida, reconoce que piensa aguantar «todo lo que pueda». Es consciente de que con él se acabará la saga familiar de quiosqueros . «Mis hijos no continuarán, ni yo creo que sea bueno. Esto es muy sacrificado», reconoce. «Es un negocio que ha cambiado radicalmente desde el nacimiento de internet. Con la crisis hemos tenido que reinventarnos y vender tabaco, agua, refrescos, coleccionables y todo lo que nos dejen. La normativa del Ayuntamiento es muy restrictiva. A mi me gustaría ser como unos “chinos”, que pueden vender de todo», apunta.

Además de celebrar su día, la Asociación de Vendedores Profesionales de Prensa de Madrid entregarán este 5 de octubre, a primerísima hora, los periódicos del día la alcaldesa Manuela Carmena. Lo harán acompañando este gesto simbólico de buena parte de sus reivindicaciones. Entre ellas destaca la petición histórica de que el Ayuntamiento autorice la publicidad genérica a los quioscos de la capital. «Es algo importante para nuestro futuro, en un momento en el que este negocio necesita reinventarse», asegura Teresa Araujo desde su quiosco de la calle Bravo Murillo, a la altura del número 133. Es la presidenta de los quiosqueros madrileños, hija y nieta de vendedores de prensa.

Homenaje al lector

El negocio ha cambiado mucho pero el cliente sigue siendo, para Teresa, el eje del quiosco. «Se forja un vínculo muy especial entre el quiosquero y el comprador habitual. Confían en nosotros y prueba de ello es que nos dejan hasta las llaves de su casa», presume. Por eso, los quiosqueros plantean la jornada de hoy como un homenaje a su clientela fiel. «Algunos quioscos regalan un clavel rojo para agradecer su confianza en nuestros puntos de venta», cuenta. «Celebrar, como tal, podemos celebrar lo justo. Hay que recordar que desde 2012 hay un 37% menos de quioscos en Madrid. Solo desde el verano han cerrado seis. Ahora mismo hay poco más de 400, de los 600 que llegamos a ser en toda la capital», expone.

Teresa Araujo, presidenta de la Asociación de Vendedores Profesionales de Prensa de Madrid, en su quiosco de Bravo Murillo José Ramón Ladra

«Antes era un negocio que se transmitía de padres a hijos, algo que ahora ocurre en muy pocas ocasiones», asegura. Ella heredó este punto de venta de su padre y ha trabajado en él desde hace tres décadas. «Todo ha cambiado. Antes había muy pocas revistas y ahora llenan el expositor», relata. Aunque las personas mayores siguen siendo los más fieles, las revistas de música y videojuegos han acercado al quiosco a los más jóvenes. «Los turistas también suponen una parte importante. No todos compran. Algunos solo preguntan por una calle o un monumento cuando andan perdidos», comenta.

Café, chucherías, pasatiempos, coleccionables o «souvenirs» completan el catálogo de servicios que ofrecen los quiosqueros de Madrid.

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