San Ricardo: una parroquia entre bares de copas

Manuel Fraga fue uno de los destacados feligreses de este templo de la calle Gaztambide

Fachada de la parroquia de san Ricardo Maya Balanyà
José Francisco Serrano Oceja

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Cuentan las crónicas que la parroquia de san Ricardo es la única parroquia subterránea que queda en Madrid. Depende de cómo se entienda lo de subterránea. No se puede negar que aquí las apariencias engañan. Nada es lo que parece. La parroquia de san Ricardo, en los bajos de Aurrerá , bien pegadita a los locales de ocio juvenil nocturno, copas y más copas, movida de los años sesenta y setenta, que no es la movida del mayo del 68 por cierto, está en una zona de entrada y salida del Madrid de toda la vida. Y no es lo que parece, si nos detenemos en la fachada. O en las fachadas, porque son dos, como dos son las puertas de acceso al templo desde el centro algo más y algo menos que comercial, que lo es también de viviendas. Dos puertas que protegen un templo con una forma de quilla de barco , un templo que gana perspectiva a medida que te acercas al altar. La fría impresión interior se muda con la cálida acogida interior de una comunidad que cuida su Iglesia.

Y hablando de la comunidad, que es siempre es de fieles, y no solo de vecinos. Por allí me imagino a don Manuel Fraga , sentado en un banco de esa Iglesia escondida, como buen feligrés que fue de esta parroquia de la calle Gaztambide. Seiscientas personas es el aforo sentado, seiscientas, que son muchas personas, bueno, o pocas si se relacionan con las doce mil, aproximadamente, que viven en el territorio parroquial. Una pena que no se conserven datos del arquitecto, ni del autor de las modernas esculturas, de la cruz que preside el presbiterio, del singular Vía crucis, único en su factura, y de la Virgen de piedra blanca que ocupa la parte central del templo. Amalgama de estilos, con un añadido san Ricardo, que es rey y santo, y que también, como imagen, merece la pena.

Pedro Santiago Álvarez Porras, parroco de San Ricardo M. BALANYÀ

Esta parroquia, desgajada de la del Cristo de la Victoria, cumplió hace bien poco cincuenta años de su erección canónica. Según reza la placa que sirve de pórtico, se bendijo el templo el primero de julio de 1972 por el cardenal Vicente Enrique y Tarancón en persona. Tiene ahora a Pedro Santiago Álvarez Porras como párroco y a José Manuel Rabanal Martínez como vicario parroquial. Les ayudan también Fernando Azuaje, sacerdote venezolano; Nicolas Mateos y el padre escolapio Juan García. Colaboran además varias Vírgenes Consagradas, del Orden de las Vírgenes, que es un estado de vida con vigencia en la Iglesia. Según la Guía diocesana, en su versión web no siempre actualizada, en el territorio de la parroquia nos encontramos con las comunidades de religiosas de Dominicas de la Inmaculada Concepción, Hermanas Misioneras Dominicas del Rosario, Hermanas Capuchinas del Divino Pastor y la Filiación cordimariana. Cuatro han sido los párrocos en toda la historia, y entre los sacerdotes que han prestado aquí sus servicios hay que recordar a quien fue director de la revista religiosa Vida Nueva, Juan Rubio, hoy por su Andalucía del alma. La parroquia tiene un extenso servicio de cultos, celebraciones eucarísticas, sacramentos y sacramentales. Destaca la Adoración Eucarística y el rezo de Vísperas.

Parroquia de San Ricardo MAYA BALANYÀ

De entre las actividades, que no son pocas, en una feligresía con una media de edad alta, muy generosa en sus aportaciones económicas, el párroco destaca el capítulo dedicado a la oración, con la Adoración Nocturna , el Apostolado de la Oración, y el grupo de oración de jóvenes, una veintena, que se reúnen semanalmente. También hay dos grupos de catecumenado de adultos, uno de Vida Ascendente y un grupo de matrimonios. Niños pocos en catequesis por eso de que los de la zona asisten a colegios religiosos que prestan sus servicios en la iniciación cristiana. Cáritas es uno de los puntales, tanto en lo que se refiera a acogida como a prestación de servicios y ayudas económicas directas. El presupuesto en el año pasado ascendió a unos treinta mil euros, cantidad nada desdeñable.

Si por algo se caracteriza esta parroquia es por su extraordinario Belén, orgullo también de sus feligreses. Y por una iniciativa, ligada al Plan diocesano de Pastoral , de carácter formativo, “Los paseos por Madrid” que, por cierto, ahora están de moda, el descubrimiento de lo cercano, de lo inmediato en la clave de fe y de cultura.

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