Salamanca

«Los rumanos se han adueñado del parque de las avenidas para ejercer la mendicidad»

Los vecinos se quejan de esa práctica y del campamento que han montado en el que hacen fogatas para cocinar y pernoctar

Una indigente rumana, ayer, en la avenida de Bruselas ISABEL PERMUY
M. J. Álvarez

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Llevan más de un lustro instalados en el barrio de la Guindalera , en la zona del parque de las Avenidas del distrito de Salamanca. Son un nutrido grupo de rumanos de etnia gitana que practican la mendicidad . «A lo largo de la avenida de Bruselas desde la Iglesia de San Bautista hasta más de la mitad de la calle se instalan en la puerta de los bancos, tiendas, mercados, metro... Llegan temprano, sobre la ocho, y suelen acabar a la hora de comer. A veces se hacen relevos entre ellos», coinciden Martín y Manuela. En función de la época puede haber 15 o 20.

«Yo he visto cómo las mafias los traen todos los días en furgonetas y los reparten a cada uno en su puesto, que es exclusivo. En ocasiones han llegado algún búlgaro y han reñido. He escuchado decir: "Este es mi sitio, largo de aquí"», precisa José Luis.

Este hombre se queja de que algunos de esos pedigüeños son muy insistentes y, además de agitar el bote que llevan con monedas delante de sus narices, les increpan si no les dan dinero. No es lo habitual. «La mayoría de la gente de esta zona es mayor y no sé lo que se deben pensar, que somos ricos o que nos sobra el dinero », indica.

Los residentes interrogados por ABC ignoran el motivo elegido para que esa calle y sus aledaños concentren parte de la mendicidad de la capital, a pesar de no ser un lugar céntrico. «Se han adueñado de la zona, en particular de la avenida de Bruselas por ser la única vía comercial. Los rostros van cambiando , los hay jóvenes, más mayores, sin piernas...», agrega Ricardo. «Yo les daba al principio, hasta que me di cuenta de lo que estaba fomentando».

ISABEL PERMUY

«La mendicidad es su medio de vida . Si obtienen 20-30 o 40 euros aunque tengan que dar a sus explotadores van tirado», indica Jose. Relata, molesto, lo que le ocurrió con un joven rumano. «Le dije que si no prefería trabajar en lugar de pedir y me espetó que le dijera dónde había un empleo. Le envié a la parroquia , a la que recurren las personas que necesitan cuidadores para ancianos, tareas domésticas, niños, etc. ¿A qué no sabes qué contestó? Que él no valía para eso. Claro, es más fácil vivir como vive», concluye.

Pepe agrega: « Algunos en misa te dan la paz y luego te piden al salir a la calle». Relata que hubo una temporada en la que unas jóvenes bien vestidas seguían a los mayores que iban en andador y con la excusa de preguntarles la hora, les robaban.

Hedor insoportable

Debajo del puente de la A-2, en la avenida de Camilo José Cela un grupo que se reúne para dormir. «Llegan a partir de las ocho , pueden ser unos 20 o 30, hacen fogatas para cocinar, apilan mantas, cartones y hacen sus necesidades junto a los pilares», indica María. No miente. El hedor es insoportable.

A media mañana no hay nadie. Solo bolsas colgadas en la pared y colchones que un operario del área de Medioambiente del Ayuntamiento de Madrid recoge para tirar. «Esto es a diario. Tiramos todo lo que dejan en el suelo. Ahí arriba, enfrente, tienen más trastos guardados», explica, mientras deposita una colchoneta en su camión.

Entre unos matorrales tienen bandejas de carne picada, filetes de pollo, tomates... Es su despensa. Les da el sol y abundan las moscas. Sobre los arbustos, hay una sartén con restos de carne cocinada. « Algunos se lavan en la fuente y se llevan las garrafas con el agua. Esto es tercermundista y nadie lo ataja».

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