Iglesias

Parroquia de San Vicente de Paúl: espíritu vicenciano en Carabanchel bajo

En este templo tiene un peso especial la asistencia social a 300 familias necesitadas

MAYA BALANYÁ

De nuevo, en esta serie, una Hija de la Caridad como protagonista, Sor Bibiana. De nuevo, un religioso Paúl, el padre Veremundo Pardo. De nuevo, un obispo, el patriarca de las Indias, monseñor Eijo y Garay. De nuevo, el Madrid de Carabanchel , que es un abrazo de ciudad a quienes llegaron buscando trabajo, porque las ciudades también abrazan, y Madrid lo hace mucho. De nuevo, la historia de una población que se expande y una Iglesia que acompaña. Ocurrió en marzo de 1942, cuando sor Bibiana se empeñó en una parroquia. No solo una parroquia, un barrio, San Vicente de Paúl , en Carabanchel, que hasta hace muy poco celebraba por todo lo alto la fiesta del santo. Fue el padre Adolfo Tobar quien se dirigió al Instituto de la Vivienda y consiguió de José Fonseca que se construyera esa ciudad vicenciana en la zona de la avenida de Oporto. Y fue monseñor José María García Lahiguera quien bendijo el muy digno templo, obra de la empresa Construcciones Colomina, según los planos de los arquitectos Juan Piqueras Meléndez y Juan José Fonseca.

La parroquia de San Vicente de Paúl, en la plaza del nombre del santo, es una parroquia en la que se palpa el espíritu vicenciano. El pórtico, la vidriera de los talleres Maumejean, el tetramorfos que acoge a quien asciende por la escalinata hacia un altar bajo los frescos de un retablo, obra reciente de Arturo Asensio, en el que se representan los mártires vicencianos del siglo XX en España. Un calvario como retablo y unos frescos en el fondo dan forma a un conjunto cargado de simbolismo, que lleva a la meditación. José Francisco Orozco es el actual párroco. Solo lleva tres meses, pero parece que lleva más.

En la conversación interviene esporádicamente el padre Berzal, memoria viva de la comunidad de religiosos paúles que prestan aquí su servicios. Cinco sacerdotes y un diácono, que se acaba de ordenar en Sevilla. Comenta el padre Orozco que tienen «una sensibilidad y un especial gusto por la liturgia, celebraciones dignas, atención al sacramento de la penitencia, la predicación, el rosario, los sacramentos», alimento de los pobres. Y, añade: «Nuestro carisma nos invita a ser signo de la misericordia de Cristo para los más necesitados, vengan de donde vengan, estén en la situación en la que estén».

Apoyo a menores

De hecho, la Cáritas parroquial es uno de los capítulos más cuidados, en un barrio de múltiples formas de inmigración. Cáritas cuenta con una treintena de voluntarios, que atienden a trescientas familias. El proceso se realiza en las fases de acogida, atención con el ropero y la entrega de alimentos, y seguimiento. Ahora están embarcados en un proyecto, con la Vicaría, de apoyo integral a menores con riesgo de exclusión. Pero el padre José Francisco apunta un dato interesante: la caridad de la parroquia no se acaba en el momento de la entrega de alimentos o de ropa. Las personas atendidas en Cáritas se suman a la vida parroquial. La feligresía, cerca de veinte mil almas censadas en el territorio, es generosa, más incluso con los necesitados, como se muestra en la colecta y en el cepillo de la caridad. La parroquia, ciertamente, no tiene un presupuesto muy boyante.

Aquí, por cierto, trabajan los padres Enrique Sanz Porras y Marcelino Mayor Rodríguez , en una comunidad que cuenta con una catequesis de preparación a la primera comunión muy numerosa, más de trescientos niños. La misa del domingo a las once de la mañana es un cielo en forma de patio de colegio. También hay en la parroquia un grupo de la Adoración Nocturna y dos asociaciones singulares, la del Cristo del Perdón, que procesiona en Semana Santa y que hace sus obras de caridad con, por ejemplo, una completa beca misionera. Y la de la Medalla de la Milagrosa. Las voluntarias de la Caridad, que pertenecen a la Asociación internacional de la Caridad, trabajan en la Cáritas parroquial. Hay un número considerable de bautizos y, en los últimos meses, se ha incrementado el número de matrimonios canónicos por la circunstancia de que parejas que conviven de hecho o están casados por lo civil, cuando traen los niños a la catequesis, piden el sacramento del matrimonio en una comunidad servicial y abierta.

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