Los padres de Aitor García llamaron al Summa 112 después de que su hijo manifestara tener problemas respiratorios. El joven de 24 años se ahogaba y llegó a desmayarse. Al otro lado de la línea, un médico de emergencias atendió esta llamada con calma: «Señora, su hijo no tiene nada. Respira perfectamente». Incluso, le comenta que su hijo se ha «tomado algo»: «Yo creo que está un poco tocao» , dice. Y, poco después de que cuelgue el teléfono, tras solicitar una ambulancia sin médico. Aitor, insconciente, se pone «azul», entra en parada cardiorrespiratoria y comienza a morirse. El joven entró en muerte cerebral ese 14 de enero de 2018 y, cuatro días más tarde, falleció
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