Sucesos

Mata a su mujer y guarda el cuerpo durante un día en su casa antes de entregarse

Ella estaba en la cama y tenía golpes en la cabeza y en el rostro. Él tenía antecedentes por malos tratos, pero su mujer había retirado la denuncia. Ocurrió en Getafe

El edificio en donde ocurrió el crimen, situado en el número 1 de la calle del Oeste de Getafe José Ramón Ladra
M. J. Álvarez

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«He asesinado a mi mujer ». Así se pronunció Francisco Pando, de 71 años, la pasada madrugada. Fue a las 05.10 horas de ayer en la comisaría del municipio madrileño de Getafe, en donde residían ambos. De inmediato, tres vehículos policiales acudieron hasta el domicilio de la pareja, situado en el barrio de San Isidro , para comprobarlo.

El septuagenario no mentía. Ahí, en el piso 1º 1, sobre la cama del dormitorio yacía el cadáver de su pareja, María Raquel Castaño Fenoll, de 63 años . Había sido degollada y presentaba múltiples cuchilladas por todo el cuerpo, sobre todo, en un costado. Además, presentaba fuertes golpes en la cabeza y en la cara. Por el estado de rigidez del cuerpo, todo apuntaba a que el crimen no era reciente. Y así fue. El homicidio se produjo la madrugada del lunes al martes, es decir, 24 horas antes. Durante ese tiempo, Francisco o Paco, como era conocido, estuvo con el cadáver de su pareja en su domicilio .

El autor confeso tenía dos antecedentes por violencia de género sobre la fallecida. No le pusieron ninguna orden de alejamiento, ya que el caso fue archivado. La primera denuncia obedeció a la intervención de los vecinos que llamaron a la Policía Local. Fue en 2011. La trabajadora social se puso en contacto con la víctima para ayudarla en todo lo necesario, pero María Raquel no acudió a la cita. Sin embargo, un año después, en 2012, fue ella misma la que le denunció por malos tratos, aunque más tarde retiró la acusación , por lo que el caso se archivó.

«Ella pidió auxilio»

Las broncas entre la pareja eran el pan nuestro de cada día , a decir de sus vecinos. La última vez que escucharon golpes y ruidos fue, precisamente, la madrugada del lunes al martes. «Habían estado discutiendo toda la tarde en la calle y luego en casa. Los gritos eran terribles. Ella pedía auxilio. Pero como estamos acostumbrados a sus gritos e insultos, hasta cerramos las ventanas para no oír; no hicimos nada», se lamentaba Juan, residente en el edificio.

«Para mí que se pegaban los dos, luego hacían las paces y salían abrazados», agregaba María Teresa, otra vecina. Coincidían en calificarles de raros. «Si él lo es, ella lo era más; yo creo que no estaba bien de la cabeza. No se relacionaban con los demás. Eran alcohólicos ; a él no se le notaba mucho, parece un indigente, pero a ella sí e iba con tacones y haciendo eses, tenía una pinta...», indicaban Juan y Dani

Paco era divorciado y tenía varios hijos. Tras separarse, se fue con sus padres. «Era educado y agradable, pero empezó a cambiar y a abandonarse. Su padre murió y su madre acabó en una residencia y él se quedó aquí», decían. Luego, hace unos 7 o 10 años, llegó ella. «María Raquel salía a la calle a comer o se iba al Metro, también rebuscaba entre la basura. Salía cargada de bolsas y volvía a la una o las dos de la madrugada con ellas», añadió Antonio, conocedor de la víctima. Aunque muchos habían vaticinado que las broncas acabarían mal, pocos se esperaban este dramático final.

Con la de Getafe, el número de víctimas de violencia machista en la región asciende a 8, casi el triple que en 2016, que acabó con 3.

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