La librería de las tertulias médicas de Ramón y Cajal

El Premio Nobel de Medicina editó en la librería Nicolás Moya la mayor parte de sus publicaciones

Situada en Carretas 29, es una de las pocas librerías especializadas que quedan en Madrid BELÉN RODRIGO

BELÉN RODRIGO

Santiago Ramón y Cajal eligió esta librería de Madrid para editar sus libros. En sus inicios, la librería Nicolás Moya fue también imprenta , permitiendo así al reconocido médico supervisar la edición de sus manuscritos. Además de confiarles la publicación de sus teorías, en esta tienda organizaba tertulias en las que participaban catedráticos de la Facultad , los profesores de los hospitales y muchos médicos famosos . «Creó una cierta amistad con mi bisabuelo y abuelo. Siempre he oído decir en casa que Ramón y Cajal fue un hombre callado y reservado y que, si bien como investigador era muy bueno, no existía tanto consenso al evaluarle como profesor. En su faceta de docente no brilló tanto, según los comentarios de quien acompañaban su trabajo», explica a ABC Gema Moya , bisnieta del fundador de esta casa.

Nicolás Moya Jiménez , natural de Alovera (Guadalajara), llegó joven a Madrid y trabajó en varias librerías hasta que decidió abrir la suya propia, en 1862 . «Era muy joven y necesitó varias autorizaciones de su padre para crear su propio negocio», cuenta Gema, quien con su primo Nicolás Moyá representan la cuarta generación familiar que regenta la librería. Cuando Nicolás Moya decidió especializarse en Medicina (el primero en hacerlo) resultó extraño, «muchos pensaron que no duraría mucho tiempo y acabamos de cumplir 150 años». El local original estaba situado en el número 8 de la calle Carretas y a comienzos del siglo XX se trasladaron al número 29, donde se mantiene el negocio.

La librería se especializó en manuales de Medicina y después en Veterinaria, Agricultura y náutica BELÉN RODRIGO

Imprenta Moyá y Plaza

Estaban relativamente próximos de la Facultad de Medicina de San Carlos y se fue convirtiendo en punto de referencia para los médicos y académicos. A la especialidad de Medicina se fueron añadiendo otras como Veterinaria, Ganadería Agricultura. Hasta antes de la Guerra Civil, Nicolás Moyá montó una imprenta con un socio, que se llamó Moya y Plaza , la cual editó la mayor parte de los libros del Premio Nobel Ramón y Cajal. Además, en la imprenta se publicaban las traducciones de obras científicas francesas, inglesas y alemanas. Con el tiempo fue designada por el Instituto Hidrográfico de la Marina de Cádiz, para la venta de sus Cartas Náuticas y Publicaciones Oficiales, por lo que, amplió de nuevo su fondo con libros para la navegación deportiva, navegación profesional y demás obras relacionadas con el tema náutico.

Ramón y Cajal «participaba en las tertulias que se organizaban en la librería y venía mucho a corregir las pruebas de sus publicaciones», revela la bisnieta del fundador. Junto a él pasaban sus contemporáneos algunos de los cuales, como J osé Letamendi o Federico Loriz, también editaban sus obras. La trastienda fue un punto de reunión de los catedráticos y médicos . Durante el conflicto bélico la tienda se mantuvo abierta, pero «se requisó mucho material que nunca se devolvió», afirma Gema Moyá. Su abuelo tuvo prácticamente que empezar de cero «y afortunadamente lo consiguió», añade.

Al fallecer el fundador, su hijo Nicolás Moya Blondel siguió con el negocio de su padre. En la tercera generación , de sus cinco descendientes, fueron los tres varones (Nicolás, José y Antonio) los que continuaron en la librería que ahora regentan dos de sus descendientes, los primos Gema y Nicolás Moya.

El manual Merck es uno de los libros más procurados en la tienda BELÉN RODRIGO

En el interior de la tienda pocas cosas han cambiado. «Ahora ya no tenemos tanto stock pero seguimos intentando tener todas las novedades y la variedad posible», explica la dueña. Donde notan cambios es en la actitud de la clientela, «acostumbrada a leer ahora en pantalla y no da mucho valor al libro en papel», advierte. «No les importa pagar 30 o 40 euros por picar algo en un bar pero sienta mal pagar 15 o 20 euros por un libro». A pesar del cambio social por esta casa siguen pasando profesionales de la Medicina y de Veterinaria para adquirir libros difíciles de encontrar en otro lado. «Ya no quedan casi librerías en Madrid, todo se reduce a la Casa del Libro, Fnac y El Corte Inglés. Y en ocasiones no resulta fácil encontrar algunos libros en Internet», asegura Gema Moya. Esa singularidad es la que buscan los clientes que valoran también el trato cercano y amable que se recibe en la casa. Tratan de aconsejar todo lo que pueden a los compradores, pero Gema recuerda que «no somos médicos, aunque muchas personas creen que sí, y nos cuentan sus problemas y enfermedades».

Hace unas décadas la calle Carretas y alrededores tenía varias

La librería Moyá acaba de cumplir 150 años BELÉN RODRIGO

librerías, como Pueblo, Manzano o Multicolor, donde se vendías los libros de texto «y se formaban siempre largas colas». Ahora Nicolás Moya es la única resistente de la zona, y sigue recibiendo la visita de los estudiantes de Medicina, pero muchas veces solo para ver lo que se ha publicado, «ya entran diciendo que después de pagar la matrícula se han quedado sin dinero para libros». Entre los libros que más se venden en esta librería están los clásicos de La medicina interna de Farreras o La medicina interna de Harrison así como libros de Medicina interna de pequeños animales de Nelson. Y cuanto más técnico sea el libro, más caro. Durante mucho tiempo «hemos vendido cartas de navegación , pero ahora casi todo el mundo va con GPS», explica Gema. En estas fechas navideñas, han introducido libros infantiles y según sea la respuesta de los clientes los mantendrán o no. En la página web se pueden consultar todos los libros y se hacen envíos, también al extranjero. De hecho tienen algunos turistas extranjeros que son sus clientes, de países como Argentina, Cuba o Venezuela.

La quinta generación de la familia Moya todavía no ha entrado en contacto con el negocio. Algunos ya tienen otras profesiones, pero otros, en unos años, podrían seguir los pasos de sus antepasados. Y en los tiempos que corren, la especialización es su mejor tarjeta de visita.

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