Ángel Antonio Herrera - CARTAS A LA ALCALDESA

Lavapiés

A la suciedad de ambiente del barrio le ha caído, además, la miseria municipal de señalar a la policía, que no ha hecho sino cumplir su trabajo difícil

Varias personas pasean por la calle de Mesón de Paredes MAYA BALANYÀ
Ángel Antonio Herrera

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El barrio de Lavapiés va en moda de titulares, muy a su pesar. Hace nada, hablábamos aquí de La Latina, que es zona vecina, como un sitio «noble y sucio», siguiendo la acuñación de un clásico, a propósito del Oriente del mundo. Pero el barrio «noble y sucio» es, en rigor, Lavapiés, porque en él se da la manolería, desde antaño, y en él se da la mugre, desde hace no mucho, alcaldesa. Estamos en un sitio que alterna la manola y el grafiti, el anticuario y el hachís, el mantero y la bulería. Lavapiés tiene algo del Oriente del Madrid , que incluye cien nacionalidades, casi, pasando por Senegal.

A la suciedad de ambiente del barrio le ha caído, además, la miseria municipal de señalar a la policía, que no ha hecho sino cumplir su trabajo difícil. Es obvio que apuntamos todo esto tras la muerte del mantero Mmame Mbaye , que ha metido al barrio en una estampa de destrucción y al Consistorio en una crisis severa. Hoy esta columna no va de glosa de paseante, como otras veces, aunque un poco sí, porque el paseo por Lavapiés es hoy el paseo por un barrio que está en el periódico, como barrio sin ley , y después el paseo por el barrio propiamente dicho, que ofrece lo de siempre: una tribu de gentes diversas, y contrarias a menudo, que insisten en sobrevivir.

Lo de los periódicos ya nos lo sabemos, alcaldesa. En síntesis, el Ayuntamiento obró mal y tarde , la policía cumplió, y los africanos se portaron ceñidos y pacíficos, que es como son. O sea, lo contrario a los antisistema, que practican la sinrazón de pasamontaña y el revólver de Twitter. Lo del barrio propiamente dicho se lo voy yo a poner aquí, alcaldesa, que acabo de darme un voltio por la calle del Oso, donde nació Ana Belén.

Los inmigrantes y los jubilatas se van haciendo a la convivencia bulliciosa, y entre unos y otros el barrio prueba a prosperar como sucursal de Chueca, con peores fachadas y menos saunas. Pero en todo esto pone riesgo, y desorden, y delito, el trapicheo de droga , que tiene tomada al anochecer la Plaza de Tirso, por ejemplo, y los fondos del Rastro. Palabra de los vecinos.

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