Jesús Sánchez Martos: «No externalizaremos nada, pero hay que racionalizar recursos»

«Tenemos la mejor sanidad del mundo». No se puede esperar otra cosa de un consejero del ramo que, además, es médico, enfermero, profesor y asiduo en tertulias. Jesús Sánchez Martos domina la comunicación. Ama su profesión, pero es novato en la política. Por eso, nada más llegar, suelta a bocajarro: «Cristina Cifuentes no me ha puesto a dedo. Soy un cargo de confianza». Y, quizás por ello, ya le ha echado un órdago a la «dedocracia». Tanto, que ha apoyado una enmienda del PSOE para acabar, en un año, con los nombramientos «digitales».

–Lasquetty «cayó» por las externalizaciones y Javier Rodríguez por la crisis del ébola. ¿Tiene Sánchez Martos su talón de Aquiles?

–¡Pues empezamos bien! Yo tengo dos talones: el izquierdo y el derecho.

Pero, nunca me planteo tal cuestión cuando empiezo con optimismo. Soy un consejero que busca la eficacia, la eficiencia y la efectividad del sistema.

–Traduzca, traduzca...

–Que se utilicen mejor los hospitales y se opere por las tardes y los fines de semana; que se hagan radiografías y escáneres por las tardes y los sábados por la mañana... No conviene olvidar que aumenta la esperanza de vida y eso obliga a disponer de un sistema de salud muy completo y equilibrado.

–Recuerda usted a los médicos de cabecera de toda la vida...

–Gracias. Y se las doy porque es evidente mi respeto a este oficio. Conviene pensar en los hitos de la medicina en los dos siglos anteriores y aprovecharlos para el que estamos viviendo. Por ejemplo, la higiene de manos.

–¿Qué me dice?

–Es una medida que no cuesta dinero y la que más ha disminuido la morbilidad y la mortalidad en todo el mundo. Higiene, antibióticos y vacunas son los principios fundamentales por los que la gente vive más años.

–Eso es formidable.

–Sí, claro, pero tiene sus efectos secundarios. Habrá más personas con alzhéimer o con cáncer vivas porque se ha diagnosticado precozmente. Tenemos personas con 50 años con un infarto que siguen vivas con un muelle. Casi todos son pacientes crónicos con multipatologías, y hay que estar muy bien preparado.

–¿Su presupuesto para 2016 dará de sí para todo?

–Está en 7.446,3 millones. ¿Suficiente? Nunca lo es. ¿Nos podemos amoldar? Claro que sí. Me dicen que quiero hacer muchas cosas con un dinero que «solo» es el 2,16% más que el año pasado. Habrá que racionalizar los recursos, humanos y materiales. Y eso significa que, a lo mejor, hay que distribuir adecuadamente todos esos recursos. Es poner sentido común.

–¿Es usted más doctor que político?

–Yo no voy a olvidar nunca que soy médico, enfermero y profesor por vocación. Ahora soy político interino por «profesión». Yo no estoy puesto a dedo. Yo soy consejero de Sanidad porque la presidenta de la Comunidad de Madrid ha puesto su confianza en mí. Tengo que garantizar que la sanidad pública y privada sea de calidad. Soy el responsable de las dos.

–Me lo pone en bandeja: ¿Pasan a la historia las externalizaciones?

–No se va a privatizar nada más y no se va a externalizar nada más.

–¿Porque la frenó el TSJM, porque les obliga el pacto con Ciudadanos o porque ya no es necesario ahorrar?

–¡Claro que tengo que ahorrar! Por eso ya estamos operando por las tardes y por eso insisto en la adecuada utilización de los recursos.

–¿Antes se utilizaban mal?

–No se utilizaban adecuadamente. Y no soy quien para evaluar el trabajo de los anteriores pero hay que trabajar en presente y en futuro.

–¿Y ve predisposición a todo ello en los sindicatos y las organizaciones de las mareas blancas que, por cierto, parecen con las aguas calmadas?

–A mí, por lo menos, no me han mojado. También han estado sentados en mi despacho. Yo viene aquí con tres «H»: humildad, honestidad y humanización. Yo no pago a los donantes como se ha dicho por ahí; yo les facilito dos horas de aparcamiento gratis... Humanizar cualquier acto sanitario.

–Llega el 20-D. ¿Tiene preparada la munición para cuando vuelvan a acusar al PP de privatizar la sanidad?

–Los que tienen que hacer ruido, lo seguirán haciendo. Su único argumento es el ruido, la mentira y la manipulación. Buscan el desprestigio. Se me pone mal cuerpo. Y si alguien tiene datos de que yo miento, que lo denuncie.