OPINIÓN

Feminismo liberal frente a demagogia

«El comportamiento de Podemos ha demostrado la incoherencia y falta de escrúpulos de sus dirigentes»

Íñigo Errejón, Pablo Iglesias y Ramón Espinar, en abril Guillermo Navarro

ESTHER RUIZ

Siempre he pensado que para dar consejos a los demás uno debe ser, primero, un ejemplo para el resto. No hace falta dar muchas vueltas para llegar a esta conclusión. O al menos eso pensaba yo hasta que empecé a ver los movimientos interesados de unos pocos para intentar secuestrar y patrimonializar el feminismo en su propio beneficio.

Ojiplática me he quedado al comprobar cómo Podemos se ponía a la cabeza de todas las manifestaciones y las pancartas, cómo trataba de hablar en nombre de todas las mujeres y cómo se arrogaba la titularidad de un supuesto «feminismo único y verdadero». Porque su comportamiento y sus intervenciones en el día a día han demostrado, muy al contrario, la incoherencia y la falta de escrúpulos de sus dirigentes.

Una de las primeras cosas que me dejó pegada a la pantalla fue aquella candidatura de «unidad» que los entonces amigos por conveniencia Pablo Iglesias, Íñigo Errejón y Ramón Espinar presentaron bajo un enorme rótulo en el que se podía leer «NOSOTRAS». «Nosotras», pero sin una sola mujer en la foto. Ni la más mínima presencia femenina entre los autodeclarados «feministas del año».

Pero la originalidad de estos genios creadores no acabó ahí. Poco después leímos en los periódicos que el Comité de Empresa de Podemos acusaba al partido de discriminación salarial, porque (¡Oh, sorpresa!) las mujeres cobraban menos que los hombres. Al tiempo que daban lecciones de moralidad al resto, Podemos fomentaba la brecha económica en su casa.

Después de aquello, hemos visto a figuras orgánicas tan importantes como la portavoz de Podemos en el Ayuntamiento Madrid, Rita Maestre, tildar a sus compañeros de «machistas». Clara Serra, actual portavoz de los morados en la Asamblea de Madrid, aseguró que en sus filas hay «exceso de testosterona» . Lorena Ruiz Huerta, su antecesora en el puesto, dejó el cargo y el escaño en el parlamento regional denunciando las «actitudes machistas» que sufrían sus compañeras de bancada.

Visto este rosario de incongruencias, ¿es Podemos un partido que lucha por el feminismo o un partido al que hay que combatir para que el machismo no entre en las instituciones?

Como mujer y madre no permitiré que nadie me dirija, que levante la voz por mí o intente tutelarme bajo el pretexto de que no sé luchar por mis derechos. Esa visión estrábica y sectaria , que pretende conducir a las mujeres como si de un redil se tratase y excluir a los hombres de la lucha por la igualdad real, es la que lastra nuestro avance.

No vamos a dejar que los que son víctimas de su propia demagogia ensucien unas reivindicaciones justas . Sólo había que empezar por desenmascararles. Y el feminismo liberal, inclusivo y con visión de futuro, ya lo ha hecho. Esto es imparable.

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