La dura realidad de un vigilante del SER: «Vivo con miedo desde que vinieron a mi casa»

Aunque este caso es uno de los más extremos, los vigilantes de Madrid advierten de que son muchas las situaciones de peligro que viven a diario

Un vigilante del SER patrulla en moto por el distrito de Arganzuela FOTOS: GUILLERMO NAVARRO
Aitor Santos Moya

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El 17 de noviembre es una fecha que Javier -nombre ficticio- no olvidará fácilmente. Era viernes y, como cada día de servicio, salió de casa para cubrir el turno de tarde en el Servicio de Estacionamiento Regulado (SER) en Madrid. «Bajé a la calle y me fijé que había un coche en doble fila», relata, sin darle entonces mayor importancia. Fue al cruzar la calle cuando se dio cuenta que en el interior del vehículo una pareja se reía del operario : «Aunque por precaución siempre llevo el chaleco dado la vuelta hasta que empiezo la jornada, pensé que habrían visto algún detalle». Pero nada más lejos de la realidad.

«El chico se bajó del coche y oí que le decía a su acompañante “mira, aquí tenemos a nuestro controlador”», prosigue. Para entonces, la voz del joven ya le resultaba familiar : «Miré y le reconocí». Javier recordó que mes y medio atrás le había puesto una multa en otra zona muy alejada a donde los dos se encontraban. «Me di la vuelta por si me seguía y vi que estaba grabándome con el móvil mientras me decía “ya verás, ya verás...”», añade Javier, aún con el susto en el cuerpo: «Vivo con miedo, ya no salgo de casa sin mirar antes por la ventana».

Cuando Javier multó a su acosador, nunca pensó que este llegaría tan lejos: «Le denuncié por estar parado en un carril de circulación. Había seis coches en la misma situación y todos se marcharon tras el aviso». Todos menos él. «Me dijo que por qué le sacaba una foto y que iba a llamar a la Policía», cuenta con la convicción de haber hecho lo correcto.

Aunque este caso es uno de los más extremos, los vigilantes del SER advierten de que son muchas las situaciones de peligro que viven a diario. «Después de que vinieran a buscarme a casa, otro hombre me tiró al suelo la PDA por una multa que todavía estaba a tiempo de anular», incide el trabajador, sin entender el hecho de que no se les dote de mayor seguridad: «¿Por qué alguien al que sanciono si puede saber mis datos y nosotros en cambio no? Es incomprensible».

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