Biblioteca Nacional, guardián de libros y documentos

Después de tener varias sedes se instaló definitivamente en el edificio construido para tal fin a finales del siglo XIX. En su depósito se encuentran cerca de 32 millones de documentos en distintos soportes

Fachada de la Biblioteca Nacional de España en el Paseo de Recoletos BELÉN RODRIGO

Belén Rodrigo

Mucho más que libros es lo que se guarda en la Biblioteca Nacional de España (BNE) . Manuscritos, prensa, material gráfico, partituras, mapas, audiovisuales y registros sonoros, entre otros, componen los documentos que conserva esta institución. Allí todo editor debe entregar copia de la obra publicada en España, incluso si se trata de videojuegos y las películas se guardan en la Filmoteca Española. El número de títulos aumenta constantemente, unos 900.000 al año, y se conservan actualmente cerca de 32 millones de documentos. Solo los libros ocupan unos 325 kilómetros en lineales de estanterías.

El imponente edificio en el Paseo de Recoletos, junto a la Plaza de Colón, no es la primera sede de esta institución creada por el rey Felipe V en 1711. Su confesor, el jesuita francés Pierre Robinet, le aconsejó tal menester para fomentar el estudio de sus súbditos. La entonces llamada Real Biblioteca Pública abrió en marzo de 1712 con importantes fondos. «Por aquel entonces sabían leer los poderosos pero fue importante la apertura del monarca», matiza Sergio Martínez Iglesias, jefe de Área de Difusión de la BNE. Comenzó con unos fondos formados por los más de 2.000 libros que formaban parte de la “Librería de la Reina Madre” junto con los 6.000 que Felipe V se trajo de Francia y las colecciones particulares incautadas a partidarios del Archiduque Carlos como el Duque de Uceda o el Marqués de Mondéjar.

El salón general de lectura BELÉN RODRIGO

Desde entonces, sus fondos no han hecho nada más que crecer a través de donaciones, compras y sobre todo gracias a la decisión del monarca de obligar a los impresores a entregar una copia de cualquier publicación de los reinos de España que se ha ido manteniendo con el paso de los años. A partir de 1836 la biblioteca dejó de depender de la Corona y pasó a hacerlo del Ministerio de Gobernación, pasando a ser designada Biblioteca Nacional de España . La primera sede se instaló en un pasadizo que unía el Alcázar con el monasterio de la Encarnación. En 1736 se alquiló una casa del Marqués de Valdefuentes y allí estuvo hasta 1809. «José Napoleón trasladó la Biblioteca Nacional al convento de la Trinidad Calzada de la calle Atocha», explica a ABC Sergio Martínez. En 1819 cambia, por falta de espacio, a la sede del Consejo del Almirantazgo y en 1826, por el mismo motivo, a unas casas del Marqués de Alcañices. Para evitar la itinerancia, en 1863 se convocó un concurso para crear la sede de la biblioteca que se adjudicó a Francisco Jareño. «La ceremonia de la primera piedra fue todo un acontecimiento social con la presencia de la Reina y el Infante», subraya el jefe de Área de Difusión.

La actual sede se inauguró en 1892 coincidiendo con el IV centenario del descubrimiento de América y abrió al público en 1896. Sobre el origen del solar que ocupa hay distintas versiones, entre ellas que fue una antigua escuela veterinaria o un convento. Los fondos fueron aumentando con la compra, el canje y el donativo. Cabe recordar que en un principio estaba prohibido el acceso femenino a la biblioteca hasta que en 1837 María Antonia Gutiérrez Bueno y Aoiz se convirtió en la primera mujer en entrar en la biblioteca gracias a su empeño.

Algunas de las zonas del interior de este espacio poco han cambiado, como es el salón general de lectura . «Está prácticamente igual, las mismas mesas y estanterías. En esta sala se consulta el fondo moderno y no reservado posterior a 1835», comenta jefe del Área de Difusión. Quien visita este espacio difícilmente se imagina que el depósito de libros y revistas ocupan más de 75 kilómetros de lineales. Una zona diseñada por un discípulo de Gustave Eiffel. Entre algunas de sus muchas curiosidades, el hecho de que este depósito «se distribuye en 12 plantas y todos los libros se tallan y están ordenados por altura para ganar espacio », añade.Pero este depósito no es el único que tiene la BNE ya que ante la falta de espacio fue necesario buscar una solución y se llegó a un acuerdo con la Universidad de Alcalá de Henares donde se encuentran libros que ocupan otros 250 kilómetros de estanterías.

La sede de la BNE cuenta con doce plantas de depósito donde los libros están ordenados según su altura BELÉN RODRIGO

Colocación de los libros

«Un libro mal colocado es un libro perdido» , advierte Sergio Martínez. Por ese motivo los lectores nunca colocan los ejemplares sino que lo dejan en una mesa para que sea el personal de esta casa quien se ocupe de buscar el sitio exacto. Cada año se hace un recuento de los libros para confirmar que todo está en orden, ¿Robos? «Es inevitable. Aquí hay verdaderas joyas de arte y como tal, se intentan robar», puntualiza el responsable. Uno de los robos más sonados se produjo en el 2007 cuando se llevaron el mapa mundi de Claudio Ptolomeo e incunables del siglo XV. «Se recuperó todo al cabo del tiempo, el ladrón tuvo mala suerte porque era el único que había consultado uno de los libros cuando se detectó que faltaban grabados. Se había usado para una exposición y fue fácil determinar el periodo aproximado del robo», cuenta Martínez.

Para acceder a la BNE es necesario tener más de 16 años, si quieres consultar el fondo moderno no reservado, y el carnet de investigador te permite acceder a los libros reservados. Entre los títulos más destacados que se conservan en la biblioteca está el Papiro de Ezequiel, el más antiguo que se guarda, datado entre los siglos II y III.

Antiguo archivo manual del catálogo de la BNE BELÉN RODRIGO

«La BNE ha sido la punta de lanza de la digitalización en España» , afirma orgulloso el jefe de Área de Difusión. En 1993 se comenzó con este trabajo y hoy una importante parte del catálogo está digitalizado. En esta institución trabajan cerca de 500 personas, con muy diversas funciones y formación. Importante es el taller de conservación donde, usando las técnicas más avanzadas, hacen verdaderos milagros para recuperar volúmenes dañados.

Desde 1711 hasta 1761 el director de la biblioteca fue el confesor del Rey. Después pasaron por la dirección grandes eruditos como Menéndez Pelayo. Y desde hace años son profesionales bibliotecarios los que han ido ocupando este puesto cada vez menos sujeto a la política lo que permite dar una mayor estabilidad al equipo de dirección. Actualmente ocupa este cargo Ana Santos Aramburo.

Entre los próximos planes que tiene la BNE existe el de acercar más la institución a la sociedad y a los turistas, «que se atrevan a entrar». Ya son muchas las exposiciones que se realizan con este fin pero ahora se está rehabilitando el espacio para que el contacto con la biblioteca sea mayor sin perjudicar a quien acuda a trabajar o a investigar.

La sala Cervantes, una de las más emblemáticas de la BNE BELÉN RODRIGO

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