Las asociaciones de vecinos en Madrid: medio siglo dando la batalla

En noviembre se cumplió medio siglo de la legalización de la primera de estas entidades, la de Palomeras Bajas

Sede de la Asociación de Vecinos del Pozo del Tío Raimundo, en 1975 LUIS ALONSO

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«Las administraciones no han traído nada; todo ha sido arrancado por los vecinos». Quien lo cuenta es Félix López Rey , un histórico de la lucha vecinal desde que, allá por los 70, ayudara a crear la asociación de vecinos de Orcasitas . Ahora que se cumplen 50 años de la legalización de la primera de ellas, la de Palomeras Bajas –el 27 de noviembre de 1968 y gracias al empeño personal de una de sus abogadas, Paca Sauquillo–, la federación que las reúne celebra actos de conmemoración de estas asociaciones gracias a cuya lucha «hoy vivimos como personas», insiste López Rey.

La historia del Madrid de los 70 es la de una ciudad rodeada de un cinturón de chabolas : hasta 32.734 familias vivían en infraviviendas en la periferia, en pésimas condiciones: «Cuando nació mi primer hijo, en 1971, rezábamos por que no lloviera, pues, si lo hacía, no entraba allí un coche». Barrizales inmensos que obligaban a «sacar a las parturientas en una silla, entre dos hombres fornidos», hasta la avenida de los Poblados.

Madrid, 30/04/1977. Manifestación en la plaza de la Villa de la Asociación de Vecinos de Vallecas pueblo, demandando distintas mejoras ABC

López Rey provocó una pequeña revolución en su barrio cuando acudió a un programa de Radio España y dijo «que el hombre había llegado a la Luna pero en Orcasitas cagábamos en una lata ». Porque las casas no tenían servicio. Ni agua corriente. Algo había que hacer. Reunió a varios vecinos en su chabola en 1970 y, mientras el sereno vigilaba –«juntarse más de tres personas era asociación ilícita»–, dibujaron el embrión de lo que sería su asociación de vecinos. Y, como ellos, muchos en la periferia de Madrid: en San Juan Bautista, en Villa Rosa –de donde fue otro histórico, Paco Caño, homenajeado ahora con motivo de este medio siglo de movimiento vecinal–, en San Blas...

La luz y el pan

Y, así, sumando esfuerzos de gente muy distinta en origen y en pensamiento, pero con la común inquietud de vivir mejor, se fueron consiguiendo cosas: «La luz eléctrica nos llegó a las calles en los años 70». Las batallas vividas a lo largo de estos años merecerían un relato más detallado, porque tienen de todo: la emoción de los combates desiguales, «como en la guerra del pan, cuando se demostró que robaban en el peso de la ‘pistola’»; la imaginación en la búsqueda de soluciones –como la experiencia piloto que puso en marcha el director general de Tráfico José Luis Martín Palacín haciendo exámenes teóricos orales a la población gitana para que pudieran sacarse el carné de conducir–; la picardía –«Rosón nos citó a una reunión urgente y tuve que inventarme que se moría la suegra de uno para que le dieran permiso en el trabajo»–; y hasta los personajes ilustres, como Florentino Pérez , que entonces era delegado de Saneamiento y Medio Ambiente del Ayuntamiento de Madrid y en cuyos tiempos llegó a Orcasitas el agua potable.

Félix López Rey, que sigue en activo, reivindica su labor de antes y de ahora porque «ninguna administración nos ha querido; da igual de qué color». Cree que en las grandes ciudades siguen siendo «absolutamente imprescindibles» para forzar a que los políticos no se queden solo «en el escaparate».

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