El antiguo banco que guarda el legado de grandes nombres de la literatura en español

La sede del Instituto Cervantes fue inaugurada en 1918 como sucursal en Madrid del Banco Español del Río de la Plata

Fachada del la sede del Instituto Cervantes en la calle Alcalá BELÉN RODRIGO

Belén Rodrigo

La cámara acorazada del antiguo edificio del Banco Español del Río de la Plat a, hoy sede del Instituto Cervantes , guarda una parte del legado de grandes nombres de la literatura en español como Gabriel García Márquez, Buero Vallejo o Miguel Hernández. La llamada Caja de las Letras es uno de los espacios más curiosos de la que fuera sucursal de la entidad bancaria argentina inaugurada el 29 de abril de 1918. Todavía se pueden apreciar algunas de las singularidades del entonces conocido edificio de las Cariátides , en la calle Alcalá, que sirvió para mostrar la grandeza y el poder del banco argentino.

Los jóvenes arquitectos Antonio Palacios y su socio Joaquín Otamendi fueron los encargados de diseñar la sede en Madrid del banco argentino que serviría también como imagen de la entidad. «Los arquitectos tenían ya en marcha otro de sus trabajos, el Palacio de las Telecomunicaciones, en frente del banco y realizaron las obras relativamente rápido», empieza por explicar a ABC Santiago González Laborda , arquitecto responsable de Obras y Mantenimiento del Instituto Cervantes. « Su estructura es muy moderna . Era un edificio de oficinas con cortina de muros, con comunicación entre las plantas, un espacio muy vertical y con mucha luz », avanza. Para poder construir este edificio se suprimió el antiguo Palacio de Casa Irujo, ubicado en el solar de la esquina de Alcalá con Barquillo, en cuyos bajos había existido un Café Cervantes. Es un edificio de esquina, con entrada en chaflán. «Optaron por un diseño con orden monumental pero también se encuentran mascarones que no tiene que ver con el orden clásico», destaca Santiago. Curiosamente en los diseños iniciales de los arquitectos no aparecen las cariátides de la fachada que acabarían por darle nombre al edificio. Para su basamento se utilizó granito pulido, que venía de Porriño, algo muy novedoso en aquella época.

Vidriera emplomada BELÉN RODRIGO

Después de varias reformas y ampliaciones a lo largo de los años, el diseño original ha perdido su esencia, una vez que al entrar por la puerta de las cariátides no se puede contemplar la gran vidriera emplomada de la Casa Maumejean a 26 metros de distancia del suelo . En su diseño se localizan escudos heráldicos y el que se cree que era un grito de exaltación patriótica “Unión Libertad Fuerza” «Para entender cómo era el edificio en sus orígenes se puede visitar el actual Ayuntamiento de Madrid porque los interiores son muy parecidos», señala el arquitecto. En un principio desde la sala de operaciones, hoy sala de exposiciones, se atendía a los clientes que podían contemplar la belleza de la vidriera emplomada por donde entraba mucha luz. Había plantas intermedias que respetaban el hueco central. Pero posteriormente se construyeron nuevos espacios de oficinas y ahora la vidriera corona una amplia sala donde tienen lugar reuniones de alto nivel del Instituto Cervantes.

En los años 40 se amplió el edificio y el nuevo espacio «no es tan grandioso y se recupera el orden clásico. Se mantiene el zócalo como su fuese un templo», remarca el responsable de Obras. Esta sede del Banco Español del Río de la Plata fue acogiendo, en años sucesivos, sucursales de otras entidades bancarias como fueron el Banco Central, más tarde Banco Central Hispano Americano y finalmente Banco Santander. Después de estar varios años cerrado y tras algunas negociaciones César Molina logró que el edificio, ahora propiedad de Patrimonio del Estado, pasase a ser la s ede del Instituto Cervantes desde el 2006. Entre 1993 y 1997 esta institución tuvo como primera sede el Colegio del Rey en Alcalá de Henares y después pasó al Palacio de la Trinidad en la calle de Francisco Silvela.

Vistas desde lo alto de la sede del Instituto Cervantes BELÉN RODRIGO

En este edificio trabajan hoy alrededor de 200 personas y acoge de forma regular exposiciones y actos relacionados con el mundo de la cultura. Cuenta con seis plantas y dos sótanos y en su salón de actos entran 170 personas. En él estuvo hace unos días la Princesa de Asturias leyendo el artículo primero de la Constitución. Cada tres meses cambia la temática de las exposiciones aunque ya trabajan en convertir el espacio en un Museo de la Lengua, permanente.

Cámara acorazada

Y como sede de un gran banco no podía faltar la c ámara acorazada donde los particulares y empresas alquilaban sus cajas para guardar su joyas, títulos y otros objetos de gran valor . En total 1768 cajas con sus correspondientes llaves guardadas dentro de la propia cámara donde también se pueden ver las salas en las que los clientes podía entrar para ver sus pertenencias con privacidad. Este espacio, que muchas veces ha sido escenario para anuncios y películas, se ha convertido desde hace diez años en la Caja de las Letras.  Es la cápsula del tiempo  que guarda legados cedidos por personalidades de la cultura en español . Un total de 31 escritores, artistas, músicos, científicos, cineastas o actores han dejado custodiados bajo llave objetos personales que son testigo y recuerdo de su trayectoria vital. Ya han pasado por este espacio todos los escritores galardonados con el Premio Cervantes en los dos últimos lustros: Antonio Gamoneda, Juan Gelman, Ana María Matute, Juan Marsé, José Emilio Pacheco, José Manuel Caballero Bonald, Nicanor Parra, Elena Poniatowska, Juan Goytisolo, Fernando del Paso y Eduardo Mendoza.

Los Premios Cervantes entregan su legado un día o dos antes de recoger el galardón, el 23 de abril. Las cajas tienen fecha concreta de apertura , elegida por cada invitado. Con una excepción, la del compositor Luis de Pablo que quiere que la caja se abra cuando muera y que en el mismo acto se interprete la partitura inédita que dejó guardada. Hasta el momento se han reabierto tres cajas: las de la agente literaria Carmen Balcells, el actor Manuel Alexandre y la bióloga molecular Margarita Salas.

La antigua cámara acorazada es hoy la Caja de las Letras BELÉN RODRIGO
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