La Antigua Casa Crespo es una de las grandes referencias en Madrid de la alpargata hecha a mano
La Antigua Casa Crespo es una de las grandes referencias en Madrid de la alpargata hecha a mano - BELÉN RODRIGO

Las alpargatas artesanales predilectas de la Reina Doña Sofía

La Antigua Casa Crespo cuenta con una amplia variedad de modelos y colores de alpargatas que vuelven locos a los extranjeros. Este cómodo calzado, hecho en mano en La Rioja, es uno de los mejores aliados para caminar por Madrid en los meses de verano

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La alpargata es el calzado que mejor transpira en épocas de mucho calor, muy indicado para caminar durante el verano en Madrid. Y para hablar de las alpargatas en la capital de España es obligatorio mencionar a la Antigua Casa Crespo, una de las primeras alpargaterías en la ciudad y de las pocas que todavía hoy siguen abiertas conservando un producto artesanal. Con base de yute, que sustituye al cáñamo que se usaba antiguamente, y tejido de algodón, lino o piel, este calzado es conocido por su comodidad.

La Antigua Casa Crespo, local centenario, es uno de los que en su día revolucionó el mundo de las alpargatas introduciendo nuevos modelos y un gran colorido. La historia de la casa comienza en 1863. Gregorio Crespo (probablemente oriundo de León) y su mujer Manuela se instalaron en la calle Divino Pastor donde se fabricaba y vendían materiales de construcción (cañizos, espuertas, sogas, astiles, etc...).

“El cañizo se utilizaba mucho para la construcción. Llegaban las cañas a la tienda y aquí las abrían en los telares”, explica a ABC Maxi Garbayo, actual propietario del local que representa la cuarta generación de la familia. La casa se construyó en función del negocio. “En el patio se fabricaba el cañizo, la vivienda de los propietarios estaba en el primer piso, la oficina en el segundo y el resto se alquilaba. No era una simple tienda, tenían visión de negocio en conjunto”, resalta Ana, la mujer de Maxi que también trabaja en el local. Los años anteriores a la Guerra Civil fueron difíciles para este sector pero llegaron años de bonanza, los de después del conflicto. “Había por lo menos 40 esparterías en Madrid”, comenta Maxi. Y también se fabricaban alpargatas para el trabajo, en blanco y negro.

El hijo de Gregorio, llamado Leopoldo, se quedó huérfano muy joven y se casó con María Garbayo. No tuvieron descendencia y el negocio pasó a manos del sobrino de María, Martín, padre de Maxi. “En los años 70 mis padres apostaron por la alpargata. Introdujeron una gran variedad de modelos y de colores y para ello comenzaron a trabajar con una fábrica de Cervera del Río Alhama (La Rioja). Allí es donde conocía a mi mujer Ana, es la fábrica de su familia”, cuenta Maxi. Él comenzó a trabajar con 20 años con su padre descargando camiones, “no me gustaba mucho la tienda y al final ya han pasado casi 40 años”. Con el tiempo se ha dado cuenta que este tipo de negocios “es lo que hace único a Madrid, hay que fomentar los lugares centenarios donde se trabaja artesanalmente porque de lo contrario se acaba”. En esta casa se ofrece calidad y buen género a precios muy razonables. Se puede encontrar la alpargata básica por 9 euros y la más sofisticada llega a los 55 euros. Tienen una gran variedad de modelos disponibles desde el número 18 al 46. Tradicionalmente se ha vendido más para mujer pero con la llegada de nuevos modelos masculinos los hombres también optan por este tipo de calzado. Maxi cuenta como hace unos años la firma Gucci encargó a su padre varios pares de alpargatas. “Por entonces las vendíamos a 300 euros y ellos las lograban vender con su marca a 3.000 pesetas”.

La visita de la Reina Sofía y las infantas

Entre sus mejores clientes y de mayor visibilidad se encuentra la Reina Sofía quien acudió años atrás a la tienda con las Infantas Elena y Cristina para comprar alpargatas. Su visita causó un gran revuelo en el barrio e hizo todavía más popular a este calzado. “Nos comentó que en Grecia se usan también mucho las alpargatas”, explica Maxi. Esperanza Aguirre es igualmente una buena clienta aunque a ella no se la vea por el local. Y son muchos los extranjeros que por allí aparecen gracias a las referencias que existen en distintas guías. “Nos visitan muchos americanos porque Gwyneth Paltrow habla de nuestras alpargatas en su web Goop”, explica Ana. “En general los extranjeros se vuelven locos con el calzado y son buenos compradores”. También tienen clientes de toda la vida, “de los que vienen abuela, madre e hija a comprar las alpargatas cada temporada”, aunque reconocen que el negocio ha caído mucho, “para los españoles hay demasiada oferta y no se aprecia tanto el producto artesanal”, matiza Maxi. En los años 80, con su padre, llegaron a tener 12 empleados “y hasta hace 5 años los sábados nos juntábamos 6 empleados. Ahora estamos mi mujer y yo, el consumo ha bajado mucho”, se lamenta el propietario. Hasta hace unos años funcionaba próximo el Tribunal de Cuentas y con su cierre han perdido igualmente muchos buenos clientes.

La tienda está abierta todo el año. “Si la temporada es buena, comenzamos a vender alpargatas el abril”, señala Ana. En invierno, “aunque seguimos vendiendo alpargatas para muchos turistas”, refuerzan su oferta de zapatillas para estar en casa y de los llamados “pisacacas”. Maxi y Ana tienen tres hijas que han seguido caminos profesionales diferentes. “A todas les gusta el negocio y creemos que podrán aplicar sus estudios para seguir con este negocio en un futuro”, se enorgullece el padre. La mediana ha preparado un proyecto para lanzar la tienda on-line y en breve será una realidad. “Es un proyecto muy estudiado que esperemos funcione bien y logremos más ventas”, cuenta la madre. Por eso Maxi está tranquilo, cree que en el momento que llegue su jubilación el negocio seguirá en manos de la familia. Y podrán seguir ofreciendo la misma calidad de siempre.

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