Cartas al alcalde

Un lío

Madrid tiene un tormento real de polución, pero tiene, sobre todo, un grave problema de tráfico, que ahora se aprecia clamoroso

Acceso a Madrid Central, en Atocha Maya Balanyà

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Hay caos, alcalde, en Madrid Central . Hay caos, que es como decir que hay un colapso que merece un rato de reflexión, y las medidas que a partir de ese rato se contemplen. Digo que hay caos, o sea, colapso, o sea, atascazo, porque pasé por la calle Mayor, ayer mismo, en la mañana, y luego por la desembocadura de Alcalá, frente a su Ayuntamiento, que es el mío, y el atasco sucesivo no era poesía, como sí pasa a veces en la noche del foro, sino un ahogo digno de mejores causas.

Atascazo, sí. No le hablo desde el arrebato de los de Greenpeace, ni tampoco desde la parroquia nostálgica de Carmena, ni tampoco como peatón que lo protesta todo. Le hablo directamente como un tipo al volante que el lunes lo vio difícil. La delgadez de la nueva Gran Vía no permite el tráfico a su aire, por los alrededores. De modo que el centro es un cepo. La semana pasada, aquí mismo, recogiendo advertencias de los taxistas, ya nos pusimos a sospechar que Madrid Central no se arregla suprimiendo la multa, y echando luego a la calle a unos municipales para que retiren la cartelería del mapa de la zona de conflicto.

Madrid tiene un tormento real de polución, pero tiene, sobre todo, un grave problema de tráfico, que ahora se aprecia clamoroso. Claro que esto no es nuevo, pero sí es nuevo que entre invenciones de Carmena y correcciones suyas, igual vamos a peor. Corregir a Carmena no es necesariamente acertar, alcalde, y está usted en el momento mejor de ver qué funciona y qué no funciona de lo emprendido en la época anterior, porque el éxito no suele ser fruto de la urgencia. Asómese a la calle, y luego métase en el despacho con quienes saben, a ver cómo se consigue una calle mejor. Los madrileños, que somos gente de alegre exceso, protestamos enseguida las prohibiciones, llámense Madrid Central, o cualquier otra cosa, y en cuanto se levantan las prohibiciones lo invadimos todo como si no hubiera un mañana, como si tuviéramos medio cronómetro del pasado perdido. Lo de Madrid Central, alcalde, no lo vi yo ayer mejorado. Y conmigo un tribu de conductores que hubieran pedido salvamento aéreo.

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