Víctor Freixanes, en la puerta de la Facultad de Comunicación de la USC
Víctor Freixanes, en la puerta de la Facultad de Comunicación de la USC - PEPE FERRIN

Víctor Freixanes: «Hay que intentar abrir la RAG a la iniciativa privada»

Freixanes asume la presidencia de la RAG con el reto de acercar su trabajo a la sociedad y convertir la institución en un ente totalmente transparente

Santiago Actualizado: Guardar
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Víctor Fernández Freixanes (Pontevedra, 1951) se convirtió esta misma semana en el nuevo presidente de la Real Academia Galega (RAG). Entre los objetivos prioritarios de este profesor, escritor y periodista destaca el de dejar atrás las disputas internas que arrastra la institución desde que ABC destapase los casos de nepotismo en el seno de la RAG durante el mandato de Xosé Luís Méndez Ferrín. Freixanes responde a las preguntas de este diario expresándose en gallego.

—¿Cómo afronta el reto de ser el nuevo presidente de la RAG?

—Con ilusión y responsabilidad. Es un honor muy grande que los académicos y académicas que me apoyaron pensasen en mí. Soy consciente de la importancia que supone presidir una institución de estas características y tengo la responsabilidad de estar a la altura de lo que la RAG significa.

—En su discurso de toma de posesión insistió en la necesidad de acercar la institución a la sociedad. ¿Qué esta fallando para que no llegue al conjunto de la ciudadanía?

—La Academia es una institución centenaria y como todas las instituciones con solera y tradición acaban siendo trasatlánticos que navegan en la ría. Se mueven con lentitud, pero se mueven. Y hay que saber maniobrarlos. Definí mi candidatura como una candidatura de continuidad porque creo que el trabajo que se hizo fue meritorio y útil, pero hay que hacer un esfuerzo para que la sociedad perciba la utilidad de ese trabajo. La globalización, las nuevas tecnologías, el cambio generacional, los nuevos hábitos de consumo... Hay cuestiones en las que la lengua se tiene que posicionar y tiene que hacerlo dentro de la modernidad, no desde una postura de museo.

—¿Cómo se puede acercar a los más jóvenes al gallego o al trabajo de la Real Academia Galega?

—La Academia no tiene posibilidad de marcar la política lingüística de Galicia, pero sí puede crear espacios de producción o de colaboración, por ejemplo, con los medios públicos o con otras iniciativas de la sociedad civil de producción, animación cultural, del mundo del ocio... La RAG puede ser un foro donde todo eso se pueda debatir y discutir desde la lealtad a la institución y desde el respeto a las posiciones diversas. Si conseguimos crear espacios de encuentro y discusión para hablar de todo esto, estaremos dando pasos adelante.

—En su discurso marcó como otro de sus objetivos dejar atrás la división interna justo el mismo día en que seis académicos se ausentaron de la votación para mostrar su descontento con la nueva dirección.

—Es cierto que pudimos haber tenido una candidatura más integradora y que me hubiera gustado reunir en ella a las distintas sensibilidades de la RAG. No fue posible y tengo la esperanza de que con la práctica y el trabajo acabe siendo así porque esos seis académicos que se ausentaron en señal de protesta política, por decirlo así, son personas que merecen mi más alta estima y son personas muy comprometidas con la institución, que trabajan para la RAG y que están todos los días produciendo. Podemos tener diferencias puntuales, pero no fundamentales.

—¿Habló usted con ellos para intentar que no se produjese esa imagen?

—Sí hablé con ellos, pero no se pudo llegar a un acuerdo. Estas personas hacen mucho por la institución, pero esperaban un tipo de representatividad en la ejecutiva que no fue posible.

—La media de edad de los académicos continúa siendo muy elevada. ¿Se va a intentar corregir este aspecto de ahora en adelante?

—Esto es un problema de todas las academias porque son instituciones muy antiguas que desde siempre tuvieron como característica reunir a los notables de las lenguas. Eso tiene cosas positivas porque nos da más experiencia, pero también tiene aspectos negativos porque no tenemos la energía que puede tener un joven de veinte o treinta años. ¿Cómo se compensa eso? Activando la colaboración de los académicos correspondientes e incorporando a profesionales de los distintos ámbitos. Hay que buscar gente joven y colaboradores externos que quieran estar en proyectos que puedan estar inspirados por la Academia. Buscar recursos externos para desarrollar proyectos que integren a esa juventud. Un programa de televisión, de radio, que participen las escuelas... Hay que echarle imaginación sin desechar la vertiente lingüística y científica de la RAG.

—¿Tiene la Academia en estos momento los recursos necesarios para impulsar ese tipo de iniciativas?

—Hay que estabilizar presupuestariamente la institución. No podemos estar todos los años delante del miedo a que nos den diez o nos den cinco como si fuéramos el Domund pidiendo por las puertas. Tiene que haber una asignación tanto por parte del Gobierno español como del gallego. Pero, a mayores, tendría que haber proyectos que impliquen a sectores económicos o empresariales para financiar iniciativas concretas. Así se hace en la universidad. Se pone en marcha una línea de investigación y si la universidad no tiene recursos, puede contar con otros sectores económicos que participen para hacerlo posible. La RAG también puede jugar a eso pero no lo vamos a cambiar en un día.

—¿Habla de abrir la Academia a la iniciativa privada?

—Claro. Tanto catalanes como vascos como la RAE tienen apoyos de empresas privadas o de asociaciones de amigos de las academias que financian proyectos, y nosotros tendríamos que ser capaces de hacer lo mismo. Pero hay que hacerlo implicando a la sociedad y dotándonos de recursos técnicos, académicos y humanos. Ahí entra en juego la transparencia. Porque si nos financiamos en un 80% por parte del sector público, tenemos que dar cuenta de forma transparente de lo que se hace con esos recursos. Ahí es donde hubo en su momento las críticas que hubo.

—¿Cuáles serán las principales líneas de trabajo de la Real Academia Galega en este mandato?

—Organizar las Letras Galegas lo primero. Es lo fundamental. Luego a ver cómo estabilizamos económicamente la Academia. Además, tenemos un desafío que es la remodelación del edificio de la rúa Tabernas, que necesita una intervención de urgencia y eso significa tener que mover durante meses toda la RAG. Tenemos que trabajar, asimismo, para terminar la esperada gramática, pendiente desde tiempos de Murguía.

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