Análisis

Tres sanchistas para el PSdeG

Leiceaga ganó la candidatura a la Xunta con el apoyo de los que hoy avalan a Villoslada. Lo de Gonzalo Caballero tiene mucho más de operación mediática que de interés general

Xoaquín Fernández Leiceaga MIGUEL MUÑIZ

JOSÉ LUÍS JIMÉNEZ

La interinidad en el PSOE gallego tiene los días contados . El día 8 de octubre se elegirá al sucesor de José Ramón Gómez Besteiro como secretario xeral plenipotenciario, dejando atrás año y medio largo de una gestora controvertida por sus formas y decisiones. Apenas transcurridos unos días desde la aprobación del calendario de primarias, ya hay tres aspirantes al trono del socialismo galaico, que no atraviesa sus mejores momentos tras ser desplazado por la Marea como el primer partido de la oposición. En los tres, un denominador común: están o han estado alineados con el sector sanchista durante las recientes luchas internas en el seno del PSOE.

No sorprende el paso de Gonzalo Caballero, al que la arrolladora victoria de Pedro Sánchez le ha inyectado unas particulares ínfulas de victoria . Se cree artífice del triunfo. La suya tiene más de operación mediática —cuyo fin último es generar una situación de incomodidad a su tío, Abel Caballero— que de verdadero interés general por Galicia y el PSdeG. Gonzalo Caballero cree contar con apoyos más que suficientes para ganar, y lo justifica por la división del voto que se puede producir entre sus dos rivales, Xaquín Fernández Leiceaga y Juan Manuel Díaz Villoslada.

Cuentas irreales

Las cuentas de Caballero son poco rigurosas. Sus apoyos reales no son los obtenidos por el sanchismo en las primarias de mayo , sino los que él tuvo como precandidato cuando aspiró a ser candidato socialista a la Xunta. Entonces logró unos insuficientes 840 avales, que puso a disposición de Leiceaga. Ahora, en el mejor de los casos, es probable que logre por sí mismo los mil avales para pasar el primer corte. Ferraz se lleva las manos a la cabeza solo con imaginar que Gonzalo obtenga la victoria : la opción de pacificar Galicia saltaría por los aires y se reabriría el conflicto interno.

Más extraña es la decisión de Fernández Leiceaga , sobre todo porque la razón de que ganara la candidatura a la Xunta es que tuvo detrás los apoyos que ahora están con Villoslada. El exgerente de la UDC, un nombre que la dirección socialista coruñesa lleva meses manejando como opción para liderar el partido, es el hombre elegido por Valentín González Formoso y Julio Sacristán . Además, se supone que el «besteirismo» —o lo que queda de él— va a apoyar igualmente la opción elegida por Formoso.

La jugada de Villoslada es la carta del rostro nuev o, sin pasado, sin derrotas electorales en el armario, ayuno de cuitas internas y desplantes orgánicos. Además tiene escaño en el Parlamento, por lo que podrá hacer oposición a Feijóo desde dentro y no a golpe de rueda de prensa, una modalidad que erosiona bastante menos a un presidente de la Xunta. Y su falta de experiencia real en la primera línea política es un mal que cura el tiempo y para el que tiene por delante varias campañas electorales antes del envite que serían las autonómicas.

Fernández Leiceaga ha sorprendido a no pocos con su decisión de concursar en la carrera. Parece más una cuestión decidida por su entorno de colaboradores fieles que por consultas reales en la base del partido, a la vista de los resultados de las pasadas autonómicas. No se cuestiona su formación ni experiencia, pero sí la idoneidad para ser él quien rescate y renueve el partido . No deja de ser un superviviente del bipartito de Touriño. Tampoco resuelve dudas su declaración de ayer de no cerrar la puerta a posibles pactos con otros candidatos porque «ahora no toca». Caballero y él hicieron tándem en 2016. ¿Qué cabe esperar en el presente?

No es probable que Pedro Sánchez se pronuncie en favor de ningún candidato. Esto no es la Comunidad Valenciana, donde necesitaba lanzar un mensaje a Ximo Puig, declarado susanista. En Galicia, el susanismo está retirado a los cuarteles de invierno —en sintonía con la lideresa andaluza—, a la espera de reivindicarse tras las próximas elecciones municipales. Sánchez también sabe que los apadrinamientos los carga el diablo: basta mirar de qué le valió a Díaz la foto con los notables del ayer y el hoy del PSOE. Que la militancia elija libremente.

Mientras tanto, Vigo y su alcalde guardan prudente silencio . El 30% del partido que controla va a ser decisivo para elegir secretario xeral. Abel Caballero lo sabe. Pero no se va a significar. No quiere que los «anti-Abel» vuelvan a reventar una votación que parecía decantada a su favor. Ha aprendido de las últimas dos derrotas en primarias. Aunque no resulta difícil imaginar a quién no quiere ni por asomo sentado en la rúa do Pino.

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