TRIBUNALES

Tania Varela, la «narcoabogada» que renegaba del tráfico de drogas

Condenada en 2011 por participar en una operación que introdujo casi 4 toneladas de cocaína en España, responde ahora por un presunto delito de blanqueo de capitales. Varela se declara inocente porque ella «siempre rechazó el narcotráfico»

Tania Varela, este jueves, sentada en el banquillo de la Audiencia de Pontevedra EFE

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Tras seis años huida de la justicia , y casi uno desde que fue detenida por los Mossos d’Esquadra en Sitges, la abogada Tania Varela se sentó este jueves por fin en el banquillo de la Audiencia de Pontevedra para negar la imagen que de ella se tenía hasta el momento . Hasta su apresamiento el pasado marzo, esta letrada era la española más buscada por la Europol, ya que sobre ella pesaba una condena de siete años de prisión por pertenecer a la organización criminal de David Pérez Lago, el hijastro de Laureano Oubiña, y participar en 2006 en una operación que pretendía introducir en España cuatro toneladas de cocaína.

Cuando tomó la palabra en el juicio que se sigue contra ella por un supuesto blanqueo de capitales procedentes de la droga, la narcoabogada presentó una autoenmienda a la totalidad: a ella, en realidad, «siempre me produjo rechazo el narcotráfico» y «no llevaba esos temas, aunque alguno sí», porque su cartera de asuntos eran más cuestiones civiles. La Fiscalía —a la que no contestó— pide para ella tres años y seis meses de prisión , y 220.000 euros de multa, por haber intentado blanquear unos 290.000 euros de origen desconocido a través de una sociedad inmobiliaria mediante la compra de terrenos para su posterior edificación. Ella lo niega todo.

La negación alcanzó incluso a su vida personal, llegando a desmentir que hubiera tenido una relación con Pérez Lago, —por no saber, dijo que no sabía que era familiar de Oubiña cuando lo conoció en 2006 ni a qué se dedicaba— algo que sí reconoció cuando fue juzgada y condenada por narcotráfico en 2011 por la Audiencia Nacional. «Fue una estrategia procesal», adujo; «solo tuve una relación profesional porque yo no accedí a una relación sentimental con él y sí con su abogado», Alfonso Díaz Moñux, al que dos encapuchados tirotearon en 2011 cuando salía en coche de su casa en Madrid. Varela iba de copiloto. Poco después del crimen se esfumó.

Mediante videoconferencia desde la prisión donde cumple condena, el hijastro de Oubiña se sumó a la enmienda: nunca tuvo nada con ella. Ni siquiera recordaba si había derivado a hablar con Varela al cabecilla de la red colombiana de narcotráfico con la que organizaba las descargas de droga. Pero la Policía sí «cazó» gráficamente el encuentro de la abogada, el narco y una tercera persona en Padrón en 2006, con la intención de adquirir unos terrenos, y de nuevo días más tarde intentando firmarlos en una notaría de O Grove, según reveló el fiscal, Pablo Varela.

Nulidad de actuaciones

La estrategia del abogado de Varela, Bernardino Rodríguez, es alegar la nulidad de las actuaciones en base a supuestos errores en los informes patrimoniales sobre su cliente. Durante el interrogatorio a varios testigos —policías que participaron en la investigación—, Rodríguez intentó introducir la idea de que Varela no apareció en escena hasta los últimos días, y sólo por su condición de abogada de varios de los narcotraficantes que resultaron detenidos en la operación —Pérez Lago reconoció que la letrada le asistió—, pero no porque ella se lucrara con esta actividad criminal. «Es como el que pasa por aquí y le cae una maceta», intentó explicar gráficamente a la salida de la vista, suspendida hasta el próximo jueves. «Que no apareciera hasta el final no significa que no estuviera», le replicó uno de los policías.

De paso, la defensa se sumó a la teoría de la conspiración que Varela deslizó en sala: tenía «mala relación» con el juez instructor. La presidenta del tribunal, Nélida Cid, cortó por lo sano. Fuera de la sala, Rodríguez volvió a la carga: «Recuerden lo que pasó con el juez Garzón y por qué está fuera de la carrera, estamos hablando de cosas muy extrañas que a mí solo me gusta dejarlas en el aire; aquí hay intereses por todos lados».

«Que uno tenga dinero no significa que tenga que proceder del narcotráfico», afirmó el abogado de Varela. Porque dinero, según un testigo de la defensa, tenía en abundancia. «El suyo era un despacho de lujo, tenía mucho dinero invertido» , atestiguó un amigo íntimo de la acusada, «pero porque ella trabajaba mucho». Este hombre reconoció incluso que Varela tuvo que vender las acciones de la promotora porque la mujer de su socio la acusó «de querer robarle el marido».

La abogada a la que le gustaba el lujo lució austera y esquiva. Un pantalón de chándal, una blusa y un abrigo grueso con capucha bajo el que esconderse durante el paseíllo desde el furgón policial hasta la Audiencia de Pontevedra. Los fotógrafos apenas pudieron robarle un leve perfil de su serio rostro . Apenas negaba levemente con la cabeza el relato del fiscal y algunos testigos. Fue el día de negarlo todo.

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