Una pequeña bodega gallega gana el juicio a Codorníu para usar el nombre de la abuela como marca

El gigante del cava y la compañía de la familia Félix Solís querían impedir que empleara «Anadigna» para su blanco albariño

El bodeguero Carlos Rey brinda, tras conocer la sentencia CEDIDA

J. L. JIMÉNEZ

La abuela Anadigna tendrá finalmente un vino con su nombre . Así lo ha autorizado a través de una sentencia el Tribunal Superior de Justicia de Galicia, que ha fallado a favor de una pequeña bodega de Meaño (Pontevedra) frente a la pretensión de dos gigantes como Codorníu y Pagos del Rey , que pretendían impedir el uso de este nombre como marca comercial, alegando que se asemejaba en demasía con sendos vinos suyos, una reclamación que llegó a admitir en primera instancia la Oficina de Marcas y Patentes.

El origen de la disputa data de 2015, cuando Carlos Rey Lustres, un minúsculo bodeguero , registra en la Oficina el que será su particular homenaje a su abuela, el nombre de Anadigna para su primer vino, un albariño monovarietal cosechado en la finca familiar. «Ella me enseñó la cultura del vino y el cariño por el arte de elaborarlo y hacer las cosas bien». Pero cuál fue su sorpresa cuando contra su inscripción presentaron un recurso de alzada Codorníu y Pagos del Rey.

El gigante del cava, propiedad de los Raventós y una de las bodegas más antiguas de Cataluña, alegaba que «Anadigna» generaba confusión con su famosa «Anna de Codorníu» , mientras que la compañía de la familia Félix Solís entendía que perjudicaba a uno de los blancos de Rueda de su extensa cartera de vinos, «Analivia» . La Oficina, que en un primer momento había dado la autorización por diez años a Rey para el uso del nombre de su abuela, se la retiró y le obligó a batallar en los tribunales. «Se convirtió en una cosa personal», reconoce, aunque mientras litigaba se vio obligado a alterar la marca deseada y convertirla en «Nadigna», con una «A» a la izquierda pero fuera del nombre comercial.

Presentar el libro de familia

Casi tres años después, el Tribunal Superior de Justicia de Galicia le da la razón a David frente a estos dos Goliat del vino. En la sentencia del pasado 16 de noviembre a la que ha tenido acceso ABC, reconocen que Carlos Rey se limita a «aprovechar como negocio una pequeña bodega de vino albariño de poca extensión y mínima producción en su casa matriz familiar» en el municipio pontevedrés de Meaño, en la comarca del Salnés. La superficie de viñas apenas alcanza la hectárea repartida en cuatro fincas, con una producción anual que se limita a 9.000 botellas . La comparación es obscena: Codorníu posee más de 3.400 hectáreas de viñas solo en suelo español y produce alrededor de 45 millones de botellas al año; Pagos del Rey, a través de distintas bodegas repartidas por media docena de denominaciones de origen, comercializa 70 marcas distintas.

Rey necesitó acreditar con el libro de familia el antropónimo de su abuela, Anadigna Torres, para que los magistrados estimaran que «aleja toda idea maliciosa de aprovecharse de cualquier nombre comercial o marca ajenas de parecida significación» , como eran las dos recurrentes.

Contra el criterio de Codorníu y Pagos del Rey, la sala de lo contencioso-administrativo del TSJG consideró que «no existe el riesgo de confusión entre los consumidores que se alega» , ya que la diminuta firma pontevedresa «pertenece a una denominación de origen de un muy especial y valioso tipo de vuno propio de una región muy conocida y específica -las Rías Baixas-, muy distinto a los otros vinos y licores propios de las otras empresas contendientes por la marca». Además, sentencia que «el parecido fonético entre ellas no es de la entidad suficiente para que puedan producir confusión en el mercado» .

«Están tocando mi sangre»

A pesar de la sentencia favorable, Rey Lustres no las tiene todas consigo con que suponga el punto final del contencioso. Sus dos rivales tienen la posibilidad de recurrir en casación al Tribunal Supremo , decisión que conocerá en próximos días, cuando finalice el plazo dado por el TSJG. Él tiene claro que, de producirse el recurso, «me defenderé en el Supremo o donde sea, porque están tocando mi sangre, cuestionando el nombre de mi abuela» . Su sueño de mantener con vida la tradición vinícola de la familia, que su madre y su abuela cultivaban de manera artesana para vender sin más pretensiones a los furanchos de la comarca, es más fuerte que el miedo que puedan infundir estos dos colosos «con unos departamentos jurídicos de grandes recursos».

Rey apenas factura 40.000€ al año con la bodega, y es el beneficio de su actividad profesional como aparejador la que le permite mantener el pulso al tiempo que se encarga de las viñas. A pesar de la minúscula escala de su producción, su trabajo se ha visto recompensado con 91 y 92 puntos en la última edición de la Guía Peñín por sus caldos , que exporta a seis países. Pero sigue «mirando por el retrovisor» hasta que esta lucha por el nombre de la abuela llegue a un punto y final.

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