«No sé si los incendiarios han hecho ya todo el daño que pretendían hacer»

La máxima responsable de la lucha contra incendios responde a ABC después de la peor ola de fuegos desde 2006. Incide en el papel de los incendiarios como únicos responsables de la tragedia

La titular de Medio Rural, Ángeles Vázquez, en su conversación con ABC MIGUEL MUÑIZ

JOSÉ LUIS JIMÉNEZ

Tras la peor semana de su vida política, Ángeles Vázquez todavía no se borra del semblante la preocupación de días de intensa lucha contra el fuego. En primer balance de hectáreas quemadas desolador: 35.500. Es la segunda peor cifra de los últimos veinte años.

—¿Va a ser la cifra definitiva?

—Estamos dando una cifra provisional porque era necesario que todo el mundo tuviera información. Ahora estamos perimetrando con medios aéreos y terrestres. Independientemente de que puedan ser mil o dos mil hectáreas más o menos, esto nos da una imagen de lo que ocurrió este fin de semana.

—Van a cerrar un año muy malo

—Pero sobre todo porque hay víctimas. Lo que se priorizaba sin duda, y así se trasladó al operativo, era salvaguardar las vidas humanas. A partir de ahí, nos centramos en conservar las casas y las explotaciones y ganado. Mi mayor preocupación es que hubiese víctimas, porque en todo lo demás ya estamos trabajando para reponerlo.

—¿Cómo se puede asegurar que el 100% de los fuegos fue intencionado cuando es evidente que hubo incendios que saltaron desde Portugal?

—Cuando hablamos de intencionalidad nos referimos al primer foco intencionado. Un incendio es una trampa mortal que sabemos dónde empieza pero nunca dónde acaba. El incendio arrasa. Por supuesto, con mucho viento puede trasladar a centenares de metros un fuego. Pero el inicio, créanme, es intencionado. Si no, ¿cuál es la explicación?

—Nadie parece tenerla...

—Por eso. Yo espero que haya colaboración de la población y la está habiendo. La gente se está volcando. Que nadie deje en un rinconcito cualquier tipo de sospecha: es bueno investigarlas.

—¿Qué van sabiendo de la investigación?

—Hoy yo analizaba distintos casos que no tienen razón de ser. Monforte, empieza un incendio a las 0:15 al lado de las casas, y desde el 13 de octubre se registraron cinco fuegos en la zona. En Cervantes, en plenos Ancares, comenzó uno a las 22:10, otro a las 21:49… Cuatro en dos días. Vilariño de Conso es para nota: un fuego empieza el jueves a las 3:45 de la madrugada en cuatro puntos. Y podría seguir. En Ponteareas, el fuego inicia a las 0:30 en cuatro puntos, rodeando el monte de O Galleiro, que fue repoblado en 2005. Es decir, los fuegos no emanan del suelo. Nada fue fruto de la casualidad. Era el fin de semana perfecto para hacer daño. Lo que no sé es si ya han hecho todo el daño que pretendían.

—Colaboración ciudadana. ¿Hay ya denuncias?

—Hay llamadas telefónicas, hay matrículas de coches… Es una investigación muy abierta que están llevando los cuerpos de seguridad del Estado. Espero que, de una vez por todas, tengamos un resultado y la víctima no vuelva a ser el pobrecito incendiario. Me da igual que esa persona estaba bajo tratamiento, o que digan que es un infeliz. Aquí la víctima es quien ha perdido la vida.

—Dijo el presidente que durante 12 horas el fuego estaba fuera de control. ¿Un exceso de honestidad?

—El presidente y el gobierno somos humanos. Estábamos en medio de los incendios y vimos qué estaba ocurriendo. Se intentaba apagar fuegos que era imposible apagar, y teníamos que retirar los medios terrestres porque el incendio se los llevaba por delante. Y seguían apareciendo focos por toda Galicia. Llega un momento que por muchos medios que tengas, el fuego se lleva por delante metros y kilómetros de territorio.

—¿En qué momento se toma conciencia de la gravedad de lo que estaba pasando?

—Habíamos detectado una alta actividad incendiaria a partir del 1 de octubre. Presentamos el balance de la campaña de verano a 30 de septiembre, unos resultados que eran un 44% menos que 2016. Pero detectamos en octubre que comienzan incendios en el Macizo Central, en Os Ancares, que hay varios fuegos en las Fragas do Eume, incendios reiterados en el Xurés… Empiezas a pensar que algo puede estar ocurriendo. Decretamos una situación de emergencia para emprender un proceso administrativo y que el colectivo de extinción que se contrata por tres meses se incorpore al operativo. Al mismo tiempo, se trabaja para contratar tres medios aéreos a mayores, y visto que el día 12 acababan unas brigadas de Seaga, que hacen un muy buen trabajo pero que son el 8% del operativo total, se determina iniciar su incorporación el día 13. Tenemos previsiones certeras para el fin de semana de temperaturas altas y viento huracanado.

—¿Se pudo haber actuado antes?

—Yo creo que se hizo todo lo humanamente posible. Al estar delante de los incendios, estuve en Nigrán, en Gondomar, en Pazos de Borbén, en As Neves… Había que retirar el operativo de delante. Se necesitaba agua continuamente y había escasez. Y los medios aéreos, al igual que otras veces son muy eficaces, veías que echaban agua pero el fuego seguía avanzando. Y además hubo una involucración absoluta de los vecinos, de los concellos, de empresas particulares… Pero siempre se podrá hacer mejor.

—Recurrentemente se habla de la «industria del fuego» como la beneficiaria de los incendios. ¿Qué industria es esa?

—A mí que me lo expliquen. Pido que se hable claro, que se digan verdades, que investiguemos, y si se me escapa algo, que se diga. Pero la gente que lo ha perdido todo lo que nos pide es seriedad y que no relativicemos banalmente los incendios. No podemos dar mensajes tan simples para confundir a la sociedad.

—¿Se ha recalificado un solo metro de suelo quemado en Galicia?

—Ni se ha recalificado ni se puede hacer hasta pasados treinta años. Y los terrenos arrasados por el fuego, en el ámbito agrario, ni siquiera pueden cobrar la PAC. ¡Es que son todo perjuicios!

—La madera quemada. ¿Tiene más valor que la convencional?

—En este momento sobra madera. Y la madera tiene que tener una trazabilidad. El valor de la madera quemada es ninguno, porque no tiene autorización de la administración, ni viene de las subastas autorizadas.

—El eucalipto. ¿El fuego en Galicia es un problema de las pirófitas?

—La provincia con más incendios de manera reiterada es Orense, y no tiene eucaliptos. Donde más hay es la Mariña y Ortegal, y allí no hay un solo incendio. En Cervantes había especies protegidas, frondosas caducifolias. Con el eucalipto hay que cumplir las medidas establecidas: debe plantarse en el monte, guardar las distancias pertinentes en pistas y carreteras, nunca en zonas agrarias. Todos tenemos una obligación, yo la primera: un eucalipto no puede estar a menos de 50 metros ni de una casa o un núcleo rural o urbano. Porque efectivamente propaga más el fuego, pero no debe demonizarse porque es economía y sostenibilidad para Galicia. Hay más de 70.000 familias que viven del eucalipto en Galicia.

—Lo que parece claro es que las franjas de seguridad no se cumplen en Galicia a pesar de que lo exige la Ley de Montes. ¿Para qué queremos una ley que no se cumple?

—Es una buena pregunta. No hay más que ir por el territorio para ver que no se cumple. Y la responsabilidad es de todos. Este año impusimos más de 3.000 sanciones para que los propietarios cumplieran. Sé que son muchos concellos que trabajan para garantizar la seguridad de sus vecinos. Pero mentiríamos si dijésemos que las franjas están limpias.

—Cuando se critica el exceso de biomasa en el monte, ¿se está pidiendo desbrozar los 2,5 millones de hectáreas forestales de Galicia?

—Las características de Galicia propician que la biomasa crezca. Basta ir por cualquier pista, ver que se desbroza y que al mes ya ha vuelto. Pedir que las 2,5 millones de hectáreas se desbrocen continuamente es una locura, forma parte de esos mensajes simplistas que no llevan a nada. No podemos pretender que el monte sea un césped. Y le digo: incluso este fin de semana ardió el césped de las casas. Limpieza debemos hacer, pero si pretendemos que sea anual en todo el monte es imposible e inviable.

—Reforestar, ¿cuándo y cómo?

—Hay que ver qué zonas fueron las más afectadas. Nos preocupa en los 20 kilómetros de la frontera con Portugal el nematodo del pino. Tenemos que actuar ya porque las zonas ardidas lo propagan. Y puede ser un grave problema para el pinar gallego a corto plazo.

—¿Debemos empezar a replantearnos que las casas no se pueden construir en mitad del monte?

—Es que en realidad no se puede, excepto que tengas una actividad agraria para construir en terreno rústico. No es menos cierto que muchas casas en el monte no tienen esta actividad, eso es verdad.

—Ahora que se van a dar ayudas a la reconstrucción, ¿no sería sensato propiciar el agrupamiento de las viviendas en núcleos de población y no perpetuar la dispersión?

—Habrá que ver cuáles son esas casas afectadas y si tienen los permisos necesarios. De las dos zonas en las que estuve, todas son casas de piedra centenarias. Si los propietarios lo desean, la reconstrucción debe ser en el mismo lugar. Pero en el resto de lugares habrá que hacer análisis pertinentes.

—¿El aumento de penas para los incendiarios es disuasión suficiente?

—Es el mejor paso para decir «hasta aquí llegamos». Créame: fueron cuatro víctimas, pero pudieron ser muchas más. Y pueden serlo en cada incendio. Porque el que tiene su propiedad quiere salvarla, otros no quieren abandonarla, y el fuego es imparable. Tenemos fuego porque alguien prende al monte. Y no consideremos anécdotas casos que puedan salir, son incendiarios.

—Ha vuelto «Nunca Máis»

—Mientras que había fuegos este gobierno trabajó para apagarlos. Me gustaría que hicieran crítica constructiva, que trasladen aquello que tengan para mejorar entre todos. Si esto se arreglara con manifestaciones, marchas o pancartas, yo sería la primera en estar. Pero por desgracia esto no es así.

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