Galicia

«Las inundaciones son un fenómeno inevitable que intentamos predecir»

El mapeo del territorio gallego, donde «históricamente se ha construido mal», afloró 1.057 kilómetros inundables

La forma de llover ha cambiado y se hacen necesarias nuevas herramientas para adelantarse a las trombas de agua

Vecinos de Viveiro un día después de la riada que se llevó por delante la vida de una mujer de 83 años ABC

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La forma de llover en Galicia ya no es la misma de décadas atrás. Ahora, las precipitaciones persistentes y menudas que definían la climatología gallega han dado paso a episodios de sequía que se alternan con otros de lluvias intensas. Y ahí está una de las claves del Plan de Gestión del Riesgo de Inundación en el que el Gobierno autonómico trabaja para evitar que estas trombas de agua causen destrozos millonarios o incluso pongan en peligro la vida de los vecinos. El problema de base, explican desde Aguas de Galicia, es que en la Comunidad «se ha construido mal históricamente». Una herencia con la que hay que lidiar cuando el cielo amenaza con descargar, cada vez de manera más imprevista. «Se ha construido en muchos núcleos de población sin tener en cuenta la ocupación de las zonas inundables de los ríos. Además, podemos encontrar ejemplos de edificaciones que ocupan literalmente los cauces» , explica un técnico a ABC para evidenciar la problemática. Traducido en cifras, más de 60.000 gallegos residen a día de hoy en zonas de riesgo y hay 1.057 kilómetros de tierras inundables a lo largo y ancho de la Comunidad.

Un avance importante en esta lucha contra el líquido elemento fue la elaboración de los mapas de peligrosidad que radiografían todo el territorio. Esta herramienta es fundamental para adelantarse y gestionar posibles situaciones de riesgo porque, en el caso concreto de Galicia, se ha comprobado que «desde que empieza a llover hasta que los ríos comienzan a desbordar pasa muy poco tiempo , por lo que la capacidad de respuesta tiene que ser muy rápida» a la hora de evitar incidentes.

Ganar tiempo

La necesidad de ir siempre un paso por delante de la borrasca entronca directamente con los pronósticos metereológicos, cruciales en la carrera por predecir una riada inesperada y que suelen elaborarse a dos bandas entre las predicciones de MeteoGalicia y las del modelo Artemis que usa Aguas de Galicia y que permite conjeturar el caudal de los ríos y el momento del posible desbordamiento. Pero ni toda la tecnología es capaz de neutralizar la fuerza de la naturaleza cuando uno de los elementos en juego es la propia atmósfera.

El ejemplo más reciente tiñó de luto la localidad lucense de Viveiro, donde una tromba de agua acabó con la vida de una vecina, puso en peligro la de decenas de personas y causó importantes daños materiales el pasado noviembre. Sobre este suceso, las fuentes consultadas afirman que una descarga de agua tan potente como ésta no se ve venir. «Fue un evento muy fuerte, muy potente y muy localizado con una intensidad muy importante en tan solo dos horas», evalúan. Todo esto se produjo en una cuenca pequeña con pendientes muy pronunciadas, lo que a la postre resultó fatal. «Se juntaron muchos factores que ahora debemos analizar cuidadosamente para aprender sobre lo ocurrido y ver cómo podemos mitigar los daños ante fenómenos similares», afirman.

Las dos caras de la riada

A la hora de abordar un fenómeno tan habitual en Galicia, los expertos aclaran «tres realidades que debemos asumir». «Las inundaciones son inevitables, son la principal causa de catástrofe y —paradójicamente— son beneficiosas y necesarias para los ecosistemas». Por eso, aprender a convivir con ellas y mantener a raya el mayor número de elementos posible es la meta del departamento de Infraestruturas e Mobilidade , donde apuestan por «sensibilizar a la población» y reducir riesgos a través del Plan de Gestión del Riesgo. Este documento vital, en continuo estado de revisión, se encuentra en periodo de consulta pública desde el pasado septiembre para apelar a la participación de todos los entes de cara al estudio que marcará el ciclo 2021-2027, y que se pliega a las normativas europeas que establecen que la evaluación del riesgo de inundación debe realizarse cada seis años.

En el trabajo del día a día y al margen de las alertas hidrológicas, dos frentes que no se pueden descuidar para proteger a la población de cara a una tromba de agua son la reforestación de cuencas tras los incendios forestales y los protocolos de actuación en caso de que la descarga sea inminente. En esta labor, el Gobierno gallego trabaja mano a mano con los ayuntamientos, sobre todo con los que se encuentran en una situación de mayor fragilidad. Es el caso de ubicaciones como Padrón, Caldas de Reis o Carballo, por donde cruzan tramos de río identificados como de alto riesgo. Pero, más allá de las zonas rurales, las lluvias descontroladas también preocupan —y mucho— en las ciudades. Las escenas de calles desbordadas y túneles anegados se repiten cíclicamente y desde Aguas de Galicia insisten, al hablar de inundaciones como las registradas en Vigo o en Ferrol, en que la mayor parte de las medidas a tomar para evitar daños mayores recaen en los propios concellos y en los efectivos de Protección Civil, con los que se trabaja de manera coordinada cuando el peligro acecha.

El río, protagonista

Con un presupuesto de 68 millones de euros para el plan que se extiende desde el 2015 hasta el 2021, los profesionales del sector tienen claro que son las actividades realizadas por el hombre las que a la larga convierten una inundación en una catástrofe. Profundizando un poco más en esta afirmación, anotan realidades como la urbanización en llanuras inundables, los puentes con poca capacidad, los desagües por debajo de la cota de marea, los estrechamientos artificiales de los ríos o la deforestación como enemigos del discurrir natural de los ríos a los que —acuerdan— hay que «devolver el protagonismo». «Es necesario que aprendamos a convivir con las inundaciones respetando el espacio natural del río, solo así se minimizará el impacto y los daños generados», apunta negro sobre blanco un informe sobre la gestión de las inundaciones en la demarcación Galicia-Costa.

El consejo, cargado de sentido común, tiene muy presente el poder destructor del agua cuando se abre camino, capaz de llevarse por delante casas, vehículos, todo tipo de mobiliario urbano e incluso vidas. Según los últimas estadísticas, las aseguradoras colocan en primer puesto a las inundaciones como la catástrofe natural que mayor daño genera en España. Yendo al dato, suponen ya la friolera de 163 millones de euros en compensaciones de seguros al cabo de cada año.

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