POLÍTICA

La implosión final de la izquierda ferrolana

El desencuentro entre el gobierno populista y sus antiguos socios y aliados políticos remata con un cruce de querellas en los tribunales por una tasa. En el horizonte, unas elecciones municipales donde la izquierda está obligada a entenderse para mantener la alcaldía

Jorge Suárez, alcalde de Ferrol, en una imagen reciente durante un pleno del concello EFE

JOSÉ LUIS JIMÉNEZ

Cuando el PP de José Manuel Rey Varela no revalidó su mayoría absoluta en el Ayuntamiento de Ferrol en las elecciones de 2015, la izquierda se las prometía muy felices con la recuperación de la alcaldía, que recayó en Jorge Suárez , el candidato de Ferrol en Común y que la legislatura anterior había ejercido como edil de Esquerda Unida en la corporación. La ciudad, una de las cunas del movimiento obrero en Galicia, volvía a girar hacia la izquierda tras cuatro años de gobierno conservador, el primero de su historia con mayoría absoluta. Tres años después, esa misma izquierda ferrolana ajusta cuentas en los tribunales entre severos reproches , con unas municipales en el horizonte donde, previsiblemente, tendrá que volver a ponerse de acuerdo si quiere optar a mantener la alcaldía.

El desencadenante de la guerra interna en la izquierda local ha sido, cómo no, la tasa de depuración que el gobierno de Suárez ha reactivado para evitar la quiebra de la empresa municipal de aguas (Emafesa) y sostener las infraestructuras hidráulicas para el saneamiento de la ría. La Plataforma pola Remunicipalización presentó esta semana una querella contra Emafesa y el alcalde por «prevaricación» y «estafa» por entender que el importe de la tasa no se corresponde con el coste del servicio que presta.

La reacción del alcalde no se hizo esperar, quien cargó contra los «profesionales del ocio vestidos de activistas» y el «PSOE de Sestayo », que diferenció del PSdeG-PSOE a nivel autonómico. Un día más tarde, replicaba con acciones legales contra los denunciantes, a los que acusaba de «difamar» a su persona y su equipo de gobierno «con fines electoralistas» y en base a una denuncia «falsa, sin fundamento jurídico alguno, plagada de errores e incorrecciones». La Plataforma respondió: a ellos les mueve «la defensa de los intereses ambientales frente a la inacción del mal gobierno». El PSOE negaba cualquier relación con la denuncia y reiteraban las «evidentes carencias de gestión» del gobierno del que hasta hace poco formaba parte.

El de Suárez es un gobierno de una enorme fragilidad . De sus seis ediles de Ferrol en Común solo conserva cinco, puesto que una concejala abandonó la disciplina y pasó al grupo de no adscritos. Conserva a otras dos ediles que abandonaron el PSOE tras la ruptura del pacto de gobierno entre acusaciones de transfuguismo. En total, 7 actas en una corporación de 25. Su balance de gestión es paupérrimo: Ferrol subsiste con prórrogas del presupuesto que Rey Varela aprobó en 2014 —ahora amaga con vincular las cuentas de 2018 con una moción de confianza— ; acuciado por un agujero millonario en Emafesa tras congelar la tasa de depuración durante casi tres años; sin acuerdo para revertir a la ciudad activos ociosos del Ministerio de Defensa... El grado de desgaste ha llegado a tal punto que el propio Suárez reconocía que aún debe decidir si repite como candidato. «En estas circunstancias actuales supondría un sacrificio personal que tengo que meditar con mi familia», admitió.

Guerra civil larvada

Las dos patas del gobierno municipal fueron Ferrol en Común y el PSOE . La primera de ellas fue una marea municipalista, impulsada desde Esquerda Unida, y que se acabó por escindir de una primigenia Marea Ártabra —formación que concurrió posteriormente a las municipales pero no obtuvo representación, y dentro de la cual están varios de los activistas que ahora han denunciado a Suárez por la tasa del agua —.

En aquel primer movimiento, aparecían como inscritos en la misma el propio Suárez, la hoy diputada de En Marea en las Cortes Yolanda Díaz o el activista Alexandre Carrodeguas, uno de los impulsores de la plataforma contra la tasa de depuración que el PP había implantado durante su mandato. Era una izquierda de corte rupturista y que abogaba por una remunicipalización de servicios en la ciudad , frente a las privatizaciones que imputaban a Rey Varela. Con este discurso de recuperación de lo público alcanzaron los seis ediles en las elecciones de mayo de 2015.

El componente socialista del pacto de gobierno fue, casi desde el primer momento, un factor de inestabilidad . Suárez y la líder del PSdeG en la ciudad, Beatriz Sestayo, suscribieron un acuerdo para formar un bipartito, pero en el que unos y otros se miraban constantemente de reojo, con desconfianza. Las diferencias de criterio en asuntos polémicos como la peatonalización del barrio de la Magdalena, la retirada del busto del Rey emérito de la fachada del consistorio o la remunicipalización de determinados servicios derivó, después de varias dimisiones, en una crisis de gobierno en septiembre de 2016. El alcalde cesó de sus cargos a tres ediles socialistas —Sestayo y dos de sus afines— pero mantuvo a otras dos concejales en el gobierno , en calidad de no adscritas. Fue el pistoletazo de salida para que la hasta entonces teniente de alcalde pasara a ser la enemiga número 1 del regidor. Con el voto del PSOE —y el apoyo del PP— el pleno le retiró el sueldo a estas dos concejalas. Un ajuste de cuentas más.

Ni siquiera el PP, primer partido de la oposición, ha igualado el tono de acritud y crudeza con que Sestayo fustiga al alcalde. Pero la propia lideresa socialista tiene su propio laberinto orgánico: se investiga si hubo fraude en las primarias de enero que ganó por un voto para mantenerse como secretaria municipal. Está enfrentada a la dirección provincial del partido mientras Gonzalo Caballero calla, después de que Sestayo lo apoyara en las primarias autonómicas. Las últimas encuestas vaticinan un desplome socialista en la ciudad, porque a Sestayo la apoya una mayoría de la militancia pero su electorado le da masivamente la espalda.

Mientras la izquierda se ajusticia cainitamente sabedora de que está volando puentes que tendrá que reconstruir en un futuro no muy lejano, el PP ferrolano aguarda para anunciar quién será su candidato a la Alcaldía en 2019. Las quinielas —y las direcciones provincial y regional— apuestan por un regreso triunfal de Rey Varela, hoy conselleiro de Política Social. Pero el anuncio tarda todavía en llegar.

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