Un buzo sale de la campaña húmeda, ayer en una exhibición en Ferrol
Un buzo sale de la campaña húmeda, ayer en una exhibición en Ferrol - MIGUEL MUÑIZ

Fuera miedos a 90 metros bajo el mar

Los buzos del futuro se preparan para las emergencias en uno de los sistemas más seguros: la campana húmeda. Así funciona

Ferrol Actualizado: Guardar
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Marta Cortés y Anxo Martínez quieren ser buzos profesionales. Se preparan para conseguirlo en el Instituto Galego de Formación en Acuicultura (Igafa) y estos días entrenan en el Puerto Exterior de Ferrol de la mano de Salvamento Marítimo con uno de los sistemas más seguros: la campana húmeda, una infraestructura que ofrece a los submarinistas una seguridad poco habitual cuando se trabaja, en una situación desfavorable, a 90 metros de profundidad. Solo existen dos sistemas de este tipo en España: uno ubicado en la base de Fene que opera en la costa cantábrica y Galicia, y otro en Cartagena para el Mediterráneo y Gibraltar.

En esta campana húmeda acaban de ascender Marta y Anxo después de maniobrar durante varios minutos en el agua, donde han fingido, por turnos, sufrir una indisposición que obligaba a su compañero a acudir a rescatarlos.

En todo momento, desde el puesto de mandos en superficie, otros alumnos –de la docena que participan en el cursillo– se comunican por voz constantemente con ellos, les dan instrucciones que deben ser respondidas y les siguen con una cámara. «Desde el control observamos cada válvula que abren o cierran. Percibimos cualquier síntoma o movimiento raro que hagan, de forma que podemos abortar la operación y ascender para recuperarlos», explica Manuel Ruiz, coordinador de buzos de Salvamento Marítimo a nivel nacional y que supervisa este simulacro con el profesor de Igafa Vicente Varela.

La presión permite que la cúpula de la campana permanezca en todo momento sin agua. En caso de que los submarinistas se quedaran sin aire en sus equipos o tuvieran cualquier percance con sus cascos, se lo podrían retirar bajo el mar y respirar «sin ningún problema» en esta parte de la estructura, que cuenta además con cuatro botellas de 50 litros en sus esquinas.

Naufragio en las Islas Cíes

Hoy ensayarán uno de los escenarios más adversos que podrían ocurrir y que nunca se ha producido en una operación real: el cordón de la cabina se rompe y la campana cae al fondo del mar. Los buzos, vestidos con trajes de agua caliente bombeada desde la superficie, resistirían «entre cinco y seis horas hasta ser rescatados», estima Ruiz.

Con esta campana húmeda se ha contribuido, por ejemplo, a la recuperación de cadáveres en el naufragio del «Mar de Marín», hundido hace casi tres años en las Islas Cíes con cinco marineros fallecidos y otros cinco supervivientes. La campana húmeda, que se utiliza desde 2010, siempre permanece lista dentro de un contenedor para ser transportada, con el puesto de control, un taller y una cámara hiperbárica, clave ante cualquier complicación de descompresión. «Cuando nos llaman, nuestro trabajo ya no es salvar vidas. No somos rescatadores de helicópteros. Cuando acudimos es porque ha ocurrido una tragedia. No vas a aumentar riesgos, se trata de minimizarlos. Ahí la campana es muy segura», comenta Ruiz.

Jesús Iglesias, jefe de Salvamento Marítimo en La Coruña, de visita durante el curso, charla también con ABC mientras otra pareja se prepara para la inmersión. Afirma que la base que dirige «es la más importante en anticontaminación y una de las dos principales en submarinismo». Aunque reconoce que para una víctima «los medios nunca parecerán suficientes, tenemos más que los países de nuestro entorno. La preparación media de nuestra gente es, además, altísima. Se ve en las operaciones que realizamos». La suma de medios de Gobierno y Xunta hace que, en opinión de Iglesias, «esta esquina de España esté mejor equipada que la media porque las condiciones climatológicas así lo piden y porque existe mayor sensibilidad hacia lo marítimo».

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