Debate del Estado de la Autonomía 2018

Feijóo prepara rebajas fiscales y presumirá de estabilidad frente a los bandazos de Sánchez

El presidente de la Xunta apuesta por bajar los impuestos a las familias frente a medidas como el «dieselazo» socialista

Núñez Feijóo, en el Parlamento gallego EFE

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En el maremagnum de incertidumbre en que se ha convertido la política española, Alberto Núñez Feijóo saca brillo a la estabilidad de su gobierno . Es su marca de identidad. El sello de denominación de origen que distingue sus tres mayorías absolutas consecutivas frente a la fragilidad de Gobierno de Pedro Sánchez, el órdago del separatismo o la atomización con que la izquierda afronta los preparativos de las próximas elecciones municipales. «Soy un presidente previsible», bromeó el pasado jueves el popular. Y cabe pensar que así, sin grandes sobresaltos, afrontará un Debate del Estado de la Autonomía en el que pasará revista a la mitad de su mandato.

Según confirman fuentes próximas al presidente de la Xunta, Núñez Feijóo aprovechará su discurso inicial para anunciar nuevas rebajas fiscales en una apuesta por reducir la carga impositiva de las familias que contrapondrá a las amenazas de Sánchez de aplicar nuevas subidas de impuestos. El presidente del Gobierno gallego incidirá en su «oposición» a la hoja de ruta del Ejecutivo socialista en esta materia, haciendo especial hincapié en la subida de los tributos al diésel, que supone el 85% del combustible total que se emplea en Galicia. Así, frente al «dieselazo» del PSOE, que afectará con especial incidencia a las clases medias y la industria automovilística, el equipo de Feijóo avanza que el presidente de la Xunta «renovará su compromiso con nuevas rebajas fiscales que beneficien a las familias gallegas».

En el plano político, la toma de posesión de los nuevos conselleiros ofreció algunas pinceladas de por dónde discurrirá la intervención del presidente. El día de la incorporación de José González, Fabiola García y Carmen Pomar a su gabinete, Feijóo puso en valor a un equipo renovado y reorganizado, que nada tiene que ver «con los pactos de despacho» entre «minorías incompatibles entre sí». Para la Xunta, Galicia seguirá siendo la aldea gala en la que no existen situaciones como las del PSOE, con un ojo puesto en la escalada verbal del separatismo y con otro en el cumplimiento del pacto con Podemos, su principal socio de gobierno.

Ataduras, todas ellas, que tienen su eco en la Comunidad. Desechada a medio plazo la idea de reformar el sistema de financiación autonómico, el Gobierno gallego pone buena parte del foco en las infraestructuras . Particularmente en que Fomento cumpla la previsión de terminar las obras del AVE en 2019 —y su posterior puesta en servicio un año más tarde—, en la estrategia para incluir a Galicia en el corredor de mercancías o en que se acelere la construcción para 2021 de la autopista Santiago-Lugo, coincidiendo con el Xacobeo. Cuestión aparte es la AP-9. La visita el pasado miércoles del ministro José Luis Ábalos confirmó la idea de que al Gobierno no le agrada la transferencia, pero la Xunta dará la batalla para suprimir el peaje de Redondela, apalabrado previamente con el PP.

«Cumpliremos todos los compromisos del anterior Gobierno», aplomó Ábalos en Santiago. Y cierto es que la frase tuvo algo de balsámica, si se tiene en cuenta que Galicia contuvo varias veces la respiración en los poco más de cien días que lleva Sánchez en el cargo . Ocurrió así con los amagos del propio ministro de modificar el cronograma de la Alta Velocidad o con la amenaza del Gobierno de tumbar los contratos saudíes de corbetas en Navantia . En algunos casos a la sorpresa le siguió el enfado, como en la condonación de la deuda al Puerto de Valencia. Por ello es que Sánchez está abocado a recibir las críticas de Feijóo. Los compartirá a buen seguro con la deriva del independentismo. Al cabo, el mandatario popular encarna un modelo diametralmente opuesto al de la entente Torra-ERC-CUP. El suyo —y el de sus socios regionales en el noroeste y la Meseta— tiene que ver más con revitalizar el espíritu pactista de la España autonómica.

Promesas cumplidas

En el apartado de gestión, la Xunta afronta los dos años siguientes habiendo cumplido o encarrilado algunos proyectos que un día fueron promesas electorales. Desde la victoria en septiembre del 2016, el Ejecutivo autonómico expandió, por citar algunos ejemplos, la política de «impuestos cero» en el rural la compra de vivienda está libre de cargas en el 93% de las parroquias —, dio un nuevo paso al frente en política social —ampliación de la Tarxeta Benvida y creación de las «casas do maior»—, reformó en una primera fase el mapa del transporte por carretera, o puso coto al urbanismo descontrolado con la aprobación del plan básico autonómico, un documento que acabará con el «vacío» legal en 215 concellos.

El desempleo sigue siendo la «china» en el zapato de la Xunta : subió en septiembre en casi 1.900 personas , pero salva el balance en el dato interanual, donde el dato sitúa a Galicia con una tasa de reducción del paro de casi diez puntos, tres puntos y medio por encima de la media española. En la Comunidad todavía existen 166.320 personas sin trabajo; lejos aún de la promesa de finalizar la legislatura con 100.000. Eso sí, en lo que va de legislatura la Xunta ha subido en diferente grado el salario al personal de la educación, la sanidad y la justicia.

La oposición

Pero la hoja de méritos económica parece evidente que no consolará a la izquierda. Lo único que podría amortiguar los embates contra la Xunta está en el nuevo papel del PSdeG como defensor de las políticas del Gobierno de Sánchez. Por lo demás, se esperan ataques por el flanco de la sanidad —aprovechando la apertura de una comisión en el Parlamento sobre los «recortes» en el Sergas—, el resto de servicios básicos u otros asuntos que permitan la confrontación ideológica, como el debate sobre los medios públicos o la memoria histórica. Y todo dentro de un marco preelectoral. La cita municipal de 2019 está condicionando la unidad del rupturismo —enfrascado en dos procesos internos paralelos, uno de En Marea y otro de Podemos— y añadirá un incentivo más al socialismo y al nacionalismo para persistir en la confrontación con el PPdeG.

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