Inclusión

«Las enfermedades se tratan, lo que no se pueden es apartar y esconder»

Anxiños sostiene un hogar para niños con trastornos mentales al servicio de las familias

Ruth Gómez, presidenta de Anxiños, en la casa rectoral de A Baña que acoge la escuela-hogar de la asociación ARXINA

Rocío Lizcano

«Siempre había creído que la cosa más triste del mundo es que un padre entierre a un hijo, hasta que hace seis o siete años vi a una madre con un cáncer de mama terminal que me dijo en gallego, con unas palabras terribles: ‘Ruth, ¿que vai ser de meu fillo cando eu morra? ¿Onde irá cando eu non estea? É un canciño sen dono’. Eso me llegó al corazón. Los niños con enfermedades mentales graves son niños incómodos y nuestra razón de ser es trabajar para que estos niños diferentes no acaben por ser adultos indiferentes para la sociedad ». Quien habla es Ruth Gómez , doctora en Pedagogía Terapéutica y durante más de cuarenta años responsable de la escuela Camilo José Cela para pacientes pediátricos hospitalizados en el Clínico de Santiago. El trabajo en los últimos compases de su vida laboral con la unidad de Hospitalización Psiquiátrica Infanto-Juvenil prendió en ella la chispa de un proyecto que el próximo 23 conquistará un hito en su andadura: ese día se incorporará al equipo de la asociación Anxiños la psicóloga clínica que asumirá la dirección facultativa de la escuela-hogar para niños con enfermedad mental grave que la organización ha levantado en A Baña. La casa, ubicada en una antigua rectoral cedida por el Arzobispado, ha trabajado en verano como dispositivo de respiro para las familias pero, en adelante, y en virtud del convenio suscrito en los últimos días con el Sergas , estará habilitada para, bajo prescripción de los especialistas en Psiquiatría del área sanitaria de Santiago, recibir a menores de 15 años tras el alta en la unidad de Psiquiatría Infanto-Juvenil.

«Nuestro objetivo es que reciban atención psicológica, atención educativa, atención social y, sobre todo, ser un hogar en el que los niños y las familias encuentren respiro », expone la presidenta de Anxiños en conversación con ABC. «Los profesionales determinarán qué niños van a estar en esta casa. Nosotros con los brazos abiertos los acogeremos siempre», dice.

El proyecto que hoy se hace grande en la casa rectoral de San Mamede do Monte, a apenas 30 kilómetros de Santiago, comenzó a tomar forma cinco años atrás. «Trabajé toda mi vida con niños enfermos; 44 años en el hospital. Cuando ya tenía el pie en el estribo para jubilarme, empecé a trabajar con la unidad de Psiquiatría Infantil, y me di cuenta de que esta es una enfermedad desconocida, tapada, y de que los niños con una enfermedad mental son incómodos . Como ya no soy una niña también vi en qué se convierte un enfermo mental: en una persona incómoda e indiferente para la vida, fue entonces cuando junto con unas madres de pacientes y con el apoyo vital de una persona como Rocío Mosquera, que en ese momento era conselleira, pusimos a caminar Anxiños», relata Ruth Gómez.

Hoy la asociación cuenta con un equipo profesional integrado por doce personas y, además de la exconselleira de Sanidade Rocío Mosquera , trabajan con Anxiños personas como el catedrático de Medicina Legal Ángel Carracedo (vicepresidente) o Juan Raposo (abogado de la entidad). Todos, apunta la presidenta, con el objetivo común de que las enfermedades mentales estén «más libres de tanto prejuicio». «Hace años se decía eso de tras una larga enfermedad murió esta persona, hasta que un día un valiente dijo ‘tengo cáncer’. Con el sida pasó lo mismo, y con la enfermedad mental ojalá algún día alguien diga soy una persona reconocida y tengo esta enfermedad mental, y no nos escandalicemos de que una persona haga una vida plena teniendo una enfermedad mental tratada. Porque las enfermedades se tratan, lo que no se pueden es apartar y esconder », reflexiona.

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