Un descuido, principal hipótesis del naufragio en la ría de Pontevedra

El mar vuelve a cobrarse la vida de marineros en aguas gallegas. La última tragedia marítima tuvo lugar en la madrugada de ayer entre los puertos de Marín y Combarro, en la Ría de Pontevedra. Una pequeña embarcación pesquera chocó en torno a las cuatro de la madrugada con una batea y se hundió poco después. La causa, según señaló José Antonio Gómez, patrón mayor de la cofradía de Portonovo, apuntan a un despiste.

El ambiente en el puerto de Combarro era ayer de profunda tristeza y de asombro, ya que a los propios compañeros de profesión de los cinco tripulantes del pesquero «Novo Marcos Campello» les resultaba difícil comprender qué pudo pasar esa noche y cómo se produjo el accidente.

El resultado de la colisión en el polígono de bateas, frente a la Isla de Tambo, fue trágico. Tres de los cinco marineros, vecinos de Lugar de Campelo, en Poio, perdieron la vida. Dos de las víctimas –Jesús Ligero y Florentino Carballa– eran padres de los dos supervivientes, los más jóvenes de la tripulación. Los vínculos familiares en pesqueros de pequeño tamaño, como el que naufragó ayer, son frecuentes.

El tercer marinero que murió, cuyo cadáver fue encontrado horas después del accidente y que fue rescatado por los buzos de la Guardia Civil, era el patrón de la embarcación, Francisco Castiñeira, un hombre que no llegaba a los 40 años.

Más de una hora a nado

La voz de alarma la dio el propio Carlos Carballa, que después del siniestro logró llegar a tierra tras nadar más de una hora en la oscuridad y con unas condiciones complicadas de mar por el viendo que soplaba. El otro joven superviviente pudo ser rescatado más tarde por un pesquero de la zona al alcanzar una batea en la que consiguió ponerse a salvo.

Salvamento Marítimo informó a primera hora de la mañana del hallazgo de dos de los cuerpos de los marineros gallegos, que posteriormente fueron trasladados al Instituto de Medicina Legal de Galicia (Imelga) en Pontevedra. Uno de los cuerpos fue hallado sin vida por el pesquero Churus, quien trasladó también al joven Adrián Ligero, uno de los supervivientes, desde una de las bateas del polígono hasta el puerto de Combarro. El helicóptero pesca 1 de Salvamento Marítimo recuperó otro de los cuerpos en la misma zona, que también fue trasladado en un primer momento a Combarro.

La embarcación, que había salido a faenar desde Portonovo, realizó una primera parada en el puerto de Marín para descansar. Puesto que el mar no estaba en las condiciones óptimas para continuar con el trabajo de pesca, fuentes consultadas por ABC señalan que los tripulantes debieron decidir hacer el trayecto Marín-Combarro y ya no volver al puerto de origen. Aunque el mar estaba algo revuelto, los marineros y conocedores de la zona aseguran que no había temporal y que estaba despejado, de ahí la incomprensión del accidente que se cobró la vida de los tres vecinos de Poio.

Según señalaron también fuentes municipales algunos de los tripulantes se encontraban en la bodega del barco descansando en el momento del accidente, mientras realizaban el corto trayecto marítimo. Sin embargo, la colisión con una batea frente a la Isla de Tambo truncó la travesía y fue el desencadenante del fatal desenlace.

El barco, según explicaron fuentes de la cofradía, contaba con todos los elementos de seguridad. No obstante, ninguno de ellos lograron evitar la muerte de los tres marineros gallegos. La baliza de la embarcación no dio la señal de alarma tras el accidente. Además, la balsa de salvamento no se activó tras el hundimiento del pesquero –se accionan de forma automática a 10 metros de profundidad– y el equipamiento de emergencia que se hallaba en el puente tampoco sirvió salvar la vida de tres de los tripulantes.