Explotación en el macizo granítico de Santiago que, junto al macizo de Padrón, suministró piedra a la ciudad para muchos de sus monumentos
Explotación en el macizo granítico de Santiago que, junto al macizo de Padrón, suministró piedra a la ciudad para muchos de sus monumentos - CEDIDA

Las abandonadas canteras del Camino de Santiago

Los espacios que proveyeron de piedra a monumentos como la Catedral de Santiago para su construcción apenas son conocidos y protegidos a pesar de su valor para restauraciones o estudios

Santiago Actualizado: Guardar
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Es el evangelista san Mateo, en el capítulo 16, quien anota la famosa afirmación de Cristo:«Pero yo también te digo que tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia». Elegida esa roca fundacional, los cristianos han necesitado a lo largo del tiempo otras piedras para construir sus templos. Solo en los casi 800 kilómetros del Camino de Santiago –en su ruta Francesa, la más popular– hay 450 monumentos pétreos levantados por el hombre, pero no con la piedra que prefirió, sino con la que los condicionantes geológicos de cada zona, muy diferente en su composición, le proporcionaba. Sobre esas canteras del Camino, mayoritariamente abandonadas o sin localizar, ha investigado Enrique Álvarez Areces, miembro del Instituto Geológico y Minero de España (IGME) que acaba de publicar el libro «De Piedra», donde expone «cómo el estudio de los materiales pétreos de construcción ofrece una nueva visión del legado cultural del Camino».

Se trata de una perspectiva poco habitual, pues el patrimonio jacobeo, como en general el resto, se suele abordar desde perspectivas como la artística, la arquitectónica o la arqueológica, pero es menos frecuente la divulgación de los recursos empleados. «En los últimos años es creciente el interés por las canteras que han suministrado materiales a los edificios históricos y monumentos –indica el autor–. Su localización es de interés no solo para disponer de materiales de sustitución de elementos degradados en restauraciones, sino también porque permite obtener roca sana para la realización de ensayos tecnológicos, permitiendo conocer sus características y poder evaluar la efectividad de productos y tratamientos de conservación». La propia Catedral de Santiago es un ejemplo de actualidad, pues recientemente se sustituyó parte del cupulino de la Torre Sur de la fachada del Obradoiro debido a los problemas de inestabilidad que presentaba y el consecuente peligro de derrumbe, un hecho que ocurrió varias veces en la historia y que no se había vuelto a repetir al ser rellenado el pasado siglo con hormigón, una estrategia que, no obstante, el tiempo ha demostrado negativa por los efectos que produce.

Cantera de Vidán, en los alrededores de Santiago
Cantera de Vidán, en los alrededores de Santiago - CEDIDA

Hay dos macizos fundamentales en los edificios de su casco viejo, Patrimonio de la Humanidad: el macizo granítico de Santiago y el de Padrón. Del primero procede parte de la piedra utilizada en el Pórtico de la Gloria, señala Álvarez Areces, que ubica algunas de sus canteras en Vidán y Conxo, dos zonas al sur de la capital gallega. En sus cercanías también existen puntos de extracción como Rocha Vella, Aradas o Queiroal. Otros monumentos destacados de la ciudad, como la Colegiata de Sar, la iglesia de las Ánimas o el Arco de Mazarelos, tienen su origen en ellas. Se caracteriza por ser un granito de grano medio a grueso, de dos micas, con predominio de biotita, un tipo de mineral.

En el Pórtico de la Gloria

En cuanto al macizo de Padrón, con grano de dos micas medio a fino, aparece también en el santuario del Apóstol o en construcciones cercanas como el Hostal de los Reyes Católicos, el Monasterio de San Martín Pinario, la Casa del Cabildo, San Domingos de Bonaval o la Facultad de Medicina. «La principal roca utilizada en el Pórtico fue extraída de este macizo. Algunas de las canteras se sitúan en Vrins y Eirapedrina», apunta el geólogo. Ambos macizos fueron los principales suministradores por «la capacidad de labrado y la cercanía de los afloramientos».

Los casos son muchos y diversos pues ,por ejemplo, parte del patrimonio de Sarria, en Lugo, se levantó a partir de las canteras del monte de San Cibrao. Y si retrocedemos a Castilla y León, observaremos cómo «el patrimonio arquitectónico de cada zona presenta una identidad marcada adaptándose al recurso de sus proximidades». Así en Tierra de Campos aparecen muros amasados con barro y paja y en las catedrales de León y Burgos el gótico se llena de filigranas gracias a la combinación de «materiales trabajables y técnicas idóneas para ello», muy diferentes del duro y grueso granito gallego.

El crecimiento de las ciudades, con la consiguiente planificación urbanística, acaba con algunos de estos entornos si no se protegen. Podrían constituir incluso un recurso turístico. «En muchos casos se encuentran en estados de abandono o indebidamente utilizados como vertederos donde los residuos y vertidos acumulados impiden la observación», lamenta Álvarez Areces, que defiende la importancia de crear una figura legal de protección para estos espacios de la que España carece, y la necesidad «urgente» de establecer un inventario, a pesar de que a veces no sea una tarea sencilla.

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