Pactos de Gobierno

Así se reparten los cargos en el Gobierno a la valenciana como el que exige Iglesias a Sánchez

Ximo Puig se desmarca de la dirección del PSOE, dará cabida a Podemos y reclama Ejecutivos «lo más estables posibles»

Imagen de Ximo Puig y Mónica Oltra tomada este miércoles en Valencia EFE
Alberto Caparrós

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El secretario general de Podemos, Pablo Iglesias, se ha inspirado en el pacto de Gobierno alcanzado en la última legislatura en la Comunidad Valenciana entre las fuerzas de izquierdas para exigirle a Pedro Sánchez que replique un modelo similar en su próximo Ejecutivo. La tesis es clara. Podemos solo apoyaría la investidura del candidato socialista como presidente si éste acepta dar entrada en el Gobierno a dirigentes de la formación morada.

El PSOE se muestra reacio a aplicar este modelo y apuesta por gobernar en solitario. Mientras, el líder de los socialistas valencianos y presidente de la Generalitat, Ximo Puig , ya ha asumido que deberá dar entrada a Podemos en su nuevo Ejecutivo ante la exigencia de la formación de Iglesias. Al respecto, este jueves, Puig ha defendido la conformación de ejecutivos «lo más estables posibles» y ha incidido en que «un Gobierno cómplice en Madrid es fundamental» para la Comunitat Valenciana.

Así se ha pronunciado Puig minutos antes de participar en la romería a la Santa Faz de Alicante al ser preguntado por si ve razonable un Gobierno de su compañero de partido Pedro Sánchez en minoría con apoyos puntuales.

«Le incumbe al presidente del Gobierno porque estamos a unos días solo de las elecciones y cada uno tendrá su posición», ha indicado Puig antes de proseguir que, por su parte, apuesta por «gobiernos lo más estables posibles». En el caso valenciano, la estabilidad que preconiza Puig pasa por un pacto en el que varias formaciones se reparten los departamentos de la Administración autonómica.

El Ejecutivo valenciano al que se refiere Iglesias se conformó tras las elecciones autonómicas de 2015, donde se unieron los tres partidos de izquierdas. PSPV-PSOE, Compromís y Podemos firmaron un acuerdo, conocido como el Pacto del Botánico , que trazaba unas líneas maestras en las prioridades de la gestión. En él se incluía que las dos primeras fuerzas gobernarían conjuntamente en la Generalitat mientras los morados darían apoyo desde el Parlamento. De esa forma. el socialista Ximo Puig logró ser investido como presidente de la Generalitat. El PSPV-PSOE cedió a Compromís la Vicepresidencia y la Portavocía, que asumió Mónica Oltra . Así se mantuvo durante toda la pasada legislatura, pese a que a mitad se le ofreció a Podemos entrar y lo rechazó ante el temor inicial de que podría pasarles factura.

Imagen de Rubén Martínez Dalmau y Pablo Iglesias ROBER SOLSONA

Este Ejecutivo, formado por diez consellerias, tenía un reparto de cinco para el PSPV-PSOE y otras cinco para Compromís , y se basaba en el llamado «mestizaje». Es decir, dentro de cada departamento existía un juego de equilibrios en los altos cargos, de modo que si el primer escalón estaba dirigido por un socialista, en el segundo (secretarías autonómicas) y el tercero (direcciones generales) se encontraba alguien de la coalición (y viceversa). Un modo de aplicar contrapesos que en unas consellerias ha funcionado más que en otras. Recordados son, por ejemplo, los graves conflictos en Economía.

La investidura de Puig, a cambio de cargos

El escenario después de los recientes comicios en la Comunidad Valenciana ha cambiado y, con una nueva victoria de la izquierda, el futuro Gobierno autonómico -salvo un absoluto fracaso negociador- no sólo estará conducido por PSPV-PSOE y Compromís, sino que entrará Podemos junto a Esquerra Unida, con quien se presentó en coalición. Aunque la formación que lidera Rubén Martínez Dalmau ha perdido apoyos en las últimas elecciones y ha pasado de trece a ocho escaños, sus diputados son claves para la investidura de un presidente socialista. Y Podemos ahora pide a cambio cargos en el Gobierno valenciano.

Para continuar en el cargo a Ximo Puig no le queda más remedio que repetir la fórmula con un nuevo actor, aunque existe un debate sobre la revisión del método. El reparto plantea una seria dificultad y los socialistas, ante su notable crecimiento en votos, pretenden que se reequilibre a su favor con mayor número de departamentos. Hay quien propone que, como mínimo, quien ostente la conselleria y su número dos sí sean del mismo color para evitar fuertes choques como los que se han producido en algunos proyectos clave.

Todo se encuentra abierto y la distribución dependerá en principio de la representatividad, teniendo en cuenta cuestiones como las sintonías personales, que en ocasiones también han pesado.

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