Ferran Garrido - Una pica en Flandes

Matar al mensajero, la libertad de prensa en peligro

«No lo olviden, 50 periodistas han sido agredidos desde el inicio del 'procés' en Cataluña»

Sentada de profesionales de los medios de comunicación en el Parlament de Cataluña por las agresiones recientes EFE

Definitivamente, nos estamos volviendo todos locos. En nuestro día a día se impone la irracionalidad, acompañada de una buena dosis de egocentrismo egoísta y cainita, trufado de un agrio sentimiento de odio y de rechazo al que piensa diferente. Es la historia de España desde que Goya nos dibujó moliéndonos a palos, enterrados hasta la cintura, para dirimir nuestras diferencias. Bueno, en realidad desde antes.

Ese cuadro del genial sordo aragonés no le sentó muy bien a mucha gente de la época. Era un librepensador y, en España, lo del pensamiento crítico no ha sentado nunca muy bien, ya saben.

Ha pasado mucho tiempo, pero lo de crucificar, despellejar y desollar vivo a todo aquel que se dedica a poner lo que pasa y lo que piensa sobre el papel, en negro sobre blanco, ante una cámara, en colores, y sobre un micrófono, con toda la fuerza sonora de la realidad, sigue siendo un deporte muy practicado.

El que suscribe, un servidor, fue víctima de una agresión violenta hace algunos años que acabó con dos costillas , o tres que ya no me acuerdo, a la “virulé” a consecuencia de un par de buenos puñetazos que me regaló un radical cargadito de razones como recordaba hace poco en una conversación con Manolo Mata. Así que sé de lo que hablo y, se lo cuento, para que entiendan que mi contundente y habitual reacción en contra de quienes se permiten el lujo de agredir a un periodista no es solo una cuestión corporativa. Entre esos tipos y yo, hay algo personal.

No puedo soportarlo. Y ustedes no deberían tampoco. El ataque a los medios de comunicación es un ataque a todos nosotros, a una sociedad que cree en la libertad y en la democracia. Y que respeta la Constitución y los derechos fundamentales recogidos en ella.

Y en esto, no miro color ni procedencia del agresor, del insultante, del mal hablado y de todo aquel que falta al respeto de un profesional durante el ejercicio de su trabajo, de su obligación y de su derecho, y deber, de informar.

Empezamos a ver, como una costumbre, como algún energúmeno disfrazado de independentista, insulta, agrede, golpea, zarandea y arroja algún tipo de líquido sobre nuestros compañeros que informan por televisión desde Cataluña. Lo hemos visto hace poco con una compañera de Telecinco, Laila Jiménez .

También ha padecido el ataque del totalitarismo independentista mi compañera de TVE Ángela García Romero mientras cubría la Diada. Compañera, que esa piedra fortalezca nuestro amor por la libertad y tu incuestionable profesionaldad.

Sentada de profesionales de los medios de comunicación en el Parlament de Cataluña por las agresiones recientes EFE

Antes hubo más y no quiero olvidar a nadie, pero la lista, me temo, va a ir creciendo. Los compañeros de Barcelona hicieron el otro día una sentada en el Parlament para reclamar algo tan básico como su derecho a la Libertad de Prensa. Qué miedo me da que tengamos que reclamar algo así, cuando hace tiempo dimos todos por superada la lucha social por la libertad. Se ve que no. Se ve que han vuelto los que oprimen en aras de la defensa de la libertad de la Península Barataria de turno. Miedo me da. Pero no me van a callar. No lo olviden, 50 periodistas han sido agredidos desde el inicio del “procés” en Cataluña. Y me temo que, a partir de hoy, serán más.

Por cierto, entre todos la mataron y ella sola se murió, que durante las manifestaciones del 9 de octubre , en Valencia, una periodista de la televisión autonómica tuvo que soportar las lindezas de grupos radicales vinculados a la extrema derecha y, el año pasado, se llevó los insultos, esta vez de color ultraizquierdista, una periodista de Intereconomía . Homenaje especial merece la paciencia de mi querida Loreto Ochado, que no solo fue agredida en la calle si no que recibe “cariñitos” de todo tipo a través de la redes sociales, hasta el punto de que asumo los insultos que le dirigen como propios por autentica solidaridad personal y por amistad sincera. Y, que carajo, por defensa militante de la Libertad de Prensa, la Constitución y la Democracia.

Háganme caso. Apóyenme en esto. Tolerancia cero con las agresiones a los periodistas. Se empieza con la censura violenta y se acaba invadiendo Polonia. Es tendencia.

Recuerden siempre que sin periodismo no hay libertad y que sin periodismo no hay democracia.

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