Ferran Garrido - Una pica en Flandes

La Copa del Rey

«El valencianismo no es de plástico. Es de carne y hueso»

Imagen de la celebración de la Copa del Rey de 1999 ABC

El Valencia va a por la octava… y yo a tocar el cielo . Y soy reincidente. No puedo evitar, a pesar de que siempre digo que lo del fútbol “me lo estoy dejando”, vivir con emoción los éxitos, y los fracasos, del equipo de mis amores. Y si no tocamos el cielo… pues que nos quiten lo bailao.

En mi vida profesional he sido un tipo con mucha suerte. Pude llevar mi pasión valencianista por todo el mundo gracias a mi trabajo en TVE . Creo, sin duda, que fueron los mejores años de mi vida. Los mejores como profesional y, les doy mi palabra, ahora no me quejo, como persona. Pero aquello me dio la oportunidad de vivir una época gloriosa del Club, pasando por la Intertoto, la Copa de la UEFA, La Liga, la Liga de Campeones… y la Copa del Rey. Por eso les digo que soy reincidente.

Hace 20 años tuve el privilegio de participar en la trasmisión que, de la final de la Copa, hicimos en TVE. Y presenté el programa previo que, desde el Estadio de la Cartuja de Sevilla , emitimos para la Comunidad Valenciana en La 2. Y fue, es aún, una de las mejores experiencias de mi vida.

No puedo olvidar aquella primera llegada al estadio, con sus alrededores en obras y sin césped… la tierra se pintó con pintura verde, ya les digo. La sensación de calor, la emoción de acercarme al escenario de lo que después fue un sueño hecho realidad, los nervios…

Y de eso hace 20 años. No les voy a recordar lo que pasó porque forma parte de la historia y la leyenda del valencianismo y de nuestra memoria colectiva. Pero tampoco quiero que nadie lo olvide y que se recuerde para siempre que el Valencia es, y fue, un club muy grande , que tuvo los mejores jugadores del mundo y el mejor equipo, un colectivo que creyó en un proyecto y en la fuerza de su unión y su trabajo. Y en sus entrenadores. Y en su presidente.

Cada vez que levanto la persiana de mi casa, veo el Campo de Mestalla. Ya ven, lo llevo en la vena y en los ojos. Y no puedo olvidar mi primer partido de futbol al que fui de la mano de quien me metió este dulce veneno en la sangre. Han pasado muchos, muchos años, pero no puedo olvidar ni las imágenes ni los recuerdos de toda una vida. Y, con todo lo vivido en la mochila, aunque pese, me dispongo a perder la voz en esta final que, 20 años después, me recuerda que sigo vivo a pesar de los reveses, los desprecios, los sinsabores y los olvidos.

Imagen de la celebración de la Copa del Rey de 1999 ABC

Y lo sé, sin ninguna duda, porque siendo como soy, leal como un perro , sé que pienso, siento, sufro y me alegro, disfruto y vivo, como parte de lo mejor que tiene este ser viviente que es el valencianismo. Su afición.

A lo largo de estos años les he contado de todo. Noticias de todos los colores, formas y maneras. Historias de todo tipo, reportajes de contenidos diversos, pero nada, ninguno fue más emocionante para mí, que aquel que protagonizaron los miles de seguidores valencianistas que acudieron a Sevilla aquel día del año 1999.

La afición, siempre la afición, heredada de padres a hijos, en los genes y en los ojos, compartida con un montón de personas que viven, piensan, sienten, sudan y huelen como yo. Gente auténtica que sabe llorar cuando vienen mal dadas , y que no abandona, y que sabe tocar el cielo cuando la historia nos devuelve al lugar que nos corresponde en el estandarte de colores que viven entre el blanco y el negro. El valencianismo no es de plástico. Es de carne y hueso.

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