Toni Subiela - PEUS DE PLOM

Brotes naranjas

«Solo la ilusión de un proyecto limpio de corrupción y centrado en la realidad ciudadana tiene la llave para la regeneración política y el cambio social»

EP

La irrupción de Vox en el panorama político andaluz y, consecuentemente, en el español, ha eclipsado cualquier otra reflexión sobre los resultados electorales del pasado domingo. Lo que no deja de ser sorprendente cuando en España ya hemos sufrido la aparición y normalización de otros partidos que por su ideario y acciones suponen una amenaza a nuestra democracia y estado de bienestar.

La vieja política española carece de autocrítica. En nada se diferencian en este aspecto conservadores y socialistas, populistas y nacionalistas. Una abstención de casi un 50% significa que han conseguido que la mitad de los andaluces se quede en casas y no participe en las elecciones, pero esto no parece interesar. Un crecimiento de más del doble de diputados de un partido de centro, liberal y moderado que supone una alternativa real al rancio bipartidismo tampoco parece que les merezca atención.

Andalucía fue hace cuatro años la primera autonomía donde Ciudadanos aparecía con fuerza más allá de Cataluña e iniciaba un camino en el que cada vez nos acompaña más y más gente. Esa confianza que acumula nuestro proyecto político no es una casualidad ni flor de un día. El centro existe y cada vez es más ancho, también aquí, como no, en la Comunitat Valenciana.

Mientras algunos no hacen otra cosa que pelearse por ver quién es más fascista que el otro, amenazarse mutuamente e incitar a la violencia para frenar no se sabe qué pactos con el diablo, otros preferimos preocuparnos por el altísimo porcentaje de paro entre nuestros jóvenes, la carencia de inglés en la educación de nuestros hijos o el cada vez peor servicio médico que sufrimos. Ahí tenemos la diferencia entre los que generamos ilusión y los que generan frustración.

Nadie debe olvidarse que la principal preocupación de los valencianos sigue siendo llegar a final de mes y eso no lo solucionan manifestaciones de izquierdas ni de derechas, ni puños en alto ni brazos extendidos. Los problemas de los valencianos se solucionan con responsabilidad política y eficacia en la gestión, sin despilfarros identitarios ni presupuestos irreales.

Las políticas de titulares vacíos y programas electorales de decoración no tienen futuro y apenas les queda presente. Solo la ilusión de un proyecto limpio de corrupción y centrado en la realidad ciudadana tiene la llave para la regeneración política y el cambio social que esperamos la mayoría.

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