Joan Carles Valero - Letras expectativas

Somos «homo narrator»

«Recuerdo los llamamientos de directivos y empresarios en las jornadas del Círculo de Economía en Sitges para que se construyera un relato de España»

Joan Carles Valero

Axiomas que triunfan, del tipo «somos lo que comemos», suponen proposiciones claras que son admitidas sin demostración. «Somos lo que nos contamos» (Ariel) es el último libro de Óscar Vilarroya, neurólogo e investigador en la UAB, una obra en la que demuestra cómo los relatos construyen el mundo en que vivimos hasta el punto de tunear nuestra percepción de la realidad y la memoria, donde las emociones dejan más huella que los hechos.

Recuerdo los llamamientos de directivos y empresarios en las jornadas del Círculo de Economía en Sitges para que se construyera un relato de España. Corría el proceloso 2012, cuando la amenaza del rescate de la UE planeaba sobre el país. Faltaba un relato, un explicarnos a nosotros mismos que nos proyectara mejor. Porque el relato es la estructura mental que utilizamos para explicar lo que nos sucede. Por eso, dice Vilarroya, la facultad narrativa es lo que nos define como humanos. Es más, afirma que somos una especie narrativa que, en vez de «homo sapiens», deberíamos llamarnos «homo narrator».

Relatos que, utilizados en las redes sociales, propician desdoblamientos de personalidad en la arena pública más amplia de la historia de la Humanidad. En esa extensión de nuestro espacio más privado circulan fenómenos como las «fake news» y se producen burbujas narrativas o cámaras de eco, consistentes en la visión totalitaria y excluyente que sostiene un movimiento social, por ejemplo, el independentista. Visiones que sus seguidores creen de manera acrítica, firme y ostensible.

La república catalana solo existe en los alter egos conectados de miles de catalanes, con Puigdemont como su virtual presidente. Porque el que manda desde Waterloo ha logrado tejer un relato que da sentido a lo que viven sus seguidores en las cámaras de eco de sus redes sociales. Sus mutaciones son convenientes para sus intereses, porque la simplicidad de lo narrado queda compensada por su potencia y atracción, como eslóganes. Y por eso se convierten en incuestionables, porque evitan la tensión entre lo relatado y la realidad. Una realidad «relatada» que no es una mirada al mundo tal y como es, sino una interpretación de la realidad con el fin de dar sentido a su movimiento de manera verosímil, razonable y eficaz. Con la redondez de los cuentos para niños convertidos en «homo narrator».

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