«El Brexit no ha lesionado la esencia del proyecto europeo; es más, lo refuerza»

Con el trasfondo de la salida del Reino Unido del club comunitario, la profesora de la UB publica la obra «Derecho de la Unión Europea»

Marta Ortega Gómez JORDI TARRES

D. Tercero

La Unión Europea (UE) es una realidad y afecta al devenir de los ciudadanos más de lo que, aparentemente, podría parecer. El ruido diario de temas pasajeros -intrascendentes gran parte de ellos- esconde a la ciudadanía el fondo de lo que es uno de los proyectos más importantes de la historia política de la humanidad. Marta Ortega Gómez es profesora en la Universidad de Barcelona (UB) de Derecho Internacional Público y Derecho Comunitario Europeo y acaba de publicar un libro sobre una de sus especialidades: Derecho de la Unión Europea (Bosch Editor).

-¿Cómo encaja el Brexit en el derecho de la UE y cómo lo recoge usted en su libro?

-El Brexit aparece en el libro, es evidente, pues el Brexit pone de manifiesto que no se ha acabado con la soberanía de los Estados y nos lleva a replantearnos el concepto de soberanía, al menos en su aspecto fáctico, sobre todo por la dificultad que está teniendo el Reino Unido para salir de la UE. La soberanía de los Estados no se transfiere a la UE, en todo caso se cede y se puede recuperar. Pero como vemos, la extraordinaria dificultad que está teniendo el Reino Unido para deshacerse del mercado interior nos lleva a replantearnos la propia soberanía de los Estados una vez entran en la UE.

-¿Podemos afirmar que con la UE acaba la soberanía de los Estados como se conocía tras la Segunda Guerra Mundial?

-No. Al fin y al cabo, el Reino Unido tiene la capacidad para salir de la UE...

-Aunque sea sin acuerdo...

-Todavía no lo sabemos. Hay un sector muy potente en el Reino Unido que prefiere una salida sin acuerdo que un Brexit con un mal acuerdo.

-¿Qué significaría un Brexit sin acuerdo?

-Lo más grave para el Reino Unido sería la ruptura con el mercado interior. Control sobre las personas en las fronteras, control sobre todos los productos (industriales, agrícolas...).

-¿El Brexit es una muestra de que la UE tiene futuro o de que se tambalea?

-El Brexit no ha lesionado la esencia del proyecto europeo; es más, lo refuerza. Los Estados han impuesto sus criterios al Gobierno británico. Está siendo una demostración de fuerza europea con respecto al Gobierno británico. Desde una perspectiva europea, lo malo es que el Brexit está necesitando de un gran esfuerzo de parte de la UE durante unos tres años.

-¿Es irreversible este Brexit?

-Hasta el momento en que el acuerdo de salida no sea efectivo, el Reino Unido puede renunciar, y este es uno de los escenarios que defiende el presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk. Cabe la renuncia al Brexit. No es irreversible. Pero… no es previsible. Lo lógico sería que se hiciera un segundo referéndum sobre el acuerdo que se alcanzase, como mucho.

-¿Los referéndums, no deberían ser así, es decir, sobre acuerdos alcanzados?

-Podría ser. Lo que pienso del celebrado en el Reino Unido es que la gente no estaba informada de las consecuencias de votar «sí» o «no». Esto es algo general en toda Europa, la gente no sabe qué votar en las elecciones europeas. Deliberadamente, no se explicaron las consecuencias del Brexit. No se explica qué es el Parlamento Europeo ni sus competencias.

-¿Qué futuro le ve a la UE?

-Soy pragmática. Mientras las élites políticas europeas no tomen la decisión de contribuir a la identidad europea, seguiremos igual. En una especie de limbo crítico. Tendremos mucho éxito económico, que pasa desapercibido para el gran público, e indefinición del gobierno europeo.

-¿La UE no es más una confederación que una federación?

-Ahora mismo, desde luego, la UE funciona más con arreglos de los que sería una confederación. Pero hay elementos muy poderosos que apuntan a la federación: la libre circulación de personas, el mercado, la moneda...

-¿Qué haría usted hoy mismo si tuviera una varita mágica para arreglar algo de la UE o qué haría que no se está haciendo?

-Hay muchas asignaturas pendientes. Pero lo primero que haría es crear una red pública de escuelas en Europa para formar a los niños en la cultura plural europea. Que desde pequeños conocieran, por ejemplo, canciones danesas, españolas o alemanas. Y cuando estudiaran la historia lo hicieran desde una perspectiva europea. Crear una Escuela Europea. Creo que tendría una gran demanda. A mis alumnos les pregunto siempre por una cuestión básica: ¿qué pasaría si mañana se levantasen con un DNI europeo? La identidad política es un invento humano que se aprende en casa y en la escuela, y no en el Erasmus con veinte años de edad. Europa es la unión en la diversidad.

«Solo se percibe la dimensión negativa». Ortega es una europeísta convencida con los pies en el suelo. Advierte y repite que «el derecho de la UE impregna toda nuestra actividad económica», pero lamenta que, desde las mismas instituciones comunitarias, no «se vendan» los «logros» («mercado interior», «políticas económica y agraria», «temas medioambientales» y, entre otros, los asuntos de I+D). Un aspecto a mejorar, y mucho, es la fiscalidad común, pero en este punto los Estados no quieren ceder soberanía. Y añade: «La gente no entiende la UE y solo percibe la dimensión negativa, esto va contra el proceso de europeización y favorece al euroescepticismo».

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