Elecciones Municipales

La política cultural pide voz (y voto) en la nueva Barcelona

PSC y BComú coinciden en la necesidad de destinar más fondos y combatir la precariedad

El Macba ha centrado el debate cultural del tramo final de la legislatura Inés Baucells

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Al margen de polémicas más o menos sonadas como el caso Macba y de los siempre peliagudos -e insatisfactorios- asuntillos económicos y presupuestarios, a la cultura le cuesta encontrar su sitio en el fragor de una campaña electoral. Poco qué hacer, para qué engañarnos, cuando los grandes titulares son para la seguridad, la vivienda o el procés nuestro de cada día. En estas municipales, sin embargo, se da una coincidencia cuanto menos significativa: tanto el cabeza de lista del PSC, Jaume Collboni, como el número 2 de Ada Colau en la lista de Barcelona en Comú, Joan Subirats, han querido hacer de la cultura uno sus motores de cambio.

No en vano, Collboni fue el teniente de alcalde responsable del área de Cultura mientras duró la alianza entre socialistas y comunes, y Subirats asumió como comisionado las riendas del ICUB a finales de 2017, cuando el pacto de izquierdas hizo aguas. De ahí que ambos hayan hecho bandera de las políticas culturales y, barriendo para casa, anden estos días aireando algunas propuestas que, sobre el papel, no dificultarían demasiado el entendimiento.

Así, donde Collboni propone destinar el 7 % del presupuesto municipal a Cultura -actualmente ronda el 5 %-, Subirats aboga por llegar a los 100 euros por habitante al año, lo que supondría alcanzar el 6 % del total del presupuesto. Esto permitiría, entre otras cosas, recuperar una sexta hora en la educación primaria y dedicarla exclusivamente a la cultura. «El 80 % de la población de Barcelona no hace actividades culturales, lo que quiere decir que al final la mochila cultural tiene que ver con el código postal y el nivel educativo», defiende Subirats. El alcaldable socialista, por su parte, habla de «incentivos fiscales» para el consumo cultural ante la necesidad de público para que la cultura goce de buena salud.

En realidad, el fin viene a ser el mismo, aunque por diferentes caminos. Así, mientras BComú busca una mayor relación entre educación y cultura, el PSC apuesta por una visión más estructural e industrial de la cultura que, según Collboni, ha de generar e incrementar nuevos hábitos culturales. En lo que sí que se ponen de acuerdo los dos es en la necesidad de que Barcelona recupere peso en el conjunto del Estado (bicapitalidad cultural, con sus fondos correspondientes, para Subirats; cocapitalidad para Collboni) , en la voluntad de plantar cara a la precarización de los trabajadores del sector cultural, y en la importancia de nuevos formatos como los videojuegos en el ecosistema cultural.

El resto de partidos, algunos con viejos conocidos del sector como el ex-casi-todo-lo-imaginable Ferran Mascarell (ahora en JpC), también dedican a la cultura propuestas concretas que van del Plan Broadway que propone Josep Bou (PP) para revitalizar el teatro y la música en vivo en el Paralelo a la propuesta de Valls de que Barcelona acoja la ceremonia de entrega de los Grammy latinos. ERC, por su parte, promete un alquiler social para espacios culturales y un proyecto cultural global para los próximos 20 años, mientras que JpC apuesta por incentivar el mecenazgo y la colaboración público-privada. Casi todos coinciden, eso sí, en la necesidad de reforzar y reimpulsar el peso cultural de la ciudad y en subrayar su carácter más cosmopolita, algo de lo que, sin embargo, algunos se olvidan de traducir en partidas presupuestarias concretas.

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